Después de largo silencio, reapareció Silo
formulando sus denuncias a troche y moche

Liberales, ecologistas, marxistas y militares fueron el centro de las denuncia hechas por Silo desde Chacras de Coria, Mendoza, donde vive actualmente.

El 4 de mayo de 1969, en Punta de Vacas, Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo, realizó su primera aparición pública. A partir de allí, este mendocino, habitante de Chacras de Coria, se convirtió en una persona polémica. Escribió dos libros: «La mirada interna» y «El paisaje interno».

Ambos fueron traducidos a más de diez idiomas y varios dialectos. Fundó la asociación civil La Comunidad, organización que logró la personería jurídica en 42 países.

Silo estuvo presente en casi todos los acontecimientos sociales que ocurrieron en nuestro país. En 1983, con la campaña a favor de una ley por el servicio militar optativo, La Comunidad comenzó una actividad con tendencias claras a participar en el terreno político. Poco tiempo después nacía el Partido Humanista, que reconocía surgir de esa organización aunque Silo no era dirigente, ni afiliado al partido.

En esa época FLASH le dedicó un reportaje que fue publicado en varios números. En los últimos tiempos Silo ha dado que hablar nuevamente, pero esta vez en forma clara en lo que ha política se refiere. Esto sucedió cuando una nueva organización, el Partido Verde, reconoció provenir también, como el Humanista, de La Comunidad, y ambos confirmaron que sus plataformas están basadas en la corriente del pensamiento siloísta.

Silo se convierte en el eje de dos organizaciones políticas que actúan en Argentina. Silo ha vuelto a ser noticia. Por eso lo entrevistamos.

¿A qué se dedica actualmente?

¿En lo ideológico, en lo personal?

En lo personal, lógicamente.

¡Ah! Yo pensé que a los políticos, a los formadores de opinión, a los pensadores, no se les pregunta por el número de sus zapatos. Creí que en este caso el interés sería por algún tema de fondo… Pero bueno acabamos de liquidar una finca que teníamos con mi mujer en Mendoza, ya que aquéllo, como usted sabe, se encuentra en situación de caos para la vitivinicultura. Entonces habrá que dedicarse a invertir algo en cuestiones comerciales.

¿Cómo se define usted?

Habitualmente, frente ha esta pregunta, me he definido como una persona común, con las mismas preocupaciones y los mismos problemas de la gente común. Esa definición no ha resultado. Vamos a ver ahora si diciendo lo contrario nos ponemos de acuerdo. Me defino como una persona para nada común a quien se ha agredido sin conocer siquiera su propuesta. Esto no es común.

¿Y por qué se siente tan agredido?

Usted, que es del oficio, dé una vuelta por distintas redacciones de los medios oficiales y pregunte por mí. Luego de obtener como respuestas algunas diatribas, formule una segunda pregunta a fin de que su interlocutor (aparte de adjetivar) haga algún comentario sobre mi pensamiento o mi acción. Su interlocutor no sabrá de qué se trata. Creerá estar «a la moda» si se expide sobre mí de modo negativo. Lo que él ignora es que esa «moda» no solo está cambiando sino que se está invirtiendo.

LO POLITICO

¿Qué relación tiene con el Partido Humanista y el Partido Verde?

En 1983 La Comunidad crea varias secretarías. Una de ellas, la de Asuntos Sociales y Políticos, se aboca al estudio de la realidad nacional. El 8 de marzo de 1984 ese equipo de gente funda el Partido Humanista. Posteriormente, y teniendo en cuenta el creciente deterioro ecológico, con el consiguiente surgimiento de informes y planteos lanzados en dirección crítica de esa situación, la misma secretaría de La Comunidad se aboca al tema. Un grupo de estudiosos y militantes establece contactos con esas corrientes. Resultan serias diferencias en cuanto a concepción general, implementación y organización. Se decide entonces la creación del Partido Verde, como una variante renovada y coherente.

Bien, ¿pero ésto no me dice qué participación tuvo usted en la creación de esos partidos?

Desde la fundación de La Comunidad, en 1978, tanto yo como otros amigos impulsamos la participación de la gente en todas las formas de expresión social que pudieran influir en la transformación de las condiciones oprimentes en que vive el ser humano. Así es que la formación y puesta en marcha de esas entidades políticas han sido respaldadas no solo por mí, sino por muchos otros miembros de La Comunidad que, sin embargo, han permanecido en esta institución sin actuar específicamente en el campo político.

Entonces, ¿qué pasó o qué pasa con La Comunidad?

En este mismo año se está reestructurando, modificando la implementación de sus actividades culturales y programando cuatro áreas de investigación: Asuntos humanos; asuntos sociales; asuntos metodológicos y asuntos de sígnica, lenguaje y comunicación.

Usted dice no participar en política. Sin embargo, tanto el Partido Verde como el Humanista han reconocido su basamento ideológico en la filosofía siloísta. ¿Cómo se explica eso?

Esto no es tan difícil de entender. Numerosos partidos y grupos se consideran tributarios de una misma ideología. Está, por ejemplo, el caso del marxismo y del liberalismo. Esto puede verse no solo en el campo de lo político sino también en el de la cultura en general, donde numerosos grupos, a veces antagónicos, reconocen una misma fuente de inspiración.

Usted ha mencionado el liberalismo. ¿Qué opina de esa nueva corriente que está cobrando fuerza en nuestro país?

Mi opinión sobre esa corriente merece un aparte.

«LOS NEOLIBERALES»

Algo que decíamos al principio de la charla es que nunca lo dejaron, salvo algunas excepciones, expresar su pensamiento. Ahora quiere hablar del liberalismo de un modo claro. ¿Cuál es, concretamente, su postura?

Primero: Esa corriente no es tan «nueva». Lo que ocurre es que se ha renovado porque, desde luego, la sociedad misma ha cambiado. En ese sentido podríamos hablar de un «neoliberalismo». Como la cosa es larga, preferiría ponerla dentro del contexto de nuestro país. La ineficiencia estatal es obvia, los servicios públicos no funcionan, la centralización del Estado es inoperante. Entonces, aparecen aquellos mismos que se sirvieron de la organización del aparato estatal tradicional para rasgarse las vestiduras y decir que hay que modernizar, eficientizar, privatizar, achicar el Estado, etcétera. Ahí están los liberales.

Bien, pero sobre el mal funcionamiento de los servicios públicos y la ineficiencia de muchas empresas está casi todo el país de acuerdo…

Justamente, el análisis de los liberales coincide con la percepción que cualquier jubilado, cualquier usuario, cualquier abastecedor y cualquier subsidiario del Estado tiene. El punto es que, aprovechando indecorosamente esa situación, se da una medicina peor que la enfermedad.

¿Puede ser más claro?

Sí. Ellos dicen: «si el Estado y sus organismos funcionan mal, dejemos todos en manos de los particulares porque ellos sabrán cómo recomponer la situación». El tema es: ¿Quiénes son esos particulares? Porque la realidad de las cosas es que cambian a los patrones demócratas por los patrones de las multinacionales y de la banca internacional. No tiene mucha gracia. Nunca falta aquel que prefiere un patrón rico a un patrón con problemas… Al fin a de cuentas se trata de un lío entre patrones.

¿Y usted qué propone?

Precisamente el Partido Humanista ha dicho que es la sociedad la productora de bienes. Por lo tanto esos bienes y los medios de producción deben estar en manos de esa sociedad; y ésto puede y debe hacerse mediante la cooperativización, la autogestión y la cogestión.

¿Y el Estado?

Pasa que malintencionadamente se ha hecho creer durante décadas que el Estado es lo mismo que el pueblo. Al descentralizar el Estado desburocratizarlo y convertirlo simplemente en un órgano coordinador de actividades sociales, mucha gente piensa que se cercenan atributos propios del pueblo. No nos engañemos: El Estado tradicional está al servicio de intereses económicos que nada tienen que ver con los intereses del pueblo.

Entonces, ¿qué pasa con los que quieren estatizar?

La gente progresista amiga de estatizar fortalece la soga de sus verdugos. Los partidos políticos o la corporación militar que alternativamente se apoderan del Estado ponen todos sus resortes a su servicio. En esta situación medran «los liberales», y lo hacen tan malintencionadamente que incluso atribuyen a la nueva política de Gorbachov y a la nueva política de la conducción china la aplicación de sus recetas.

Usted dice que eso no es cierto…

Ocurre exactamente lo contrario. La sociedad socialista ha llegado a un nivel de desarrollo tal que el Estado tradicional no puede afrontar, produciendo en cambio una asfixia burocrática que la lleva a un peligroso inmovilismo. Esas sociedades avanzadas tendrán que desburocratizar, descentralizar, cooperativizar y poner progresivamente los medios de producción en manos del pueblo real, más todo aquello que hoy por hoy está en manos de una estructura anquilosada. Creo que los importantes cambios que se están produciendo en el campo socialista van en la dirección que he comentado. Como puede ver, dirección antagónica a la propuesta por el liberalismo.

Yo insisto en que usted, a pesar de decir que no participa en política, tiene un especial interés en el tema. Acaba de hacer una exposición política.

Es bueno tener ésto en claro. Un político es alguien que tiene aptitud, conocimiento y vocación por el hecho práctico del manejo de la cosa pública y que tiende a su instalación en el poder.

¿Y éste no es su caso?

No. Y le explico por qué. Aún cuando tuviera vocación en ese sentido me parece estar muy lejos de la aptitud práctica de ese quehacer como para militar políticamente. ¡Zapatero a tus zapatos! Aquí todo el mundo cree que cualquiera sirve para cualquier cosa. Un señor que canta por radio, otro que hace comentarios sobre noticias generales, un tercero que se destaca en el deporte y que por tanto termina siendo conocido a través de la TV, se sienten, de pronto, inspirados como para convertirse en políticos de la noche a la mañana. ¡Cuánto más útil resultaría un simple hombre o mujer de pueblo para esos menesteres, ya que ellos son los que sufren la realidad cotidiana!

De todas formas, sus comentarios son netamente políticos.

Usted dice que mis comentarios sobre política me acercan a lo que sería un político. Yo le digo que en ésto estoy mucho más cómodo que los políticos o que las «estrellas» artísticas. Los políticos tienen que cuidar sus opiniones. Los votos se mueven conforme el político se muestre ante la opinión pública. Las «estrellas» deben cuidar también sus opiniones, sus compromisos con los partidos de turno, porque también su rating depende de cómo se muestren. Yo no debo cuidar rating alguno ni votos. Puedo decir las cosas exactamente como me parecen, con toda verdad.

Sin embargo, atentan contra usted las acusaciones que le han hecho de pertenecer a diferentes organizaciones mundiales o responder a intereses de organizaciones secretas. Hace poco se acusó al Partido Verde de responder a intereses de la CIA. ¿Qué dice a eso?

Vea, esos grupúsculos de «ecologistas» tienen intereses económicos muy precisos. No digo que está mal que pongan algún restaurante vegetariano, pero volverse histéricos porque algún diputadito verde alemán ahora no los apoya económicamente, me parece demasiado. Y esos diputaditos ahora no tienen (en varios países) cómo hacer pie, porque el nuevo movimiento verde no está bajo su control…

Si alguno de esos partidos que provienen de la corriente de pensamiento siloísta le ofreciera alguna candidatura, ¿la aceptaría?

He declarado en varios medios de difusión en su momento lo de «zapatero a tus zapatos…»

Revista Flash