La Tercera de La hora – Sábado 10 de mayo de 1969

Las dos caras de Silo
¿agitador o filósofo?

 

-Toda la verdad y lo que no se ha dicho sobre el nuevo Cristo “che”.

-Cambió su profesión de gerente por la de revolucionario predicador.

-Más de medio millar de esperanzados seres acudieron a la cita con él.

-Paralíticos, ciegos y leucémicos esperaron un milagro, pero este no llegó.

 

Una crónica de Arturo Roman H.

 

Desde hace unos cuatro meses, un nombre comenzó a circular por todos lados. Era pronunciado, con respeto, a media voz y lleno de misterio; era escrito, furtivamente, en las murallas; y difundido, entre extrañas invitaciones y signos, por una secta denominada Sagrada Orden de América. Tal nombre era Silo. El Maestro, un personaje en el cual muchos creyeron ver un “nuevo Cristo”, al Redentor que volvía a la Tierra, después de unos cuantos siglos; otros, en medio de una sonrisa, expresaban que sólo era un agitador profesional; y los más, se sacaban el sombrero, porque decían que “todo era una farsa muy bien montada…”. En lo que todos están de acuerdo es en que nadie se queda callado cuando le preguntan por el enigmático y discutido personaje…

Después de que mucho se habló sobre Silo, -en que incluso se aseguró que había estado en Valparaíso, alternando con pescadores, un sacerdote y un político- todos salieron de la duda, porque el extraño individuo apareció. La cita fue en Punta de Vacas, Mendoza, el domingo pasado, y acudió más de medio millar de personas, entre los que se destacaron muchos chilenos, e incluso algunos gravemente enfermos, paralíticos, leucémicos, y otros que fueron con una lucecita de esperanza en sus corazones, por si se producía algún milagro, que los devolvería a la vida…

Las escenas que allí se produjeron, en medio de un impresionante marco de agreste belleza, fueron tan dignas como de figurar en el nuevo testamento. Muchos de los presentes, con el corazón recogido por la emoción -como lo dijera después un conocido hombre chileno- por la soledad del momento, no atinaban a decir mayores palabras. Todos tenían una secreta esperanza, aunque muy remota, de que algo pasará… Pero todo quedó en ilusiones, ya que nada pasó…

Con gusto a Biblia

Después de tres horas de viaje, y a 180 kilómetros de Mendoza, los que acudieron a oír la palabra de Silo, se encontraron en el lugar indicado para la cita. Era un pequeño valle, coronado por banderines de color naranja -el color de la secta- rodeado de nieve, escarcha y sembrado de vientos huracanados y penetrante frío… El sitio era idílico y como pintado para una cita de tipo bíblico… Todo había sido preparado concienzudamente…

La ceremonia comenzó con el discurso de un discípulo chileno, quien leyó algunos párrafos y pensamientos de Silo. El rito se desarrollaba medidamente, en el mayor de los silencios, porque todos estaban pendientes de la llegada del esperado personaje… De repente, a las 13,30 horas, la voz anunció: “Silo accedió a bajar de su morada a darnos, personalmente, su mensaje…”.

En esos precisos momentos, desde la cima del monte, se vio bajar una figura ágil y espigada, que vestía una especie de buzo claro, cinturón marrón, botas; en la mano izquierda, llevaba un capote blanco; en tanto que, en la derecha, ostentaba una varita metálica. Todos abrieron la boca y dirigieron la mirada hacia lo alto, como tratando de determinar si el personaje tenía algo de extranatural, o era un simple mortal… Nadie decía nada, aunque comenzaron a inquietarse…

Balde de agua fría

La visión, según algunos de los asistentes, fue de gran impacto psicológico, y muchos no dudaron de que Silo, podría ser un ser especial, con dotes extraordinarios. La mayoría hacía y redoblaba sus súplicas, en la esperanza de salvar sus males de cuerpo y espíritu; mientras que otros, de inmediato, no dudaron más de que estaban en presencia de un hombre común y corriente… A los más, fue el mismo Silo quien se encargó de echarles un balde de agua fría sobre sus cabezas y pretensiones…

“Si has venido a escuchar a un hombre a quien el comentario de muchos atribuyó la condición de Hijo de Dios, ha equivocado el camino, expresó al comenzar a hablar. Si has venido a escuchar a un hombre de quien se supone transmite la sabiduría, has equivocado el camino, porque la sabiduría no se transmite a través de arengas o libros, porque ella, como Dios, está en el fondo de tu corazón. Si has venido a ver milagros, estás equivocado, porque el milagro está en la naturaleza”.

Las palabras eran seguidas con gran devoción por los asistentes. La voz dura, dulce -a ratos- pero pausada y lenta, en otros, golpeaba la conciencia de todos. Entre ellos estaban los adeptos, los curiosos y los enfermos -como el médico chileno Santiago Riesco, quien afectado de una grave leucemia, que no lo dejaba caminar, llegó hasta Punta de Vacas, “por si pasaba algo”. También había una paralítica que había sido transportada más de cien metros en una manta, para estar cerca de Silo; otra, Mercedes Muñoz, había viajado centenares de kilómetros para ver si su hijita, de 7 años, tullida desde nacimiento, podría mejorarse. Más allá estaba el chileno Jaime Gibson, de 17 años, apoyado en sus muletas, resuelto a caminar por sus propios medios… Y la lista es demasiado larga… Silo había hecho que ellos recuperaran la fe en algo.

Hasta con parábolas

Mientras tanto, el extraño personaje continuaba con su prédica: “Ustedes escuchan a un pobre hombre, desconocedor de las leyes de la Naturaleza y de la historia… Es este pobre ignorante, quien se dirige a tu conciencia…”. Al referirse a la vida de las ciudades, Silo añadió: “Ellas están cubiertas con un manto de sufrimiento y tristeza, en las que cada día hay un afán truncado por la muerte. Al amor sucede el odio, y al odio la venganza…”.

La voz extraña siguió retumbando entre los cerros nevados cercanos… “El sufrimiento se produce por el temor a perder bienes, porque los has perdido, porque los quieres obtener…”. Entre estos temores Silo distinguió tres: la enfermedad, la muerte y la soledad… “Todos ellos -agregó- son temores de tu mente que delatan la violencia interior. Esa violencia que siempre deriva del deseo…”.

Para graficar su pensamiento, el tal Silo, relató una parábola -al igual que Cristo lo hacía con sus seguidores. Ella se trató de un viajero que efectúa una larga travesía, que es la vida misma. Ató su caballo al carro -explicó- y partió. El animal se llamaba Necesidad, una rueda era el Placer, y la otra, el Dolor. Mientras más rápido andaba, a mayor velocidad andaba el caballo y el carro. Luego lo llenó de ornamentos, pero mientras más pesado quedaba, más desfallecía el caballo -que era la Necesidad- y más se hundían las ruedas, que eran el Placer y el Dolor. Percatado de esto, el viajero botó los adornos y comenzó a avanzar hacía la felicidad, sin problemas, aunque se dio cuenta que el tiempo perdido no sería recuperado…

El mundo estallará

Al referirse, más tarde, a la violencia, expresó: “El mundo está por estallar y no hay forma de acabar con la violencia. No hay política, ni partido, ni religión, ni movimiento que pueda terminar con esta violencia enloquecida. He sabido -agregó- que la gente joven, de distintas partes del mundo, busca puertas para acabar con ellas, pero muchas veces se equivoca…”.

Después de casi treinta minutos de prédica, en que nadie se atrevía a decir una palabra, el extraño personaje se refirió a Cristo. “Hermano mío -expresó- allá en la historia hay un hombre clavado en una cruz mostrando el rostro del sufrimiento. Hermano mío, mira esa corona de sufrimiento, pero aprende que es necesario seguir adelante con la historia y aprender a sonreír y amar. A ti te arrojo esta corona, para que eleves tu corazón y tu espíritu, para que no olvides de elevar tu cuerpo”…

Dichas estas palabras, Silo -que, según los miembros de la Sagrada Orden de América, tenía anunciada su venida en el Génesis 49-10, tomó su mochila, y con la misma magnificencia con que había llegado, partió hacía las montañas nevadas, en dirección al refugio de piedras blancas, que él construyó con sus propias manos… Mil ojos expectantes lo siguieron en su lento caminar, pero nadie lo llamó ni interrumpió su paso… Muchos creyeron que la escena era digna de algunos pasajes de la Biblia…

Antes de partir, Silo había entregado el caduceo con que había llegado -que es una varilla metálica, dividida en 12 partes y 33 puntos, hecha de material especial, a uno de sus adeptos, que a su vez la colocó en las manos del médico chileno, postrado en camilla a causa de la leucemia… Luego, respetuosamente, la varita fue pasando de mano en mano, Silo ya se había perdido en la lejanía, pero tras de sí había dejado las más extrañas interrogantes… ¿Era un Mesías, un charlatán, un agitador profesional, un desequilibrado mental tras publicidad, o un hombre que caminaba tras un mundo de paz y amor universal? Hasta ahora nadie sabe, a ciencia cierta, quién es y qué busca…

¡Esta es la firme!

Pero ¿qué es lo que se sabe de la vida de Silo? En la vida civil, su nombre es Mario Rodríguez Cobo, nació en Mendoza, el 6 de enero de 1938, tiene en la actualidad 31 años. Fue presidente de la Federación de Estudiantes Libres de la Argentina, y es un declarado antiperonista. Estudió en sus tiempos Filosofía, Medicina y Ciencias Políticas, en la Universidad Nacional de Cuyo, y luego se dedicó a formar numerosas sectas secretas, en su país y en especial en México. Es autodidacta y un destacado atleta.

A los seis años, sus padres encomendaron su educación a un colegio religioso, desde donde no egresaría hasta los dieciocho años, en 1956. Poco se sabe de lo que efectuó entre los 20 y los 30 años, pero se conoce que a los 24, comenzó a organizar su escuela y su enseñanza, destinada sólo a un reducido número de discípulos… Después de ser agitador universitario, su pensamiento dio un vuelco de ciento ochenta grados y su principal regla actual es combatir a la violencia. Entre los puntos generales de su enseñanza pública, están los llamados Mandatos, que para Silo son cinco: “No mentiras, no matarás, no robarás, serás fiel y logras la paz en ti y en los demás.

En conversación con los periodistas, Mario Rodríguez Cobo, expresó que “hasta el primero de enero de este año había sido gerente de una compañía alcoholera. Pero dejé de ser el “Negro Rodríguez” -agregó” para transformarme en Silo hace unos dos años, cuando se operó en mí un ordenamiento hacia verdades más importantes…”.

Y la incógnita sigue…

Más adelante, dijo que no debería efectuarse interpretaciones equivocadas en torno suyo, como relacionar la fecha de su nacimiento -6 de enero- con la adoración de los Reyes de Belén, que se celebra el mismo día; como también establecer que el paralelo de Belén queda a 33o de latitud norte y punta de Vacas -lugar de reunión- a los 33o de latitud sur. Alguien le preguntó si el haber iniciado su vida pública a la misma edad que Cristo, significaba que debía morir a los tres años después. A lo que él respondió: “No, pero sí puedo ser encarcelado…”.

¿Lo suyo es un movimiento de élite o de masas? -se le preguntó. “No se trata de un movimiento –

-expresó-, sino de la transmisión que comienza a hacer un hombre solo. Quiero deslindar: las escuelas -Sagrada Orden de América, Kronos, Socaf, Rayo Americano y otras, y un sujeto que sale, de pronto, a hablar son dos cosas muy diferentes. Una cosa es decir “Yo voy a hablar en Punta de Vacas” y otra son los preparativos que hicieron los adherentes, con toda clase de propaganda y diciendo que se producirán milagros”.

Esa es toda la verdad sobre Silo. El Maestro, alias Mario Rodríguez Cobo o viceversa. Aquí están su pensamiento, sus frases, su labia, su teatralidad y su impacto en las masas. Sus fines todavía no están claros… Su sólo nombre, en cualquier esquina, despierta una acalorada controversia… Unos, son partidarios de que es un agitador profesional; otros, un político sin asiento en el Parlamento argentino; un demagogo en busca de publicidad o un demente, en busca de una camisa de fuerza… Los adjetivos los coloca cada cual, según su propio criterio y pensamiento… y usted Amigo lector, ¿qué piensa sobre el caso? ¿Verdad que es digno de una buena controversia en la mesa de café, en la mesa familiar o en el micro?… Total, Silos no aparecen todos los días ¿No es cierto…?