Diario Clarín – 15 de mayo de 1999
Reaparición de Silo en plaza de mayo
El humanismo tuvo su día de fiesta
Alberto Gonzalez Toro
Más viejo, con el pelo canoso y unos cuantos kilos de más, Silo -Mario Luis Rodríguez Cobos- reapareció ayer ante varios miles de personas en la Plaza de Mayo, durante el lanzamiento de campaña del Partido Humanista, que lleva como candidata a presidente a Lía Méndez.
Pero para los humanistas, este mayo de 1999 tiene un sentido emblemático: hace 30 años, en Punta de Vacas (un paraje de la cordillera mendocina situado a 3.000 metros de altura), Silo hizo su primera aparición pública ante quinientas personas, anunciando la llegada de un «nuevo mundo». Hijo de un productor viñatero, Rodríguez Cobos abandonó la Facultad de Ciencias Económicas en 2do. año y se dedicó a predicar su doctrina humanista. A principios de los 60, en las paredes de Buenos Aires podía leerse: «Silo es bueno».
Gurú, líder espiritual, dice tener seguidores en 42 países de América, Europa y Asia. Si bien ha recorrido el mundo, su residencia está en Chacras de Coria, Mendoza, donde vive con su mujer, una ex bailarina. «No te mueras nunca, Negro», le gritó ayer uno de sus fieles, mientras Silo pronunciaba un discurso virulento, que atacó a Carlos Menem y la Alianza, acusándolos de servir «los interes del imperio yanqui».
Con acento de barricada habló de una «futura huelga general», e ironizó sobre el Gobierno: «Es una corte de los milagros, donde no faltan los saltimbanquis ni los enanos, sobre todo los enanos».
El color naranja del Partido Humanista predominó en la Plaza. El público, muy heterogéneo, empezó a llegar antes de las cinco de la tarde. Delegaciones de varias provincias se sumaron a pequeñas columnas del Gran Buenos Aires y Capital. El acto, que había sido anunciado para las 18, comenzó a las 19.45. Dos locutores tardaron quince minutos en leer las adhesiones que llegaron al palco, entre ellas la de «convergencia de la izquierda lanusense».
A las 19.50, Lía Méndez inició su discurso. Denostó a Carlos Menem y a la Alianza, y apuntó sus dardos contra el Fondo Monetario Internacional, «que dicta las políticas laboral y económica de nuestro país».
Pacifistas, ecologistas, los militantes humanistas evitaron pisar las flores de la Plaza, bebieron jugo de frutas, y aplaudieron con moderación. Sólo Silo encendió su entusiasmo. Sobre todo cuando habló de una futura «Nación humana y universal». Ayer no pronunció el «sermón de la montaña», como lo hizo treinta años atrás. A pocos metros de la Casa Rosada, desafió al poder con un discurso casi leninista. Y en verdad parecía muy emocionado.