27 de Diciembre de 1983
Revista Flash (por Elsa Bragato)
Persecuciones, cárceles, la Iglesia y como se define Silo:
“Soy un hombre religioso”
Segunda nota
Una jarra de jugo de naranja natural nos permitió seguir la charla en una tarde que ya bordeaba los 35°.
-Estábamos en que íbamos a “hablar en serio”…
Antes de entrar en el “siloísmo”, aclaremos por qué tuvo tantos años en silencio. ¿Intentaron algo, además de las arengas prohibidas?
-¡Por supuesto! Luego de aquellas frustradas “arengas”, se nos decía que debíamos sacar personería jurídica. Lo intentábamos, pero cada vez que se estructuraba un grupo directivo, éstos iban presos… Fue una cadena…
-¿De qué manera lo intentaban?
-Creábamos grupos a los que cambiábamos el nombre siempre. Recuerdo algunos: desde 1969 hasta 1975 -cuando ya el movimiento se organizó como tal- surgieron numerosos grupos de manera espontánea, heterogéneos. Estaba “Krhonos”, luego intentamos legalizar el “CRI” (Centro Religioso de Investigación) al que sí se le dio personería jurídica. Si mal no recuerdo, fue en la época de Perón. Cuando el general murió, Isabel Perón firmó, entre los primeros decretos de su gobierno (“Creo que fue el número 1.000”) el que ordenaba que se nos dejara fuera de la ley. Una de las características interesantes que tuvo ese decreto fue el de ser “reservado” es decir, hasta el día de hoy jamás pudimos saber de qué se trataba.
-¿Y ustedes que hicieron entonces?
-Seguíamos intentando hacernos oír, pero sin suerte.
-¿De qué se lo acusaba?
-De todo: de ser extremista de derecha, por ejemplo, cometiéndose errores lógicos entiéndame bien, “lógicos” graves y confundiendo a la opinión pública.
El siloísmo y la Iglesia
-La actividad “mesiánica” que se les atribuyó, ¿trajo problemas con la Iglesia?
-Sí… Hubo problemas con algunos sectores de la Iglesia. Diría con el sector de la oligarquía, del antipueblo y cercenador de las libertades. Es un punto de vista muy distinto al que pueden tener otros integrantes del clero… Por eso se lo aclaro, para no caer en generalizaciones vagas, tal como se hizo con nosotros.
-¿Usted alguna vez habló de “sacerdotes politiqueros”?
-Sí, claro que sí. Lo dije, lo repito y lo sostengo. Creo que hay una diferencia muy importante entre la Iglesia oligárquica y otros sectores. Me parece en cambio muy loable la actitud del ministro de Educación de Nicaragua (Ernesto Cardenal) que es un hombre de Fe y también un revolucionario, además de un poeta. Se que todos ellos han tenido problemas. Fíjese que Ernesto Cardenal se arrodilló para besar al Papa y éste lo rechazó… Fue triste. Esto es muy complejo…
-¿Cuál es la diferencia sustancial entre ustedes y la Iglesia?
-A nosotros nos ha parecido ver, ya que no lo podemos comprobar, que la Iglesia interpretaba que se iban a producir una serie de revoluciones socialistas en la década de ‘60 por lo que era necesario adelantarce a los acontecimientos y promover ella la guerrilla… Fíjese lo que le estoy diciendo: querían adelantarse al proceso revolucionario nacional… Cuando hablábamos de la violencia organizada, previendo el “Cordobazo” ya en aquel 4 de mayo de 1969, los diarios de la época nos salieron al cruce diciendo “este es el país más pacifista del mundo”. Y a los tres meses se produjo el conflicto en esa provincia. Nosotros teníamos muy en claro lo que iba a pasar…
-¿Por qué y de qué modo lo tenían tan claro?
-Porque hablábamos con mucha gente. Sabíamos de jovencitos de clase alta, que egresaban del Liceo Militar y de algunas escuelas religiosas, que se iban incorporando a grupos que luego fueron los “tacuaras” y, finalmente, algunas de esas líneas derivaron en “montoneros” y otras similares. Era gente de confesión diaria… la Iglesia no puede ignorar ni desmentir lo que estoy diciendo ya que se vieron involucrados muchos sacerdotes.
La pausa de una refrescante naranjada y la explicativa charla con Silo prosigue, sin dilataciones: -Cuando todo se complicó, la Iglesia se dio cuenta de que no había ganado ni en creyentes ni en nada. Entonces vino la contrapartida oligárquica con personas como Lefebvre, sumamente conservador. Pero creo que es parte del “recambio” ya que habían perdido a sectores importantes, incluso muchos oligárquicos.
-Concretamente. ¿Quién digitó a quién?
-Quiero decirle que podrían haber sido digitados todos estos grupos revolucionarios por sectores de la Iglesia. Pero le vuelvo a aclarar que no tengo posibilidades de probarlo. No puedo probar que hayan promovido ondas policíacas. Pero sí que promovieron ondas difamatorias desde el púlpito…
-¿Contra quién?
-Contra mí, por ejemplo. Aleccionaban a los chicos mostrándoles mi foto, previniéndolos contra el “Diablo”. Resulta demencial, salvo si uno lo ve dentro de un contexto mayor donde se mueven una serie de intereses que se pueden ver afectados. Entonces sí resulta claro…
-¿Qué opinión le merecen monseñor De Nevares y monseñor Zazpe?
-A Zazpe le he oído algunos comentarios y algo también escuché de De Nevares por radio. Me han parecido cosas razonables, con mucho sentido común.
-¿Buenas o malas, según su opinión?
-Buenas. No creo que tenga que hacerles ninguna objeción. Ya ve, se rescatan muchas personalidades dentro de la Iglesia.
Un hombre de Fe
-A todo esto, ¿usted es un hombre de Fe?
-Creo que soy un hombre religioso; sí… Y en esto hay bastante diferencia con la gente de “La Comunidad”, en la que hay también ateos, por ejemplo. Pero yo me considero un hombre de Fe.
-¿Qué entiende por “hombre religioso”?
-Que hay principios que rigen los acontecimientos humanos tanto individuales como históricos que no tienen nada que ver con el simple juego de fuerzas mecánicas de la Naturaleza. La historia tiene un sentido. El ser humano tiene una etapa de crecimiento, hay un sentimiento de superación. Y todo esto no funciona al azar…
-¿Cómo funciona?
-Digamos que esto tiene que ver con un “designio”…
-Algo así como que nada es casual sino causal…
-Existe una intención. Esa es la palabra justa. Las cosas no son al “acaso”…
-Para usted, ¿hay “algo superior” que nos rige?
-Sí. En ese creo yo. Y no está funcionando fuera del ser humano sino dentro de él.
-Esa intención, ¿supone una trascendencia después de la muerte?
-Desde mi parte de vista, sí. Creo que la cosa no termina acá… El ser humano puede trascender. La muerte no lo agota todo. Las nuevas generaciones ya lo están registrando. Pero no es una actitud antirreligiosa como suele afirmar la Iglesia de estas latitudes. Al contrario los jóvenes están adquiriendo un autentico sentido religioso. Todo está en lo que uno hace acá. Y no termina en uno mismo sino en los demás. De esta manera se ayuda a transformar el mundo. Esto es lo que da posibilidades de trascender, de lograr una continuidad…
-¿Hablamos de “un más allá”?
-Es muy difícil aunar razón con Fe. Si usted me pregunta por mis registros, por mis creencias y por mi Fe, entonces sí puedo hablarle. Si usted en cambio me pide pruebas, le digo que el campo de las experiencias internas está un poco alejado de la comprobación experimental y del método que se usa en las ciencias naturales. No estoy tratando, además, de probar que mi creencia esté asentada sobre fundamentos de tipo racional.
-Se habla de un Cielo y de un Infierno. En su concepción del “más allá” ¿existen?
-No, no creo ni en el Cielo ni en el Infierno. Creo en una trascendencia de la mente. Creo más en un Dios de las galaxias o de la antimateria; en un Dios que, a lo mejor, se expresa en las razones de las computadoras… Sí, en un Dios de las galaxias.
Continúa en el próximo número.