Mario Rodríguez Cobos, Silo:

«Somos los que estamos más adelante»

Entrevista realizada el 26 de setiembre a Silo en la revista «Apsi» por Rafael Otano
con motivo de la presentación del libro «Contribuciones al Pensamiento»
Santiago de Chile, 26 de septiembre de 1990

Ha bajado el voltaje profético de aquel «Silo viene» de 1969. Bastante lejos ha quedado el aura hippie de «paz es fuerza» y del Poder Joven. Ahora, Mario Luis Rodríguez Cobos sigue como nimbado de una alta energía, pero más bien como la de un gerente de publicidad o la de un director de una próspera sucursal bancaria.

Tostado, elegante, pleno de salud, a sus 52 años transita por encima de los cadáveres de diversas místicas y revoluciones que compitieron con su movimiento y se han quedado pudriéndose en el camino. Se siente como justificado, casi mimado por la historia. Esta percepción da un especial aplomo a sus palabras.

Contra los malos augurios, Silo permanece.

Empezó hablándole a las piedras. Ahora sus libros están traducidos al inglés, francés, italiano y hasta al tagalo y al hindi y a una serie de dialectos locales. En Santiago estuvo para presentar su última obra Contribuciones al pensamiento., de un tono un tanto académico, fuera de su estilo poético habitual.

Crea en torno suyo un espacio afable, pero saturado de alertas: una cautelosa grabadora junto a la de Apsi; un serio acompañante que no distrae un momento su mirada de los movimientos del periodista.

– Ustedes dicen que estamos en el año 22 de la Comunidad.

– Es decir, la Comunidad tiene 22 años.

– ¿Existe una voluntad de crear una era, de señalar un radical antes y después?

– Eso sin duda, pero si le ponemos la palabra era, le damos otra connotación. Nosotros queremos que quede bien claro el origen, cuánto tiempo tiene eso. Algunos dicen desde «la revolución de octubre», o desde cualquier otro acontecimiento. Nosotros también queremos fijar hitos y no tener referencias o acontecimientos elegidos por otros.

– ¿Por qué piensa que surgió el fenómeno mesiánico del 69? ¿Fue algo inducido?

– Fue absolutamente consecuencia del régimen militar de Onganía que imperaba en la Argentina en ese momentos. Se había prohibido el derecho de reunión de la gente, es decir, no se podían reunir más de tres personas y, por eso, cuando nosotros pedimos permiso, nos dijeron: «No porque ustedes van hacer una especie de mitin para explicar sus cosas». «Entonces ¿cómo podemos hacer para hablar públicamente?». «Si quieren vayan hablarle a las piedras». Esa fue la respuesta. Y nos sirvió, por que efectivamente dijimos: «Entonces podríamos hablar al descampado, no en locales». «Si, claro que pueden hacerlo, total…».Es lo que hicimos y nos fuimos a un lugar donde hablamos públicamente, entre las piedras, por supuesto. Sus ojos brillan como si se tratase de un triunfo aún actual. A pesar de todo, continua, nos llenaron de gendarmes, pero llegó mucha prensa extranjera y los gendarmes quedaron inhibidos, y nosotros pudimos expresarnos, aunque nada de aquello se pudo publicar en los medios de la época. Pero, claro, de todas maneras habíamos transgredido las normas que establecía el régimen, y a partir de ahí se sacaron las cosas de contexto y se deformó extraordinariamente todo lo dicho y empezó a circular una leyenda que estableció el régimen militar, en la cual terminó creyendo no solo la derecha, sino también la izquierda, lo cual me resulta extraordinario.

(Lanza una mirada acusadora a la grabadora de Apsi)

No nos espantan los dioses

– Desde el principio el movimiento apeló a la juventud de una manera muy directa y habló de lucha de generaciones.

– Así es, así es.

– Esto, ¿cómo lo ve usted ahora?

– Bueno, se ve de un modo, muy parecido, sólo que no se tiene una concepción biológica, sino histórica de las generaciones. Normalmente se dice: «Cuando uno es joven, es de izquierda, cuando uno es de mediana edad, es conservador y, cuando uno llega a ciertos años, es reaccionario». Esa es la concepción biológica de las generaciones. Sin embargo, la historia no se mueve así. Bien sabemos que hay generaciones francamente revolucionarias, cuyos hijos son reaccionarios. Sabemos que en Estados Unidos, después de los contestatarios de Berkeley, de los fenómenos hippies y de toda aquella conmoción, los nenes, los niños de esos contestatarios son los que terminaron votando por Reagan. Así es que nuestra concepción de la dialéctica generacional no es una concepción biológica, sino histórica.

– En algunos estudios se considera a La Comunidad como una secta ¿Le parece mal esta apreciación?

– Me es indiferente. Más bien creo que eso espanta a algunas señoras, pero no creo que preocupe mucho a las personas más inteligentes.

– Debo reconocer que soy una de las señoras que me espanto de las sectas, por que las sectas tienen una serie de connotaciones que no me gustan. Tienen un carácter mesiánico, una pretensión de resolver totalmente la vida, una manera jerárquica un tanto autoritaria. ¿Cómo juzga todo esto?

– Lo veo bien, entendiéndolo en su contexto. Yo no le temo al término secta, por que nosotros vemos sectas en todo. Por ejemplo, el catolicismo es una secta, aceptada, pero secta que lucha por ganar su espacio. Y nadie de los más tremebundos acusadores se larga contra la secta católica. El miedo que mucha gente experimenta ante las sectas es muy explicable, pero pienso que en las nuevas generaciones ese temor no se da, ese temor que tiene que ver con lo religioso y todos esos fenómenos. Nosotros no tenemos miedo a lo religioso, no nos produce ningún espanto hablar de Dios, como en la edad media les producía miedo hablar del diablo. Con el racionalismo de fines del siglo pasado, cuando alguien decía Dios ¡hay que ver! era algo que producía muchas zozobras. A nosotros no nos espantan los dioses.

– También hay otros aspectos peculiares del movimiento que se han señalado, por ejemplo, su jerga, palabras iniciáticas como epónimo, coetáneo, saltos, primer magisterio…

– En efecto, usamos un tipo de jerga, como la usa todo grupo que comienza sus actividades para lograr identidad y tener fuerza y no diluirse tomando prestadas expresiones, doctrinas o ideologías extrañas.

– ¿Qué extensión geográfica tiene actualmente La Comunidad?

– Yo creo que está arriba de cuarenta países. Donde nuestra presencia es más notable es en la India y en Filipinas, y después en algunos países de Europa. Y en Latinoamérica, que es su origen. En este momento está tomando mucha fuerza en Francia y en Alemania, siendo que tradicionalmente el peso mayor del movimiento en Europa estaba en España. Esto es explicable porque fuimos muy perseguidos en Argentina y posteriormente en Chile y nuestra gente emigró al país idiomática y culturalmente más afín. Habría que agradecerles a los regímenes militares, porque provocaron una dispersión muy grande que extendió nuestra acción.

– ¿Qué pasó tras el golpe en Chile?

– Tras el golpe, fueron inmediatamente detenidos numerosos miembros del Movimiento. Algunos de ellos fueron liberados y a otros los mandaron a Pisagua. Creo que fue un número aproximado a diez personas. El régimen hizo su buen trabajo y provocó en algunos una suerte de quebradura. Estuvieron detenidos en las peores condiciones, como seis meses, y entonces se hizo una campaña en distintos países en favor de los detenidos, informando a la opinión pública mundial respecto del peligro que corrían. El hecho es que los fueron soltando.

– ¿Qué pasó con Bruno Von Erenghberg, el editor de sus obras en Chile y autor del discutido Poder Joven?

– Fue uno de los recluidos en Pisagua. Y, bueno, desde entonces él quedó muy disminuido. Estas cosas ocurren, hay quienes son más fuertes para aguantar y otros lo son menos.

Un tanto erráticos

– Respecto a las ideas, leyendo sus escritos, su pensamiento parece demasiado global y un tanto vago. Tendría uno la impresión de que no compromete a nada o a casi nada. Usted dice que abarca tanto la visión oriental como occidental, a creyentes e incrédulos, a distintos partidos políticos.

– Si, tenemos una visión muy amplia y poco sectaria. Es cierto que no hay determinadas prescripciones, no hay que hacer cosas concretas, no hay que ubicarse en ciertos cánones ni en ciertos mandatos. Es un pensamiento muy amplio y muy relativista.

– En esta misma línea, me da la impresión de que el desarrollo ideológico del movimiento, se ha producido a impulsos de un cierto eclectismo oportunista. Por ejemplo, al principio se hablaba de rebelión, luego de una cierta mística y de desarrollo personal con la aceptación de gurú, del gran maestro ; más tarde se insiste en slogans «paz es fuerza» inspirados en el movimiento hippie. También se acepta hasta un cierto punto el marxismo. Últimamente se han asumido muchos de los planteamientos ecologistas. ¿No hay en el acervo ideológico de la Comunidad demasiado de todo?

– Si. Yo creo que ha habido una voluntad de asimilar una gran cantidad de fenómenos, sobre todo en este mundo donde las cosas no están tan perfiladas y se encuentran en un gran proceso de cambio. Se nos puede ver un tanto erráticos, no sé si a eso se le puede llamar oportunismo, más bien habría que discutir lo que siempre se ha llamado estrategia y táctica en la acción de los movimientos y las estructuras. Pero efectivamente no se ha confrontado con determinadas corrientes, ya que menciona el caso del marxismo. Es más, miembros del movimiento han establecido alianzas con los partidos comunistas, por ejemplo en Argentina o en España y también en otros países.

Inversiones inmobiliarias

– Respecto del Partido Humanista ¿En qué países está implantado en estos momentos?

– Partidos Humanistas han salido en los países en que existe el movimiento. Dentro de América Latina, el más importante es el de Chile. En Argentina tiene su fuerza, pero eso no se ha reflejado electoralmente.

– Usted personalmente, ¿qué incidencia tiene en el movimiento?

– Yo creo que lo más importante es mi labor ideológica. En el movimiento hay una referencia personal fuerte, y no le tememos a eso de las referencias personales, porque sabemos que en todos lados existen, aunque están disfrazadas. Tampoco tememos a eso de que tengamos una organización -entre comillas- «jerárquica», porque tal jerarquía o tales peldaños en la organización se van logrando por el trabajo que se haya puesto.

– ¿Y tiene alguna función respecto a los Partidos Humanistas?

– Absolutamente no. Me parece que en cada lugar hay que atender a tantos factores, que, aunque quisiera, sería imposible hacerlo.

– Respecto a su futuro personal…

– Mantendré una suerte de liderazgo en la Comunidad.

– ¿Qué tipo de actividad realiza para vivir?

– No he estado mal económicamente nunca. Cuando mis padres pusieron una empresa alcoholera y de productos alimenticios, yo trabaje en eso. En este momento, mi mujer y yo, después de la crisis económica que ha sobrevenido en Argentina en el campo, y particularmente en Mendoza, tuvimos que empezar por arrancar viñas e irnos desprendiendo poco a poco de ellas y he hecho inversiones inmobiliarias y también mi mujer, que tenía sus propias fincas. O sea, que en ese sentido, me defiendo medianamente.

– ¿Su tiempo lo dedica a la producción intelectual?

– Desde hace un año estoy abocado a eso.

– ¿Qué intelectuales de hoy le parecen especialmente significativos?

– Creo que hay una suerte de crisis momentánea en el pensamiento puro, así como también creo que la hay en la ciencia pura, aunque no en la tecnología, que es una cosa distinta. Francamente después de la teoría de la relatividad, después de las ideas de Husserl, después de Heidegger, después de los últimos aportes de Sartre, pienso que se ha producido un eclipse y que, bueno, saldremos en poco tiempo de esto. No creo que haya mucho que admirar en los nuevos estudios del lenguaje y de la semántica, en las corrientes sicológicas y en todo eso que se habla del postmodernismo.

– Ustedes vistos desde afuera, tienen una imagen más bien retro.

– Menos moderna, pongámosle entre comillas si quiere. Depende del punto de vista, por supuesto. Nosotros creemos por el contrario, que somos los que estamos más adelante.