Chile 2 de Junio de 1991
Diario La Epoca – Victor Fuentes

Mario Rodríguez Cobo, autor de las ideas que forman la Alianza Humanista-Verde, habla de su relación con la coalición

En la década del 80 la proliferación de proyectos políticos-partidistas fue un hecho evidente. En el período conocido como la apertura, en 1983, se llegó a contar medio centenar de colectividades deseosas de ocupar un espacio en el tradicional espectro de tres tercios. De las tiendas surgidas en el decenio -las que hay que diferenciar de las que se reactivaron tras ser clausuradas por el gobierno militar- pocas son las que no han recibido certificado de defunción. Entre los alumbramientos de la época se cuentan los de los partidos Humanista y Verdes, que al no alcanzar el mínimo exigido por la ley -luego de las elecciones de 1989- y dado que provenían de un tronco común (la Comunidad para el Desarrollo Humano) se fusionaron.

Hoy forman la Alianza Humanista-Verde y quién mejor para echar las cartas -y ver la suerte futura de este grupo- que su ideólogo, el argentino Mario Rodríguez Cobo, más conocido como Silo, quien visitó hace algunas semanas el país para presentar una edición de sus obras completas, publicada por Planeta. Este pensador autodidacta, instruido en la ciencia política e influido por la sociología fenomenológica y la psicología de la conciencia, reconoce que la Alianza Humanista-Verde es una fuerza pequeña; sin embargo, aclara que ello se debe a su juventud.

Como buen filósofo, tiene reflexiones para todo. Piensa que América Latina, inspirada en el modelo estadounidense, se dirige irreversiblemente hacia el bipartidismo.

Empero, asegura que sobrevendrán crisis similares a la de Europa del este. Entonces será el tiempo de las nuevas fuerzas políticas.

-¿Qué lo vincula tanto a Chile?

-El Movimiento (instancia ideológica que lidera y de la cual se nutren los partidos que recogen su inspiración) surgió en Mendoza, que es un lugar más próximo a Santiago que al mismo Buenos Aires. En esta ciudad existe una cosa muy chilena, incluso recordamos que pertenecía a la Capitanía General de Chile hasta fines de 1700. Así que se puede distinguir un entrecruzamiento de familias, gustos comunes; comidas típicas chilenas que también lo son en Mendoza (como el Barros Luco y el Barros Jarpa). En Argentina hay una dialéctica muy fuerte entre el interior y Buenos Aires. La gente mendocina tiene más afinidad hacia este lado.

-¿Cuánto hay de religiosidad en su grupo?

-Usamos el sentido amplio de religiosidad, yo creo que ésta es una idea fuerte que le sirve a la gente como referencia para organización de sus actividades vitales. Todos tenemos nuestros problemas, nuestras vidas y muchos de nosotros hacemos esfuerzos por poner parámetros claros. La gente que participa en estas actividades se interesan mucho por organizar sus prioridades y decirse a sí mismos: “Bueno, es mi vida. ¿Qué es lo más importante? Eso creo que le da mucha fuerza, el hecho de que la gente se ayude entre sí, no a organizar su vida, sino sus prioridades, a estudiar cuáles son las prioridades: el dinero, la familia, la fe que tengo o no tengo. Eso le da intercambio entre las personas.

-¿Cómo nace su búsqueda de dar una respuesta global o ideológica?

-Esto surge muchos años atrás, cuando ya comenzaban a verse todas estas crisis a escala mundial y, por supuesto, también en nuestros países latinoamericanos. Frente a esta situación no había buenas respuestas, porque así lo demostró luego el proceso histórico. La gente dijo: “Tenemos todo el derecho del mundo de reunirnos para ver qué respuesta podemos dar nosotros”. Así comenzó esto en la década del ’60, gente que no encontró respuestas a lo establecido.

-¿Considera que sus planteamientos son una síntesis de los ’60?

-Yo diría que como todo en este mundo, fuimos influenciados por las corrientes que nos han precedido, pero no es simplemente un eclecticismo ni una mezcla de cosas yuxtapuestas, sino que de una estructura de pensamiento. No se trata de tomar cosas y revolverlas. Mis raíces siempre las cito en los libros; me inspiro en ellas, discuto, adhiero, como ocurre con todo autor.

-¿A qué atribuye que ello interprete a los jóvenes?

-Como adherimos a la teoría generacional creemos que es muy importante la cohesión de las nuevas generaciones y la preparación de ellas, porque tarde o temprano les corresponderá ocupar el centro social. En ese sentido, no estoy pensando políticamente. Estar en el poder no significa sólo tener el control: hay un poder social, cultural. Es decir, un espacio desde el cual se pueden emitir opiniones, lanzar pensamientos, debatir y entrar al escenario. Esa aspiración es legítima y creo que apuntar a la gente joven para que se prepare en esa dirección también lo es.

-¿De qué luchadores sociales recoge lineamientos para enfrentar la política?

-Principalmente observo actitudes personales comprometidas, como es el caso de Gandhi. Debo reconocer esa cosa consecuente con la no violencia, que debe ser muy difícil de llevar, porque ser violento es -al mismo tiempo- una descarga, mientras que con no serlo es una contención. Yo creo que exige una reflexión muy importante, no tanto ideológica, pero sí en cuanto actitud vital, en su militancia. Sin duda es un paradigma para mí, como lo es también Martin Luther King.

-¿Cuál es su relación de intercambio con la Alianza?

-Bueno, hay mucha gente de la Alianza que participa de este pensamiento. Con muchas de ellos intercambiamos. Hay otra gente que no tiene nada que ver, que tal vez les gustan las ideas como partido, pero que no se interesan en absoluto por la filosofía. Eso es así.

-Usted ha opinado frente a coyunturas chilenas. ¿Se considera un estratega?

-A mí me han consultado en términos generales qué orientación concreta podrían tener organismos políticos. Eso ha sido bastante difícil para mí. Yo he dicho que el tema es la puesta en práctica, y ello es difícil porque se requiere de mucha información. Hablando con franqueza, pienso que en el campo político yo no podría hacer mucho aporte, aunque me habría gustado… Después hay otras cosas que cuentan, como que la gente es amiga y que hay una cosa casi familiar, por ello se pueden comentar cosas al pasar, como en muchas partes. Hay intercambio de opiniones.

-En concreto, en 1988 le dijo a la dirigencia del PH que el triunfo del Sí era inevitable y que había que denunciar el fraude. ¿Qué informaciones tenía sobre el particular?

-Yo tenía antecedentes de los que podía disponer cualquiera. Por ejemplo, que los medios de comunicación estaban controlados y al ocurrir ello no había una política que favoreciera el intercambio de ideas. Objetivamente, yo diría que se daban condiciones para que la situación no fuera del todo limpia.

-Entonces, ¿le sorprendió el triunfo del No?

-No, yo sabía que la dictadura iba a ser derrotada.

-Pero, ¿y su denuncia?

-Bueno, es verdad, tenía apresiones… pero confiaba en el triunfo de los sectores democráticos.

-La alianza le tiene a usted como único ideólogo. ¿No hay nadie más que pueda hacer aportes filosóficos?

-Están empezando a producir cosas. Creo que es un problema de edad. Muy pronto hay gente que va a empezar a hacer sus publicaciones.

-¿Y por qué no lo han hecho?

-Porque no se animaban a presentar sus tesis… Así es que no nos sorprendemos si en poco tiempo encontramos una corriente de pensadores. El proceso ha sido lento porque tiene mucho que ver con la maduración de la percepción…

-¿Cómo evalúa la falta de presencia individual de la Alianza en la Concertación?

-Es un partido muy nuevo. Los otros son agrupaciones que han hecho mucha historia. No hay que confrontar ni comparar a un niño con un adulto. Yo creo que tiene que ver más bien con la juventud de esta nueva expresión política.

-A nivel de coalición suelen sobrevivir las expresiones más fuertes. ¿Qué va a pasar con las fuerzas menores como el PH-LV?

-Tendrían que hacerse masivas, no les queda otro remedio. Tendrán que llegar a la gente, a grandes núcleos. No sirve ser un grupo reducido, aunque sea gente con ideas.

-Un sistema como el que actualmente tiene Chile tiende a reducir los multipartidismos. ¿Qué posibilidad de sobrevivencia les ve a humanistas y verdes?

-Es un problema latinoamericano en general, no sólo del país. Se tiende al sistema bipartidista -con distintos nombres-, en que el camino es el agrupamiento de dos grandes bloques políticos, como es el caso de los Estados Unidos, en que las fuerzas nuevas tienden a ser asfixiadas. A ese modelo de sociedad parece que nos vamos encaminando en todos los ámbitos.

-¿Es reversible?

-De momento no. Pero podría ocurrir que las cosas como se están planteando en EE.UU. dejaran de funcionar bien. Estos esquemas del bipartidismo reducen espacios a las nuevas expresiones y todo aquello podría provocar crisis como ocurrió en el campo socialista. Y basta ver para constatar que han surgido nuevas expresiones políticas.

“El debate económico no está cerrado”

Este inspirador de la ideología de los partidos Humanistas y Los Verdes, hoy la alianza, también tiene una visión de la economía y, en ella, una posición crítica frente a los actuales modelos de desarrollo y crecimiento.

-Usted afirma que es partidario del cooperativismo. El liberalismo como ideología triunfante parece haber dado término a la discusión económica. ¿Piensa modificar sus planteamientos?

-El liberalismo ha tenido en realidad muchas fluctuaciones. El antiguo liberalismo tuvo un auge en algún momento y luego declinó. En los ’90 hay una nueva vertiente liberal -el neoliberalismo-, es decir, no es una cosa nueva, sino algo que se transforma.

Rodríguez Cobo sostiene que “tendrán, así lo creo, que sobrevenir nuevas crisis, las que serán muy importantes, en el esquema neoliberal, particularmente en América Latina. El hecho de que la moda sea ésta no implica que no se pueda seguir pensando o hablando. Hay otras posibilidades que plantear.

“Se discute mucho”, prosigue este pensador, “que los sistemas cooperativos han demostrado ser poco eficiente en el campo capitalista y, sencillamente, no han resultado en el área socialista. La verdad es que si en el capitalismo una cooperativa funciona se transforma en una sociedad anónima. Si no existen créditos preferenciales y no se da a la gente posibilidades para que entre en un sistema más amplio se asfixian.

“En realidad han resultado ineficientes por eso, porque no han contado con ningún tipo de apoyo”.

“En el campo socialista, las cooperativas, en realidad, son instrumentos del partido. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Tampoco creo que sean la última palabra, pero, en verdad, es que no las hemos visto actuar”.

“Por otra parte, yo no sabría decir si las cooperativas de producción, circulación o consumo, son las más adecuadas, o nuevas formas de descentralización y cooperativización a nivel de comunas. El ideal es la descentralización y que exista un capital social y no concentrado, ni en manos privadas ni estatales, y esto es apoyado por mucha gente, aunque se imponga el ideal neocapitalista”.

-¿Qué valora en el neoliberalismo?

-Yo recojo que se está transformando, como toda expresión política y económica. Pero yo no puedo creer en una propiedad social a través del capitalismo, porque yo no veo dónde está integrada la participación social.

“Se suele decir: Bueno, tenemos 300 mil accionistas en esta empresa, que son los mismos empleados, con sus familias. Sin embargo, al estudiar la composición del capital se ve que la mayor parte de él está en manos de 5 personas… Por lo tanto, yo tengo mis dudas acerca de que el capitalismo haya llegado efectivamente a todas las capas sociales”.

-En el fondo, es un problema de concentración, ya sea del poder, del dinero. El monopolio es también un problema: una única opción. Nosotros para enfrentar esto planteamos la libertad de posibilidades: la desconcentralización política, social y económica.