Chile
11 de Mayo de 1989
Diario La Epoca

Vino a presentar el libro “Humanizar la Tierra” que publicó editorial Planeta

Mario Rodríguez Cobos, Silo, ya tiene 51 años y aunque su mensaje cobró forma política, el Partido Humanista, no olvida las dudas existenciales.

Antonio Martínez

Ayer llegó Silo a Chile y no viene solo. A Mario Rodríguez Cobos, mendocino, 51 años, casado, un hijo, lo acompaña gente y equipo. Un trío de seguidores, una máquina de video que filma lo que él habla y un libro que publicó editorial Planeta y que presentará en Chile: Humanizar la Tierra, que compila tres escritos, La mirada interna, El paisaje interno y El paisaje humano.

No es Silo un hombre demasiado alto, es moreno, ya con canas y esa aureola a su alrededor fabricada con mitos, verdades a medias y medias mentiras.

Silo está en el extremo de una mesa larga, el trío que lo acompaña en un sofá a cierta distancia, alguien instala una grabadora para registrar lo que se dice y la cámara de video filma.

-He visto gente que se encuentra conmigo y queda petrificada, piensan que se van a encontrar con algo extraordinario. Eso es propaganda que desvirtúa el mensaje, porque la persona pasa a reemplazar el mensaje.

A los 18 años en moto

En mensaje partió con el propio Silo, cuando a los 18 años se subió a una moto y recorrió Argentina y América Latina. Partió con unos escritos que se reprodujeron, entusiasmaron y creó La Comunidad que, aseguran, existe en 52 países.

En su libro hay palabras que se repiten: energía, fuerza, relajación, esfera, sufrimiento, felicidad y de “una revelación interna que hiere como el rayo”.

Pero también se afirma que es necesario “ascender en la escala social y acercarnos al poder a toda costa”.

-A fines de los 60 y a comienzos de la década del 70, el nombre de Silo y sus seguidores fue objeto hasta de persecución. ¿Por qué?

-Sufrimos una resistencia sería y quién sabe si nosotros no tuvimos alguna culpa por los errores que cometimos. Pero hay que desmenuzar un poco la situación. En ese entonces la sociedad chilena vivía convulsionada y hubo gente que fue apresada y expulsada. Pero eso no pasó sólo en Chile, también en Argentina, Francia, España. Nos veían como exponentes casi incendiarios del cambio y las instituciones que se aferraban al pasado reaccionaron contra nosotros.

-¿Es verdad que, según ustedes, las personas con más de 50 años ya no tenían espacio alguno en la sociedad?

-Eso fue por una incorrecta interpretación de algún sector de la izquierda tradicional. Hablamos de las generaciones, mientras una está en el poder otras es desalojada, otra puja por ocuparlo y una cuarta está capacitándose. Hablamos de dialéctica generacional y los malos intérpretes supusieron que atacábamos a la dialéctica de clases. Un obrero joven se parecía más a un burgués joven, que un obrero joven a un obrero viejo. Pero eso de los 50 años era una cosa panfletaria y también lo de suprimir a la gente de edad.

-A finales de los 60 están los “hippies”, la revolución de Mayo. ¿Cómo ingresan y contaminan esos fenómenos culturales a su movimiento?

-En distintas escalas y de distintos modos, esa fue una generación contestataria, pero aparte de criticar al sistema la verdad es que no propusieron ningún modelo nuevo. El fenómeno contestatario se lo dio en tres variantes: los hippies, la droga y el guerrillerismo y una subvariante fue la mística y muchos se iban al Tibet para una búsqueda interior. Fue una época de gran comunicación generacional, muy revoltijada. En esa situación nuestros grupos tuvieron su atractivo y muchos llegaron donde nosotros.

-¿Qué ocurrió con esa generación?

-Quedó gente en el camino, destruida. Muchos se dislocaron de la realidad. Fueron muy desafortunadas las variantes de esa generación y todas terminaron catastróficamente.

-En cambio, Silo y La Comunidad continúan…

-Le decía antes que muchos de los nuestros fueron expulsados de varios países y otros, por darles un nombre, se exiliaron porque se sentían acosados. Lo curioso es que estas personas se pusieron a construir y difundir las ideas en los otros países. En este sentido y como proceso histórico, la persecución y exilio fue positivo.

-¿Pero eso tiene una formulación política?

-La Comunidad nunca se definió como política o religiosa, pero siempre animó a la gente para que participara en política, en los partidos. Antes La Comunidad era un grupo de estudios, ahora tenemos personería jurídica, muchas cosas se han asentado y queremos salir de la etapa artesanal para entrar en una etapa más sólida. Antes no teníamos experiencia y no éramos especialistas en ninguna materia. Ahora ingresamos en las reglas del juego de una sociedad en los canales habituales.

-¿Qué relación tiene con el Partido Humanista chileno?

-No creo que sea un exceso de mi parte decir que hay algún tipo de aporte en el sentido ideológico en general, pero no en materias de implementación práctica. El Partido Humanista venía de esa institución, La Comunidad, y es normal que ingrese a la actividad política.

-¿O sea que usted podría aspirar a ser diputado en Argentina, por ejemplo?

-No hay impedimento, pero el tema es otro. Hay que tener condiciones, un lenguaje adecuado y vocación. ¿Qué haría yo en la cosa política? No son mis intereses.

-¿Pero tienen un partido en Argentina?

-El Partido Humanista, pero somos muy jóvenes, apenas cuatro años. Para las elecciones del domingo se presentan seis fórmulas presidenciales y una es la nuestra. No sé qué va a pasar, quizás nada significativo y no logremos tener un representante. Pero estamos navegando lentamente, creciendo y tomando contactos.

-¿Usted tiene ganas de llegar al poder?

-Ganas tenemos muchas y eso es lo que hacen todos nuestros amigos que participan en la política. Aquí hablan de plebiscito, de las leyes de voto popular, de crear una atmósfera importante, de sistemas cooperativos, de las mayores necesidades de información que tiene una gran sociedad para que pueda elegir libremente.

-¿Pero el mensaje de Silo es político o espiritual?

-Hay dificultades para encuadrar este pensamiento porque somos un fenómeno no encuadrado. Yo diría que el ser humano tiene estructuras: una interioridad personal y también está la exterioridad política. A nosotros nos preocupa el mundo social y por eso un Partido Humanista; pero no queremos eludir el problema existencial ¿por qué habríamos de hacerlo?

-¿Cuál es el problema existencial?

-El problema de cada ser humano: ¿de dónde viene? ¿a dónde va? El sentido de la vida, de su existencia. Si Dios existe, si no existe…

-Pero se pueden pasar toda la vida discutiendo eso.

-Ah, sin duda.