01 de Julio de 1983
Revista “Primera Plana”

Para los militantes del Partido comunista, Silo es un agente de la CIA; para los integrantes de la derecha liberal argentina, un oscuro gurú con tendencia a lo sedicioso e inmoral. Para los montos, Silo fue un enemigo; para las agrupaciones nacionalistas, un disolvente de nuestra juventud, probablemente bancado por la trilateral o algo parecido. Para la iglesia, Silo es un hereje; y para mucha, muchísima gente común y corriente, honrada y laboriosa, se trata de un líder cuya misión -semirreligiosa, rara, extravagante- sería básicamente sembrar la división en el pueblo argentino. En fin: López Rega prohibió y persiguió a Silo, el proceso se conformó con reducirlo al silencio.

Para P.P, Silo es un personaje registrado en la mente de miles de personas- acá en Argentina y en muchos otros lados- que hace más de trece años concedió su último reportaje (a la desaparecida revista 2001). Por lo tanto, un hombre extraño al que vale la pena oír.

El Silo en cuestión es un mendocino altísimo -1,86 metros, de acá el apodo- llamado Mario Rodríguez Cobo. Tiene ahora 45 años, está casado hace diez y es padre de dos varones de 1 y 3 años.

Su primera aparición pública fue poco común, algo llamativa en sus detalles: el 4 de mayo de 1969 -ante medio millar de ateridos seguidores y algunos periodistas extranjeros- pronunció una arenga en Punta de Vacas, inhóspito paraje de la precordillera. Esa arenga tenía título: La curación del sufrimiento. Los convulsionados ambientes de aquellos años no lo tomaron muy en serio, y P.P le dedicó una cáustica nota.

Sobre esa arenga, sin embargo, Silo y sus adeptos construyeron -a lo largo de 14 años- una organización llamada la Comunidad, que hoy tiene adherentes en 42 países tan disímiles y distantes como pueden serlo los E.E.U.U, Hong Kong, Israel, Singapur, Islandia, Senegal, Suiza, Italia, Yugoslavia. Resumiendo: La Comunidad es uno de los pocos productos argentinos con aceptación en el mundo.

Como parte de la preparación de este reportaje, P.P. hizo ingresar a tres cronistas locales en la Comunidad y también investigo su literatura, en especial dos textos de Silo: El paisaje interno y la mirada interna. La Comunidad tiene sus simbolos -un triángulo dentro del círculo, o los dedos meñiques, índice y anular elevados como resumen del lema Paz, fuerza y alegría-, sus locales, sus reuniones y sus textos de preparación y estudio.

Silo vive con su familia en una sencilla y cómoda casa de Chacras de Coria, suburbio de la Capital mendocina. Habla con voz profunda a la manera española: “Herencia de mis padres” -según dice. Se ríe con frecuencia y, aunque se gana la vida cultivando la vid, no toma vino, algo que sus comprovincianos no deben ver con buenos ojos.

Recibió a P.P. en su casa y la charla dividida en dos partes -se prolongó más de doce horas. Lo que sigue es un resumen de esa larga conversación.

-¿Cómo comenzó esto?

– ¡Como comenzó esto..! Con reuniones. Y algunos trabajos de estudio. Trabajos que hacíamos con algunos amigos, acá en la Argentina. Ya se habían producido los primeros síntomas del litigio ideológico. La invasión a Hungría. Y la terrible conmoción en las ideas que produjo.

Imagínate. Para entonces, ya en trabajitos escritos con algunos amigos respecto de lo que había sucedido después de la guerra del 14, vimos que el pensamiento estaba estéril; condicionado por el espectáculo. En 1929 ya Heidegger no pudo continuar y había dejado únicamente el esbozo de su ontología fenomenología, que es la teoría del ser. Al tiempo ya no lo trato más. La teoría particular de la relatividad había sido lanzada en 1915-17 (por que la general fue en 1905). Y se estanca en el gran pensamiento científico. Lo que estaba pasando en filosofía sucedía en ciencia. ¿Qué pasaba en pintura luego de los intentos de Dadá, de los intentos surrealistas? ¿Qué pasaba en literatura? Se había producido una trancadera fenomenal. Estaba trancado el pensamiento de occidente. Y empezaba a darse ese fenómeno que se ha producido en la historia y otras civilizaciones: el sincretismo. Comenzaba a sincretizarse en distintas formas que ideológicamente son compatibles. Sin embargo, comenzaban todas esas macanas y uno ya se encontraba en la calle a un freudiano marxista, a un marxista católico, a un existencialista católico.

El desarrollo de las ideas, los pensamientos bien estructurados, los buenos planteos…, nada. Solo la fuerza y el dolar iban a cambiar el mundo. Pero ¿en qué sentido iba a cambiar el mundo?

Los centros de poder se consolidaban. ¿Dónde vivíamos nosotros? En las áreas periféricas. Y las áreas periféricas estaban controladas por los centros de poder. No podía existir ninguna modificación sustancial en las áreas periféricas mientras no se decidiera en los centros de poder que eran modificaciones convenientes. Eso para nosotros quedó muy claro en la década del sesenta. Una tesis un tanto pesimista.

-Hubo, sin embargo, intentos serios y concretos. Movimientos de liberación y de resistencia al dominio…

– Imagínate. ¿Qué pasó con Blanco en Mesa Pelada, qué con los Tupamaros, más adelante, en Uruguay, qué sucedió con el MLI de Venezuela, en fin, con todos los movimientos violentistas, y los otros. ¿Qué había sido del peronismo -aunque tendría luego otras oportunidades- ¿Qué de las Ligas campesinas de Chico Juliao, en el nordeste brasileño? Estaba clarísimo que no podía haber modificaciones sustanciales.

Cuando apareció el asunto de Cuba, -que se planteo en términos de la guerra de liberación y todo aquello de la guerrilla y DEMÁS-, desde nuestro punto de vista solo fue un salto de órbita. Se trataba de cruzar de una órbita a otra; una forma más ventajosa. Pero, en la práctica, se vio que los centros se consolidan y los movimientos de liberación se debilitaban.

¿Qué sucedía a todo esto con la voluntad del pueblo? Era contradicha por los hechos. Por los hechos. Mas allá de las apelaciones a la voluntad del pueblo, eran los hechos los que la contradecían. No creo que hayamos estado tan equivocados en aquella época cuando decíamos que no se permitiría una modificación a la dependencia.

Y a todo esto, comienza la época de las explosiones juveniles. Es cierto que la lucha de clases y que las ideologías y todo eso…, pero comenzaba a aparecer un nuevo fenómeno; la dialéctica generacional.

Los jóvenes en distintas partes del mundo, estaban alborotados y -bueno- el alboroto fue grande. Pero ya ves que poca consistencia tenían esas rebeliones juveniles. Que terminaron como terminaron, en una especie de anarquismo inconsistente. “L’Imagination au povoir”. Imagínate: el slogan es lindo, pero inconsistente. Imagínate. ¡Las variantes que se tomaron en aquél entonces!, las que tomó esa nueva generación que quería expresarse de algún modo. Los grupos de Berkley, los grupos franceses que derivaron a los movimientos violentos, la bomba, el petardo, todo aquello. Otra hacia la droga, detrás del Tío Huxley, de Aldo Huxley: hacia la mescalina. Ahí fue otro grupo. Uno más terminó en el misticismo difuso, siguiendo gurúes y cosas raras.

Así que, bien; unos se suicidaron por la droga y otros por la metralleta en un último acto voluntarista por modificar la sociedad que odiaban. Y los otros, los que buscaron la salida en la mística, no se si considerarlos como suicidas, pero me da la impresión de que tampoco la encontraron.

– Me interesa la variante, o el camino, que ustedes transitaban en esa época

– En 1969 hablamos en esa arenga famosa -la curación del sufrimiento y presentamos una forma de pensamiento y esbozamos una suerte de metodología aunque muy livianita, proponiendo la no-violencia.

-Perdón. ¿Por qué motivo eligieron un enclave en una montaña, Punta de Vacas, a 160 Km de la ciudad de Mendoza, si lo que pretendían era leer una propuesta social y de no-violencia?

– No fue una elección muy libre. Gobernaba Onganía y nos prohibieron reunirnos en la ciudad. Después de esa otras tres arengas fueron impedidas o prohibidas. Una en Yala, Jujuy, otra en la ciudad de Córdoba y una tercera en la plaza Once de Buenos Aires.

Era en 1969 y no solo proponíamos la no-violencia. También anticipábamos que comenzaba un conflicto de generaciones. Algunos medios de Prensa de la época contestaron con cosas como ésta: “Que vienen hablar de pacifismo en el país más pacífico del mundo”. “Que se vayan a Vietnam”, o: “Quién es el descolgado que habla de pacifismo donde no sucede nada”. Ya ves otro de los errores que se cometieron con nosotros. Porque mientras hablábamos empezaban a producirse hechos de violencia.

Pero eso ya es otra historia. Deberíamos volver un poco atrás, ¿si?

– Sí. Hacia el proceso que ustedes vivían y como evolucionaban intelectualmente.

– Volvamos, entonces, a principios de los sesenta. Conocíamos el clima que se respiraba en la década del sesenta. Sabíamos bien que había sucedido en la década del cincuenta y hacia donde derivaba eso. Y fuimos arribando a la conclusión de que ninguna de las propuestas que se presentaban en ese momento eran satisfactorias. Desde ningún punto de vista. Ni para la liberación social, ni para la liberación individual. Para ese entonces, teníamos muy en claro que hasta la llamada contracultura formaba parte del sistema. De manera que las propuestas de la contracultura eran igualmente desechables para nosotros…, y dijimos: vamos hacer nuestra propuesta.

Para fines del 66 ya habíamos logrado sistematizar toda nuestra visión sobre el dolor y sobre el sufrimiento.

El dolor tiene una base física y por eso lo reconocemos en el hambre, la sed y toda injuria corporal. Y sólo el avance de la ciencia lo hará retroceder.

La base del sufrimiento es mental. Lo reconocemos en la tensión, la frustración, el resentimiento y en toda injuria mental. Propusimos el acuerdo consigo mismo, la eliminación de la contradicción para superarlo.

La contradicción de un sistema de fuerzas opuestas.

Situaciones en las que el individuo se ve obligado a resolver entre poderes que se oponen y, si no puede, se produce sufrimiento. Resolver la contradicción…, esto lo hará al encontrar un sentido a la vida que permita sentir, pensar y obrar en la misma dirección. El acto de unidad, frente al acto contradictorio.

Claro que las situaciones de sufrimiento mental actúan también en el del dolor físico y a la inversa. Y que no basta la superación de la contradicción para quedar libre. Hay una compleja interacción entre el plano social y el plano individual. Y la influencia de un sentido de la vida. Pero estos son factores que influyen, no determinan. No somos mecanicistas.

Bien. Habíamos llegado a este punto e íbamos a dar sobre ese clavo. E íbamos a machacar sobre el mismo clavo hasta el infinito. El clavo de que el problema del ser humano es el dolor y el sufrimiento. Y que todo lo que crea dolor y sufrimiento en el ser humano…, ¡eso es malo! Y que todo lo que hace superar el dolor y el sufrimiento…, ¡eso es bueno!

¡Vaya un descubrimiento! A nosotros nos pareció importante esa síntesis.

– ¿Termina una etapa?

– ¡Comienza otra etapa! En esa época nos fuimos a distintos lugares a explicar a gentes que habían formado alguna especie de grupos de estudio con nosotros, fuimos a explicar alguna de las conclusiones a las que se habían arribado.

No existía una organización precisamente coordinada o centralizada. Existía un conjunto de instructores que se lanzaban a dar su enseñanza y que ocasionalmente, tenían contacto entre sí. Pero no había una literatura oficial, no había publicación por editoriales, no había…, una nota impresa que se pudiera dar. Ahí es donde surgen diferentes grupos y donde se produce esa confusión que luego ha sido suficientemente publicitada.

– ¿Allí también nace la Comunidad?

– No, no. Mucho después. Todavía no llegamos al 69. La Comunidad viene mucho después. Cuando ya era tan espectacular esa florezcan mil flores, era tan espectacular la forma que tomaba esa especie de movimiento con distintos grupos y cosas tan raras que, en el 75, es cuando se decide darle una palabra oficial, unificadora, ciertas formas. Eso ocurre en el 75 y se expresa en el 76.

– ¿Hubo alguna línea de pensamiento común a todos esos grupos hasta la formación de la Comunidad?

– Varias. La no-violencia en cuanto a metodología. Así que, toda acusación que venga del violentismo y de semejantes cosas para alguno de nuestros grupos…, no funciona. Esta es una línea que fue común para todos. Y es la más fuerte.

Otra: un cierto anarquismo, una cosa un tanto ácrata.

Muy poco respeto por el sistema en general. Esa es otra línea común. Claro, es otro tipo de anarquismo. No es Bakunin ni Kropotkin. La posibilidad de que le sufrimiento pudiera superarse. Y la libertad humana. La existencia de la libertad humana. Estábamos diciendo lo contrario de quienes sostenían un orden natural. Decíamos que lo natural debe ser humanizado y que esta humanización del mundo hace al hombre un creador de sentido, de dirección, de transformación; si ese sentido es libertador de las condiciones supuestamente naturales de dolor y sufrimiento, lo verdaderamente humano es lo que va más allá de lo natural: es tu proyecto, tu futuro, tu hijo, tu brisa, tu amanecer, tu tempestad, tu ira, y tu caricia. Es tu temor y tu temblor por un futuro, por un nuevo ser humano libre de dolor y sufrimiento.

– Hasta cierto punto hay una notoria coincidencia con el existencialismo.

– Sólo que el existencialismo termino mal cuando cerro el futuro. El fenómeno de post guerra del existencialismo, ¿Te acuerdas? La Juliette Greco, toda aquella cosa clásica del existencialismo…, terminó en la nada. Y terminó en La náusea. Termino en el sin sentido. fue una tragedia. Muy inteligentes, muy brillantes, muy al paso con su pensamiento. Cerraron todas las puertas y ventanas al futuro. Ahí había un punto de divergencia enorme. Nosotros creíamos en la apertura del futuro del ser humano y en sus posibilidades de cambio.

Nos pareció que el existencialismo quedaba atrás. En esto de que no hay sentido en el mundo, hay una ruptura.

EL SENTIDO

– Relacionamos estrechamente el problema del sentido con el estudio de la fe.

En la conciencia humana hay más posibilidades por explotar que las que cotidianamente podemos experimentar. Descubrimos que en la medida en que se diera una dirección a la conciencia, esta conciencia se convertía en un factor movilizador…, en una fuerza, casi como la electricidad. Y con esta fuerza, esta fe…, depende…, podías meter los dedos en el enchufe y poner en marcha un ventilador, una estufa, un pulmotor. Distintos aparatos.

Por eso es que la fe, tomando una dirección u otra, podía ser altamente constructiva, o podía crear grandes catástrofes. Al problema de la fe se le agrega, entonces, el problema del objetivo. Puedes tener fe y, por lo tanto, una fuerza tremenda. Pero, ¿en qué dirección se orienta esa fe?

– ¿No estamos otra vez evadiendo la realidad, imaginando el futuro y olvidando el presente? Yo sufro hoy. Mañana será mañana.

– Es cierto. Sin embargo, sufres hoy por lo que has vivido, por lo que vives y por lo que crees que vivirás. Este el punto: qué creo yo que va a suceder. De acuerdo a lo que yo crea que va a suceder, puede ser el mañana. Y esto se complica porque con ésto, ¿Qué pasa? ¿Queda en la conciencia individual o va más allá? Parece ser que va más allá y que estos fenómenos se extienden a la conciencia social.

¿Qué sucede si una gran multitud cree que el futuro de ese país, de esa multitud, va en una dirección determinada?

¿Es que acaso los centros de poder, las potencias como se dice, no han tenido un fuerte interés en hacer creer en determinadas poblaciones que no tienen posibilidades de liberación, que hay una superioridad que debe ser respetada?

Es muy interesante entender esto del “creer” y del “hacer creer” ¿qué pasa cuando se cree con fe? Hay allí todo un juego de situaciones mentales que afectan no sólo al destino de los individuos sino también al destino de los pueblos.

“Señores, saquense de la cabeza eso de la liberación, por que tal cosa no es posible”, parecían decir los ideólogos de la dominación.

He aquí otro punto importante: que sucede con la fe, con la idea de futuro. Nos pareció ver que en los pueblos se producían los mismo fenómenos que en los individuos: se debilitaba la fe, se aletargaba el pensamiento, se fortalecía la violencia, se producían fenómenos sociales.

– Hay algunos contactos interesantes con otras doctrinas que analizan la dominación. Sin embargo, ustedes encuentran que existe una voluntad opresora y dedican sus esfuerzos a buscar un sentido a la vida. Como método de liberación no parece muy efectivo. Se podría objetar que el sentido de la vida, hoy, debe ser el sacarse la opresión de encima. Y no distraer la atención corriendo detrás de cuestiones de fe y de creencias…-

Sin embargo, nosotros creemos que es así. Ya verás por qué. Si decimos que el ser humano no tiene “naturaleza”, que no hay algo natural que lo obligue a aceptar el dolor o el sufrimiento como parte de su vida, tampoco podemos decir que por haber nacido con dos patitas y dos manos y una cabeza, es un ser humano. Un ser humano es experiencia social, es libertad y es futuro. Por lo tanto el ser humano se humaniza o deshumaniza en su transito hacia el futuro. Hay acciones más humanas que otras. Hay situaciones aparentemente incomprensibles en donde un ser humano procede como un animal…

Así que esto de lo humano, no es lo humano dado de una vez y para siempre. Amigo mío: tu siempre estás trabajando en el campo de la libertad; y según elijas de un modo u otro, te humanizas o te deshumanizas.

No había posibilidad de humanización sino en el mundo; porque el ser humano es un ser en el mundo. Y el mundo de ninguna manera estaba humanizado. Y hasta daba la impresión de que, en ocasiones retrocedía y se deshumanizaba. Esa era el punto: había que ir a los actos humanos. Pero no era lo mismo lanzarse a una determinada conducta por que sí, a lanzarse a una conducta justificada. A una moral. Yo puedo hacer muchas cosas por indignación, por equidad, por sentido de justicia, por lo que quieras, pero yo tengo que justificarme a mi mismo.

Entonces, decíamos que: la unidad acrecienta la vida, la contradicción disminuye la vida. La fuente del sufrimiento individual y social es la contradicción. Y ¿qué sucede en el campo social? Hay contradicción de clases, hay contradicción de opulencia y miseria, hay contradicciones de opresores y oprimidos…, ajá. Eso es inhumano. Eso hace retroceder lo humano del ser humano.

¿Pero entonces qué están diciendo ustedes?, me preguntarás. ¿Están diciendo que debe superarse el esquema de las clases estamentadas…? ¡Absolutamente si!

– ¿Por un análisis a través de las contradicciones?

– Si hay contradicciones en la sociedad también las hay en los individuos. Pero no sólo por reflejo, como quisieran los antiguos ideólogos. Sino por que hay quien elige, quien opta porque permanezca esa contradicción. Un planteo que puede parecer simplista pero alcanza un desarrollo enorme y a precisar en muchos detalles.

LA MORAL

– Así tenemos la fe, el futuro, el dolor, el sufrimiento, los actos contradictorios, los actos unitivos, la humanización creciente o la deshumanización. Y, no solo, el hecho de haber nacido como hermanos. Todo eso, ya en esa época, estaba claro para nosotros.

– Recién hablamos de moral. ¿Existe una moral diferenciada en su planteo? En todos los textos de la Comunidad que conocimos antes de este reportaje se hizo común encontrar resonancias de culturas y religiones. Según el conocimiento de quien los lee aparecen similitudes con el cristianismo, el budismo y con pautas de culturas distantes por lo geográfico y lo intelectual. ¿Podemos hablar de síntesis moral, quizás?

– Es cierto que existen esas resonancias. En cada punto por donde se extendió la Comunidad se sintieron esas resonancias.

Existía una moral, sin duda. Hay una moral. Los pueblos tienen una moral. Pero…, ¿por qué? El pensamiento estaba estancado y nadie respondía.

No podíamos creer que fuera bueno porque sí; porque lo había dicho alguien, teníamos que fundamentarlo.

“Y bueno…, por razones de convivencia”, decían algunos. “Porque si no hubiera moral pasaría cualquier desastre”. Bien. Pero no nos basta decir: nos ponemos de acuerdo en ciertas reglas y ya la cosa funciona.

¡Ah! Tiene que ver con el funcionamiento del ser humano. Entonces hay que justificar la moral. Y no cumplirla por que alguien lo dice ni por que a alguien se le ocurrió. ¿Qué es pecado? por ejemplo. ¿Por qué tal conducta es pecaminosa? ¿Qué es lo que está bien? ¿Qué es lo que está mal?, ¿quién lo dice? Y…, si usted tiene fe en una religión…, ¿y si no tengo fe en ninguna religión? ¿Paso automáticamente a ser un inmoral? ¿Por que debe existir una moral? Por ejemplo: algunas religiones consideran ciertos temas del sexo como inmorales; en otras religiones este tema esta tratado a la inversa. ¡Es espectacular! Entonces ¿donde está la moral?

Hay que justificar la moral y explicar por que deben existir ciertas conductas y no otras. Claro, me dirás ¿qué vamos estudiar este problema con los problemas que vive el mundo? Para que nos vamos a meter a estudiar la Moral…?” Bueno. No vayamos tan rápido. Fundamentar la moral es fundamentar la dirección de los actos. Así que, ¿qué idea tiene usted de lo que es bueno, de lo que es malo, de lo que debe hacerse, de lo que no debe hacerse? Es la moral quien se lo dicta. Pero, que sea entonces una moral justificada. Que sepamos por qué esto si y lo otro no…

– Bien. Hemos hablado de historia, de ideas y de moral. ¿Podemos hablar ahora de organizaciones? ¿De la Comunidad?

– ¡La Comunidad! Si, claro, hablemos de la Comunidad. Mira te explico: La Comunidad es una fuerza moral en marcha. Así se la ha definido. No es de ninguna manera un partido o una religión. Y en la práctica hay gente de cualquier parte. Hay ateos a montones, y hay gentes que no lo son. Y hay políticos. Gente con tendencias políticas y otros que militan. Y el objetivo de toda esta gente es humanizar la tierra. Es decir, ponerse en una dirección de actividad en el mundo. No es cualquier cosa.

– Por ejemplo: ¿Es usted político y participa de la Comunidad? ¡Estupendo! Pero trabaja en su partido en el sentido de la humanización.

Usted me dirá: “Estoy harto de mi partido porque son unos inmorales y hacen esto y lo otro”. No. Esta explicación no es buena. Porque si usted hace vacío en su partido, usted contribuye a ese desastre. No importa que en su partido haya problemas, no importa que haya corrupción. Si usted elige por vocación y por gusto y por que así es su sentimiento y porque usted cree que por ahí pasa la cosa…, dele fuerte a su partido. Este es un caso claro de dirección de las actividades humanas.

Humanizar la tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y decisión sobre otros, para que escuchen la voz de los que necesitan superar el dolor y el sufrimiento.

– ¿Cómo son las estructuras de la Comunidad?

– ¿Las estructuras? Claro, ¿son democráticas?, ¿hay una instancia arriba? ¿son horizontales?, ¿cómo se llega?, ¿Cuál es la mecánica?… Es esto lo que quieres saber, ¿verdad?

Aquí hay que partir de la siguiente base. Las estructuras nuestras no son las que rigen, suponte, el destino de un país. Por ejemplo: yo soy un ciudadano y quiero que mi país vaya en una dirección y no en otra. No es posible que se me someta a un sistema donde no haya participación, ¿no es cierto? No es el caso en el que yo pueda elegir otra situación. Y decir, suponte: yo ahora voy a ser uruguayo, o sueco, o ruso. No…, yo soy argentino.

Pero resulta que también hay…, clubes. Hay uno de bochas, otro de ajedrez… Si a mi no me gusta el ajedrez, no me asocio.No se si notas la diferencia de opción. Es muy enorme. Y si me gusta el ajedrez me atengo a las normas del juego y a los estatutos del club.

– ¿Y cómo hace, por ejemplo, quien quiera llegar a la comisión directiva de este club?

-Ahora. ¿Qué sucede cuando alguien quiere hacer nuevos trabajos, o estudios, o tiene nuevos intereses? La Comunidad opera con un mecanismo muy interesante. No es el mecanismo de la discusión o los planteos…, sino el trabajo.

¿Usted hace cosas en la dirección de actividad de la Comunidad? Usted participa. ¿Usted no hace cosas? entonces no participa. Ese es el punto neurálgico: ¿Por qué se hace esto? Ja… Hemos visto mucha agua pasar bajo el puente… Quiero decir: Fíjate que sucede en algunos lados. Están los muchachos, los militantes, van, pegan carteles, se rompen, dan horas de sueño, horas de trabajo, con un idealismo tremendo. Le ponen empuje trabajan, trabajan a lo loco…, ¿y después? Aparece, suponte, un diputado que nadie conoce. Alguien que se coló por la claraboya, el que hace los arreglos o algún pariente.

Eso no sucede con nosotros. Acá no existen posibilidades de colarse si no se hacen cosas.

– Entiendo. Pero ¿Cuál es el trabajo a realizar?

– El trabajo, ya, específico, comienza cuando uno se encuentra con una persona y la invita a ir a una reunión de la Comunidad, y éste: “¿Vivimos en un mundo de violencia?, ¿si o no?. “No” dice. Bueno, “Buenas tardes. No hay más que conversar”. ¿Claro no?. “Si” dice. “Vivimos en un mundo de violencia”. Ajá… ¿Usted cree que se puede hacer algo contra la violencia o, por lo menos, para ir ganandole pasos a la violencia?”. “Y…, creo que podría ir haciéndose algo”, dice el sujeto. “Bueno” se le contesta, “nosotros proponemos trabajar en contra de la violencia social y en contra de la violencia que usted también tiene en su interior”. Este es el trabajo de la Comunidad. Trabajar por desarticular la violencia social y la bomba de violencia interna. Este es el planteo.

¿Usted participa de los actos de la Comunidad? ¿De las actividades culturales de la Comunidad? Entonces usted esta desarrollando una obra común que indefectiblemente se va a convertir esto en una fuerza de movilización social por la no violencia.

– Hay una clara propuesta de participación política en lo que hablamos. Sin embargo, en 1973 ustedes formaron el Frente Unido de la Juventud, un partido que llego a tener status nacional, y propiciaron el contravoto. Una clara propuesta de no participación política.

– Es cierto. fue un intento de advertir sobre lo que sucedía. Nosotros veíamos que se producía una miniexplosión de las que llamamos sicosociales, y de las que ya hablamos en este reportaje, sin una orientación precisa. Intentamos advertir sobre la violenta lucha generacional y por eso lanzamos el contravoto. Eso fue una advertencia general. La política nunca fue estigmatizada. Todo lo contrario.

La Comunidad, hasta el momento, se ha dedicado a actividades culturales. Pero en un momento dado, con seguridad, va a propiciar el levantamiento de un millón de firmas a favor del servicio militar voluntario. Esa es una actitud social. O va a juntar una buena cantidad de firmas para que determinados temas que son tabú se ventilen y se discutan en el Congreso Nacional. ¿Debe haber divorcio o no debe haber divorcio en la Argentina? ¿Debe haber aborto o no debe haber?

Y que no se haga silencio por que es un tema delicado. ¡Si es un tema delicado razón de más para discutirlo! ¡Razón de más para discutirlo! ¿Quién lo debe discutir? El congreso. Bien, ves que también esperamos tener participación social.

– ¿Cuál es su posición y su ocupación en la estructura de la Comunidad?

– Soy fundador. Y en la actualidad me dedico a profundizar nuestros estudios. Estamos tratando de recopilar un análisis sobre los síntomas de la violencia en distintas franjas de la actividad humana. Una especie de cartografía de la violencia. Quizá este lista para principios del año próximo.

– ¿Puede dar algún balance del trabajo en la Comunidad?

– Prefiero una observación. Mira: si nos equivocamos, entonces está todo bien, por que la humanidad va por buen camino. Pero si tenemos razón, puede ser conveniente que, como mínimo, quienes tienen el manejo de la sociedad nos escuchen. Nuestro peor enemigo es la violencia expresada como prejuicio.

– Esta charla ha sido muy amplia. ¿Puede usted sintetizar su propuesta en pocas palabras?

– Es un camino nuevo hacia la libertad.

Luis Fontana