La Nación, 12 de septiembre de 1990
Silo: Un aporte al mundo de las ideas
«Contribuciones al Pensamiento», de Mario Rodríguez Cobos
«¿Qué es Silo…? Bueno es una corriente de pensamiento centrada en el hombre, que nació en América Latina y se ha expandido a Europa, siguiendo las pautas de la cultura occidental… Pero con muchas ganas de poder llegar a Asia, al Medio Oriente y otras partes. Porque este movimiento rescata los elementos más progresivos de todas las culturas… Y, también, es un tubo largo, así como un granero, que sirve en el campo para guardar maíz u otras cosas; y a mí me pusieron así porque era flaco, como un tubo, ¿no?»
La presentación la hace Mario Luis Rodríguez Cobos, Silo, un argentino de 52 años que se hizo notar a comienzos de los setenta no sólo por su forma de pensar que «enganchó» a muchos jóvenes, sino también por el escándalo y la publicidad que rodearon su accionar en América atina. Silo, La Comunidad y otras agrupaciones que surgieron a partir del pensamiento y acción de Rodríguez Cobos fueron indiscriminadamente asociadas a bacanales orgiásticos, sesiones de drogadicción y otros asuntos reñidos con lo que se denomina «buenas costumbres» o «moral pública».
«A principios de los setenta, la generación de jóvenes era, todo un fenómeno, con mucha fuerza, con mucha capacidad para intentar cambiar las cosas. Por simplificación -y conveniencia de sectores más conservadores y reaccionarios- se hizo aparecer a muchas corrientes como iguales. Estaba el hipismo, el guerrillerismo, el orientalismo, y otras formas de ver la vida», todo en un mismo saco.
«Con los regímenes militares, nosotros también fuimos reprimidos en forma dura; perseguidos con consecuencias funestas. Por suerte eso ahora ha pasado», manifiesta el pensador argentino mientras recuerda brevemente los turbulentos años de su irrupción en el «mundo de las ideas».
De vuelta en chile, Silo presenta un nuevo libro, que se suma a Experiencias Guiadas (1989) y a Humanizar la Tierra (1987); se trata de Contribuciones al Pensamiento, ensayo compuesto de dos partes: Sicología de la imagen y Discusiones Historiológicas. «Es un libro aburrido, teórico, que como toda obra filosófica requiere de las palabras justas, que le dan mayor pesadez», comenta Rodríguez.
Dentro de los fundamentos básicos de la doctrina de Silo -o de «nuestro pensamiento», como dice el autor para englobar a un grupo amplio de amigos y colaboradores-, los dos ensayos tratan de hacer un aporte para fundamentar una teoría coherente de la acción; aporte que asume la forma de una doctrina, de un discurso centrado en el ser humano.
«El primer ensayo -Sicología de la imagen- es una suerte de discusión sobre la sicología clásica y tradicional, basada en el concepto de estímulos y respuestas. Nosotros hablamos de ‘paisaje interno’, donde es necesario convertir las ideas, creencias y emociones en imágenes. El segundo -Discusiones Historiológicas- se contrapone a la historia reactiva, donde los pueblos se construyen a través de acciones aisladas. Nosotros decimos que no, que los pueblos hacen su propia historia. Esto es lo que llamamos una tesis activa de la historia y de la sicología».
– Entre tanto pensamiento, ¿qué lugar ocupa la acción, la «praxis», dentro de las ideas de Silo?
– «La mayoría de nuestro pensamiento no es en abstracto, está basado en la realidad de ‘nuestra realidad’. Lo que nosotros hacemos es dar a conocer una idea, una filosofía, que es aceptada por otros y compartida por personas que participan de las instancias de discusión pública y de poder».
«Otras personas se encargan de implementar lo que nosotros aportamos en el campo de las ideas. Por que para realizar acciones hay que tener capacidad de hacerlo»
– Acá en Chile, ¿cómo se ha difundido el pensamiento de Silo?
– «En Chile hay un movimiento amplio; que ya no está oculto ni reprimido; son personas públicas. Además que se mantiene algún tipo de relación ideológica, en ningún caso política o estructural, con la gente que vive del humanismo».