La Prensa – Domingo 30 de julio de 1989
Humanizar la Tierra
Por Silo
Grupo Editorial Planeta. Buenos Aires, 136 páginas
En la tradición cultural helénica de los siglos VII y VI antes de nuestra era, la sabiduría aparece acuñada en frases concisas, de lacónica brevedad. Así Pítaco afirmaba. “Digna de confianza, la tierra”. Si comenzamos con esta evocación es porque el autor, Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido por el nombre de Silo, tiene un estilo comunicativo que intenta enaltecer la existencia espiritual y plantear ciertos interrogantes que nos muestra la realidad. Este libro encierra tres partes: “La mirada interna”, llena de alegorías y principios en busca de la libertad interior; “El paisaje interno”, que presenta una visión de la naturaleza y de la sociedad y “El paisaje humano” que ahonda lo tratado en las producciones anteriores, destacándose su preocupación por la ideología de un mundo en crisis.
Las razones por las cuales los libros de Silo no han concitado el consenso crítico o al menos una visión sin prejuicios, tiene a nuestro entender algunas explicaciones. Tal vez la más obvia es la reducción o simplificación de un texto que responde a una ideología. Quizás leer a Silo sea realizar un ejercicio válido de tasación literaria pero también ideológica. Ante todo vale partir de la perspectiva de un combate espiritual, de la búsqueda del individuo dentro del marco de la existencia social. Sabemos que hay siempre factores que determinan nuestra complacencia intima. O para decirlo de otro modo: nuestra posición ética y estética. El contenido que se trasluce en “Humanizar la Tierra” es inquietante. Este libro nos muestra el estado de la sociedad en que vivimos, las fluctuaciones y retrocesos, su estancamiento, en suma, porque la situación del hombre contemporáneo parece haberse detenido al borde del abismo.
Temas como la violencia, la religión, la ley o el Estado nos hacen pensar que Silo rechaza los esquemas rígidos, dogmáticos, lo cual constituye una de sus máximas virtudes. La firmeza de sus principios básicos, esencialmente anti-autoritarios, abre siempre caminos a la tendencia humana hacia una vida más libre y digna. Si bien no es un breviario para alcanzar un nuevo ordenamiento social -tampoco es la intención del autor- su prédica condena las instituciones opresivas, sugirieron lineamientos generales de una sociedad libre de toda coacción material, intelectual o moral. Hay en el trabajo una concepción libertaria de la historia, de los regímenes, de las instituciones y de las formas de convivencia social.
Por último, Silo ve con claridad que vivimos una época donde por un lado hay una afirmación de la libertad del individuo y, por el otro, una negación de la misma con el surgimiento -cada vez más hipócrita- del Estado centralizado.
Carlos Penelas