Méjico. Junio 90
P -Su obra Humanizar la Tierra no corre el riesgo de conexión con fórmulas místicas?
R -No me produce particular zozobra este hecho. El tema de la religiosidad queda reservado en todo caso a la cuestión privada, pues en mi libro no se toma una actitud en favor o en contra. Se abordan las preguntas fundamentales que todo ser humano se hace en nuestros días. Y en este momento particular hay una tendencia mayor al cobijo de corrientes místicas. Mi libro no tiene que ver con la cosa mística pero por otra parte es una realidad que la gente se esta haciendo preguntas básicas sobre su existencia y hay que asumir una respuesta posible: quizás porque hayan caído las ideologías, tal vez porque ese mundo tan seguro que teníamos en cuanto a par metros se está tambaleando, quizás porque se están movilizando aquellos valores tan estables de antaño. Por un motivo u otro, la gente está dudando de sus creencias, de sus escalas de valores, de la seguridad de sus ideologías en las que muchas veces se cobijaba. Entonces, claro, al derrumbarse todo este edificio de ideas y creencias la gente se pregunta por sus cosas básicas. Este es un problema real. Y mi libro no trata de la cosa mística pero si plantea las preguntas que se esta planteando hoy el mundo.
P -Por eso suma a la literatura tal temática?
R -Algo tenemos que decir sobre esto, porque sino nos va a ocurrir que van a surgir fuertes corrientes irracionalistas que van a capitalizar en sentido negativo y destructivo este desconcierto sicológico que vive nuestra sociedad. Se trata de un alerta contra los fanatismos. Estamos observando pequeños pero al fin de cuentas síntomas de surgimiento de un nuevo irracionalismo. Después de los fenómenos en Europa Oriental hemos visto un resurgir de los nacionalismos, una separación de las distintas etnias, fuerzas centrífugas muy fuertes en los Balcanes, en la Unión Soviética. Hemos visto un regreso al fanatismo religioso que parecía superado, estamos viendo apariciones de neonazismos en distintos puntos de Europa, rebrotes de discriminación. Hay toda una sintomatología. Tocar el tema con delicadeza y alertar acerca de las posibilidades de una nueva oleada de irracionalismo que se va expresar en distintas formas.
P -Si usted reconoce riesgo de fanatismo en corrientes místicas o doctrinales, ¿sería el ecologismo el único lugar seguro de este riesgo?
R -De ninguna manera está seguro porque hemos visto y leído planteamientos y proclamas de ciertas tendencias ecologistas sumamente sospechosas en el siguiente sentido: no es posible que se este diciendo en grupos ecologistas que primero la tierra. Primero el ser humano. Hay corrientes que dan preeminencia al centro de una ciudad, al paisaje, al deleite de la mirada, por encima de los problemas ecológicos-sociales. He observado que hay un ecologismo a la moda, desvinculado de las necesidades de la población. Yo preferiría hablar de una ecología social en donde importa el deterioro del medio pero en función de los social: analizar la suerte de los sistemas hospitalarios, de la calidad de la alimentación de nuestros pueblos, el que sucede con nuestra mano de obra si por un planteamiento ecologista no puede haber fábricas. Debe ponerse énfasis en una ecología social, porque la tierra debe estar al servicio del hombre, y sino trabajamos para el hombre no trabajamos para nada.