Chile, setiembre 1984
Revista Clan por Delia Vergara

Reapareció Silo, el hombre que a fines de los años sesenta inflamó a parte de nuestros jóvenes y que creó tan violentos anticuerpos como violento fue el entusiasmo de sus seguidores. Estuvo en Chile unos días el mes pasado y tuve la oportunidad de entrevistarlo.

El misterio que rodeó siempre a este controvertido personaje me había hecho imaginármelo como un gurú, como alguien que me iba a hablar desde las alturas de la sabiduría. Mi sorpresa fue grande, porque me encontré con un político. Intelectual, tajante.

Comprendí los anticuerpos, porque tiene la soltura de cuerpo del que se coloca fuera del sistema y desde ahí juzga. El sistema está tambaleando y él no tiene pelos en la lengua para denunciarlo, con una verba arrolladora y una seguridad de argentino.

Sus ideas son atractivas, rupturistas. No es de extrañar que los jóvenes sean mayoría entre sus seguidores. Tiene cosas que decir y es interesante escucharlo, porque su figura estuvo siempre rodeada de tanta pasión que era casi imposible enterarse de lo que realmente estaba planeando. Se defiende, con la misma pasión que se ha ejercido en su contra, de los que lo han atacado.

Alto, flaco, buena pinta, viste pantalones de cotelé, sueter de shetland, camisa escocesa, mocasines. Fuma sin parar. Se siente cómodo en la entrevista, habla bien, se nota que le gusta salir a la palestra. Y ahí tiene un buen auditorio, porque además de mí estaban escuchándolo sus principales discípulos chilenos, los dirigentes del Partido Humanista.

En la actualidad vive tranquilamente en Mendoza junto a su mujer y sus dos hijos. No tiene cargo específico, pero se define como ideólogo de los Partidos Humanistas, que acaban de estrenarse simultáneamente en Asia, en Europa, en América Latina y también en Chile.

A los cuarenta y seis años su onda es definitivamente la política, y hacia allá apunta sus principales dardos.

– Yo creo que el mundo ha cambiado, la forma de relación social, el sistema económico está en transformación. Hay un cambio en todos los campos. ¡Un niño de doce años está estudiando computación!

Y el estilo político parece que hubiera quedado arraigado en los esquemas de principios de siglo. Entonces hay una desadecuación entre la política y la realidad. ¡Es un lío!

– ¿Por qué crees tú que no se da una renovación dentro del sistema?

– Yo creo que, entre otras cosas, porque hay un serio taponamiento a las nuevas generaciones y a la mujer, que son las fuerzas dinámicas de la sociedad. ¡Si la mujer es la mitad de la población! Y los partidos trabajan con ramas femeninas, y esta rama femenina significa un taponamiento a la mujer. Con la juventud sucede lo mismo. ¿Qué significa la juventud de un partido? Significa que los jóvenes que van ingresando, con el pretexto de que deben ir logrando experiencia política, se les va cercenando la iniciativa. ¿De qué está sirviendo la juventud en los partidos? Está sirviendo simplemente de fuerza de trabajo. Los jóvenes son los que salen a pintar paredes, a tirar panfletos, a agitar las universidades. Y a la hora de los cargos: ¡pues nada! Si se quisiera una renovación política los partidos no deberían tener rama juvenil ni rama femenina, sino que fueran ocupando cargos aquellos que sirvan por su actividad o por su vocación demostrada, independientemente de que fueran mujeres, hombres, jóvenes o viejos…

– ¿Tu has sido siempre un líder de la juventud. ¿Cuál es tu atractivo para ellos?

– Yo creo que se trata, más de que de una cuestión personal, del tipo planteo, un tipo de planteo que allá en el 69 comenzamos a hacer. Dijimos entonces, con bastante claridad, que veíamos un incremento de la violencia en todos los campos, en todos los países, que no se trataba solamente de la situación particular de un país, sino que era un proceso general. Y esta violencia no era soló violencia física, sino que también había otra forma de violencia, como la violencia económica, racial, religiosa, sicológica, educacional y que ésto se iba a hacer cada vez más intenso. Nosotros lanzamos ésto en el 69 y tenemos un archivo de publicaciones donde se dijo: «¡Qué vienen a hablar de violencia y de paz si este es el país más pacífico de mundo!»

– ¿De dónde surgió en ti todo eso?

– Fue producto de un grupo de gente que se puso a estudiar, con bastante seriedad, las condiciones en que vivíamos.

Empezamos a estudiar seriamente algunas de las raíces que motivaban el sufrimiento en el ser humano, que provocaban dolor. Nos fuimos a la selva del norte argentino, arrendamos un campo, era selvático, así que nos salió muy barato, hicimos un claro, tiramos árboles, y ahí instalamos nuestra vivienda. Estuvimos en eso algo de seis meses, viendo muy bien lo que pasaba con nosotros mismos. Y articulamos nuestra pequeña táctica para aquel momento.

– ¿Qué se propusieron?

– Nos propusimos desarrollar un sistema tal que hiciera tomar conciencia a la gente de que ésto iba de mal en peor y que deberían existir alternativas diferentes a las que se planteaban en términos políticos y en términos pedagógicos. Entonces salimos de esos lugares, articulamos grupos y esos grupos empezaron a desarrollarse, no solo en Argentina.

– Los grupos que funcionaron aquí en Chile provocaron mucho rechazo, en la izquierda, en la derecha, entre las familias acomodadas. ¿Por qué crees tú?

– Nosotros estábamos provocando una transformación importante en la gente que se acercaba, una visión diferente, un enfoque distinto de la realidad. Entonces los sectores de izquierda marxista más irreflexivos, por ejemplo, sostenían en ese tiempo que nosotros desviábamos la revolución y la concientización de las masas y todo aquello. Que le hacíamos el juego a la derecha. Y en los sectores de derecha la cosa era: todo está muy bien, si hablamos de interioridad humana, que alguien practique yoga, que otro vaya a misa, todo ésto está bien, pero cuando se trata de modificaciones profundas, ¡la cosa no está bien! Que haya cambios de gobiernos bueno, eso está bien, pero que haya transformaciones de sistemas, ¡eso no está bien!

– Tengo la impresión que lo más fuerte que ustedes gatillaron fue un cuestionamiento de lo que sucedía al interior de las familias…

– Sí… ¡como no! También se trató ese tema, entre tantos otros. Pero parece que a algunos eso les tocó. En el caso de Chile, reaccionaron algunas familias que estaban en situación de desintegración, donde se denunciaban situaciones muy irregulares. Se denunciaba que, francamente, se producía una situación de abandono de las nuevas generaciones por parte de las viejas generaciones. Todo eso estaba muy oculto. Y por ahí hubo reacciones fuertes por el lado de las familias. Yo no creo que hayan sido familias humildes, de escasos recursos, yo creo más bien que eran familias de clase alta que tenían mucho control de la prensa. ¡Entonces se hizo un fantasma!

Y se ejerció violencia contra nosotros. Mucha gente fue presa en muchos países, nunca se supo por qué. Ni hubo nunca una acusación concreta, todos dimes y diretes de sociedades semi-feudales. Hubiese sido lindo saber de qué se nos acusaba.

También podemos habernos equivocado en determinada metodología. Hubo pintoresquismo en nuestra gente en distintos lados.

– ¿Cuál fue el pintoresquismo de la gente de acá?

– Cierta metodología inadecuada. Hubo gentes que pretendían, por ejemplo, que el movimiento debería ser muy puro, muy rígido en sus costumbres y en su forma de ver el mundo, muy cuadradito cuando la realidad no es tan cuadradita. Entonces ¡claro! eso sonaba seguramente a fuerte disciplina. Gente que pretendía dormir en el suelo en lugar de dormir en la cama, por ejemplo. Si lo hacían los niños de la Acción Católica. Seguramente todos dirían: «¡Uy!» qué bien, como se educan, «¡qué fuertes son!» Si lo hacían los Boy Scouts: «¡Qué bien, se van a la intemperie!» Pero si lo hacían los nuestros eran unos fanáticos de lo último.

El Partido Humanista

– ¿Y por qué ahora un partido?

– En los primeros tiempos nosotros hicimos nuestro trabajo a través de una pequeña institución cultural que conocimos como La Comunidad. Pero a medida que fuimos progresando, en distintas partes del mundo quedó claro que no se trataba sólo de hacer docencia. De estar contra el armamentismo, contra los abusos de poder. Frente al armamentismo, por ejemplo, millones de personas han salido a las calles a protestar, a hacer docencia, a manifestarse. Y, sin embargo, los «Pershing» se colocaron, las cosas no cambiaron. Entonces si se piensa en cambiar la situación, la vía única que queda es el avance hacia el poder político. Es necesario que se modifiquen las leyes. Nuestra acción es moralmente válida, pero en tanto no ocupemos un espacio político, no es efectivamente válida.

– ¿Tu visión de la sociedad futura es con partidos?

– No, yo pienso que en el futuro las organizaciones humanas cambiarán mucho, y que los partidos son coyunturas, situaciones intermedias, pasajes de una etapa a otra. Nosotros, en realidad, creemos en una sociedad cooperativista futura. En un sistema diferente.

– ¿Cooperativista significa qué?

– Significa que lo que hoy conocemos como cooperativas aisladas dejen de ser casos aislados para convertirse en un sistema diferente, en un sistema de solidaridad social. Lógicamente creemos que va a haber alguna resistencia a eso en el mundo socialista y en el mundo capitalista. Porque en contra de lo que nosotros decimos existen la monopolización, la centralización, y todo aquello que denunciamos continuamente.

– Si el Partido Humanista obtuviera el poder mañana, ¿qué haría concretamente?

– Rapidito pone en práctica la ley de cooperativas, rapidito disminuye el presupuesto bélico, rapidito pone en marcha el sistema de autogestión, empieza a establecer otro tipo de organización social en la base.

– ¿Y qué harían con la deuda externa?

– No pagamos ni un centavo. ¡Nada! No es como dicen los bien pensantes, mejor negociemos. Ni un centavo porque ya se han resarcido bastante bien de sus préstamos.

– Eso puede provocar una crisis internacional…

– Eso puede provocar una crisis solamente en un sector, en el sector financiero internacional, en toda la banca Rockefeller. Sí, posiblemente se vengan abajo ellos, pero que se venga abajo la banca Rockefeller no quiere decir que se venga abajo América Latina. No creo que caiga el sistema mundial. Creo que puede haber una crisis como la de Wall Street, que, bueno, bien merecida se la tienen por su voracidad, por su falta de sensibilidad social y por haber creado esta situación artificial en todos nuestros países.

Por un lado te pagan lo que ellos quieren por lo que tu produces, por otro lado te meten sus productos a más alto precio, y para colmo de males ¡te suben la tasa de interés! Es un robo total. Así que no se paga ni un cinco. ¿Qué va a pasar? ¿Que se cae la banca Rockefeller? ¡Pues que se caiga!, creo que millones de personas están de acuerdo con ese planteo.

– ¿Y en cuanto al armamentismo?

– Buscaría una reducción proporcional del armamentismo y de las fuerzas armadas en los distintos países. Proporcional, ¡nada de provocar catástrofes! Imagínate qué sucede si, por ejemplo, sube al gobierno determinado partido de avanzada en Brasil y dice. «Y bueno, muy bien, ahora licenciamos a todo el ejercito, no más ejercito». Y tienes en Argentina un par de locos belicistas que dicen: ¡Ah! ¿Se desarmaron? ¡Fácil! ¡Entramos!»

Claro, ésto hay que verlo con mucho sentido de la realidad. Esto es así porque hay intereses económicos, hay productoras de armamentos que tratan de colocar sus productos, entonces fuerzan a los gobiernos y crean conflictos artificiales para que estos gobiernos reclamen armas.

Ahora, no vamos a ser como los pacifistas que dicen que hay que sacar los «Pershing». No puedes acabar con el fenómeno armamentista con declaraciones ¡o con decir que cada bala equivale a un litro de leche!

– ¿La guerra nunca?

– ¡Te imaginas! yo no creo que haya ningún motivo que la justifique.

– ¿Y si te invade el país de al lado?

– Yo no creo que esa sea la metodología de liberación de las fuerzas opresoras. Nosotros claramente esbozamos ésto: el partido tiene una metodología de acción clara, a la cual llama no-violencia. Nosotros nunca vamos a responder con una bomba. Vamos a denunciar, vamos a luchar de todas las otras formas. Vamos a crear la resistencia necesaria.

– ¿Sin armas?

– Absolutamente. ¡Y no viste lo que sucedió con Gandhi y los ingleses! ¡La gran vaca se echó y tuvieron que irse las moscas! Lo de la violencia como metodología de acción me parece un despropósito, una antigüedad. ¡Sobre todo una antigüedad!

– ¿Cómo definirías tú el sistema que estás combatiendo?

– En todo occidente es el sistema capitalista. Es el monopolio capitalista, indecente, de alienación del ser humano, de falta de respeto por el ser humano, individual, de nihilismo. En el Este es la burocracia, la burocracia social imperialista. La Unión Soviética es una burocracia gerontocrática, es decir manejada por viejiiiisimos. ¡El comunismo está muy viejito! Yo creo que van a tener que abrirse a las nuevas generaciones. No se puede cristalizar a las sociedades para que todo funcione bien. Hay que dejar que los jóvenes inexpertos suban.

– ¿Y como convivirían en el poder con capitalistas y comunistas?

– Seríamos pluralistas totales, sin ninguna duda. Somos tan pluralistas que incluso instauraríamos la igualdad de prédica para todas las religiones, incluso el ateísmo. Así que usted ¿qué es? ¿Protestante? ¿Católico? ¿Budista? Lo que sea, usted tiene libertad de prédica por los medios de difusión. Y si quiere hacer prédica atea, ¡hágala!

Libertad total

– ¿Libertad total en todos los aspectos? ¿Incluso en el sexual?

– En todos los aspectos, haz lo que quieras mientras no perjudiques a otro. Lo mismo sucede con el divorcio. Nosotros somos partidarios de un divorcio vincular, franco, abierto. Esto no quiere decir que se esté empujando a la gente para que se divorcie. El que no quiera divorciarse, ¡que no se divorcie! Si la enseñanza católica dice que no debe producirse el divorcio ¡pues muy bien!, que se divorcien todos los que quieran menos los católicos, sería un problema de ellos.

– ¿Y con el aborto?

– Con el aborto sucede que es un tema que antes que nadie, deben discutirlo las mujeres. Pero hay tan poquitas mujeres representantes en las cámaras que siempre discuten los hombres el problema del aborto, no tanto opinar los hombrecitos en ésto, ¿no? ¡No tanta opinión de hombrecitos!

Acerca de la pareja, la familia, pensamos que todo está en proceso. Está cambiando hacia una disolución muy, muy evidente. Que si nosotros denunciamos este hecho histórico, que es una progresiva disolución de la familia tradicional, no se nos puede andar atribuyendo después que nosotros queremos acabar con la familia. Estamos analizando el problema y observamos que hay una disolución progresiva. Pero nunca falta el indecente que nos atribuye a nosotros esas intenciones. ¡Estos quieren acabar con la familia! Nosotros no queremos acabar con nada. Estamos observando. Ya no se toleran entre varios. Mañana no se van a tolerar entre pocos, no se van a tolerar ni en pareja y pasado se va a mirar cada uno al espejo ¡y no se van a tolerar a sí mismo! Lo que está pasando acá es que hay una intolerancia progresiva, un aislamiento enorme, y un nihilismo creciente. ¡Cómo no van a apretar el botón si se odian! La crisis de la familia es también la crisis de la sociedad. La crisis interna del ser humano.

– ¿Y cómo se sana la crisis interna del ser humano?

– Modificando la estructura social. Me parece que no es posible de otra manera. Si quieres modificar la situación sicológica de la gente, entonces planteas no se qué trabajos internos. ¿Pero qué tienen que ver esos trabajos con el pobre que está ahí metido en el barro y los niños muriéndose de hambre? Hay que solucionar las estructuras de base de la sociedad que está viciada. ¡Está enferma! ¡No se puede falsificar más! ¡Está en crisis total! ¡Se cae!

Nosotros no pretendemos tirar abajo un tipo de sociedad. ¡Se cae! ¡Se cae!, y bueno. ¿Qué hacemos nosotros? ¡Lo que podemos! ¿De qué nos van a poder acusar a futuro? De que lo hicimos bien, o de que no acertamos. En cambio esos que nos acusan ahora en algunos lugares. ¡Cuidado!, que nosotros ni hemos matado, ni hemos robado, ni hemos mentido, ni hemos engañado al pueblo. Pero hay quienes tienen en su pasado inquisiciones, persecuciones, deportaciones, atentados, violaciones. ¡Cuidado con los que acusan que somos nosotros los que estamos en condiciones de acusar! Dirán: «Claro, ustedes acusan porque no han hecho nada, ni a favor ni en contra». Efectivamente. Un partido sin pasado tiene derecho a ser probado, dicen los nuestros. No le escapamos nosotros a la confrontación ideológica. Como no, y con mucho gusto.

– ¿Se nota, ah?

– Sí, sí. lucha por todos lados en todos los campos. Lucha ideológica, lucha política, nuestra lucha es muy clara en lo que hace a la no-violencia… física.

– Se ve que tienes las cosas inmensamente claras…

– Sí, muchas cosas inmensamente claras, muchas, muchas.

– ¿Y ves la claridad que tienes tú en otra gente, en otros partidos?

– Francamente no. Y se puede decir que ésto es una tremenda cuota de soberbia.

– ¿Estás contento contigo…?

– Bueno, algunas cosas me reconcilian. Creo que está muy bien lo que estamos haciendo.

– ¿Y qué es eso de Silo?

– Es un seudónimo, de chico. Por flaco, por largo, por los silos del campo.

– ¿De dónde saliste, de qué medio social?

– Depende de cómo se vea. Si se lo ve en el momento en que yo vivo, seré un pequeño burgués. Si se ve de donde provengo, seré de clase un poquito alta.

– ¿Con plata, con educación, con estancia?

– Si, un poco de eso.

– ¿Partiste siendo un inconformista de chico?

– No, ésto no es producto de ningún trauma. Está todo bien en el campo familiar. Todo. No es así la cosa, no se trata de un alegato personal que pretende ser extendido. No es el caso de la interpretación sico-analítica del trauma original, no. No funciona así la cosa. Jamás rompí con nada. Las relaciones familiares han sido excelentes.

– ¿Por dónde funciona la cosa? ¿Cuál es la mística?

– Es difícil definir eso, tal vez porque estamos tratando de sentimientos y los sentimientos son difíciles de definir, no son como las ideas, que son tan claritas. Es muy difícil responder a tu pregunta… ¿Cuál es el calor de ésto? ¿Cuáles son los afectos que se mueven?

– ¿Qué es lo que te mueve a ti?

– Lo que a mí me mueve es la situación de injusticia total de un sistema mal armado. Me produce un rechazo por el sistema y, además, me invita a saltar sobre él, no quedarme refunfuñando.

– ¿Y cómo es tu vida personal, tu relación de pareja?

Tan normal que es una aburridera. Que un par de niños, que una mujer, una relación buena. Es que es tan poco lúcida, ¿qué podría decirte? Que nos encontramos a diario, vamos juntos a la finca que tenemos, volvemos, a veces vamos con los niños, a veces no. Cada tres meses vamos a Buenos Aires, celebramos el cumpleaños de los niños, últimamente estamos tratando de arreglar el techo de la casa porque hace agua cerca de mi escritorio. ¿Qué más te puedo decir? Y nada, que no podría ponderarte si nuestras relaciones tienen un calor más grande que otras parejas, o menos calor. Hay parejas que son muy expresivas, nosotros no. No somos gentes de abrazos. Llevamos doce años de casados, algo así…

– Y a futuro, ¿seguir con lo mismo?

– Sí, me parece que sí. La gente nace, crece, se reproduce, se muere. Ya nací, ya crecí, ya me reproduje, ¡falta que me muera!

– Y esa perspectiva ¿cómo la vez?

Y… ¡con una enorme curiosidad!

Delia Vergara.

Revista Clan, Chile, septiembre 1984