Revista Clan

CLAN lo encontró predicando en la tierra del budismo. Hasta en la India sus ideas sobre la fe y el esfuerzo individual han encontrado seguidores.

por Carmen Fulle

Estamos acostumbrados a que los gurus, los iluminados, esos hombres evolucionados que tienen alguna verdad que contarnos vengan de oriente. Sin embargo, hay uno que surgió en los Andes americanos y se atrevió a llevar su filosofía incluso a la India. Es Mario Rodríguez Cobos: Silo.

CLAN lo encontró en Sri Lanka, justamente camino a la India, después de haber pasado por Madrid, Barcelona, Copenhague, Frankfurt, Milán y París, ciudades en las que La Comunidad tiene numerosos y activos seguidores.

La “era de Silo” comenzó el 4 de mayo de 1969 en Punta de Vacas, un lugar precordillerano entre Mendoza -su ciudad natal- y la frontera con Chile. El es un tipo corriente, sin carisma, feo y de mirada grave, pero que curiosamente convence a muchos de los que lo escuchan en los más lejanos rincones del mundo.

En Colombo, la capital de Sri Lanka, nos recibió en el departamento de Margarita Campos y Antonio Carballo, un matrimonio chileno encargado de organizar La Comunidad en esa parte de Asía, en la tierra del budismo.

A cada rato llegaba alguien a preguntar por “el negro”, como le dicen a Silo sus amigos. Todo pasaba en un ambiente cordial y amistoso, como si fueran una gran familia.

Han pasado 13 años desde su arenga en Punta de Vacas. Ahora Silo tiene 44 años, está casado, tiene un hijo y aún vive cerca de Mendoza. Dueño de viñedos, no tiene problemas económicos y es categórico en señalar que La Comunidad no le aporta dinero; por el contrario, él donó al movimiento los derechos de autor de “La Mirada Interna”, la obra que contiene su filosofía y que ha sido traducida a varios idiomas.

-La Comunidad no es un negocio -dice- yo no necesito nada. Después de viajar por el mundo desde los 18 años, viendo lo que sucede en nuestro planeta, me reuní con un grupo de amigos y de esas reuniones salió mi filosofía. No se trata de un culto a la personalidad, aunque la gente busca líderes yo creo más en las estructuras y por eso el movimiento no se llama Silo, se llama “La Comunidad para el Equilibrio y el Desarrollo del Ser Humano”. Además, no pretendo ser un iluminado, soy solo una persona que se da cuenta que en el mundo son muchas las cosas que andan mal, que hay una crisis mundial y que nadie da una respuesta satisfactoria. Por eso yo doy la mía.

-¿Y cuál es su respuesta?

-La nuestra es una respuesta gradual. El mundo no soluciona sus problemas por que la gente trata de dar soluciones globales que rápidamente se convierten en irrealizables. Al preocuparse de los problemas generales del mundo, estos se convierten en algo ajeno y nunca llegan a solucionarse. Nosotros proponemos hacer algo en el medio inmediato de cada persona. Si cada persona se preocupa de ir mejorando su vida y sus relaciones con los demás, de a poco el círculo se va agrandando y puede que llegue un día en que la tierra se humanice.

-¿Humanizar no le parece también una empresa demasiado grande?

-Sin duda lo es, pero si la crisis mundial aumenta la gente se unirá a nosotros. Cada vez somos más, nuestra doctrina tiene traducciones a casi todos los idiomas y tal vez algún día seamos tantos que podamos exigirle a los que gobiernan que paren la carrera por la que nos llevan.

-¿Cómo ve al hombre actual?

-Lo más grave es su falta de fe, eso lo lleva a la violencia, a las drogas, al suicidio. Nosotros tratamos de devolverle la fe para que las personas recuperen la seguridad y no se incube más violencia.

-¿Qué ofrece exactamente el siloísmo?

-Lo único que ofrecemos es un nuevo estilo de vida, fruto de un esfuerzo individual por ser mejor. A pesar de lo que dicen de nosotros, no somos una secta, en La Comunidad no hay planteamientos religiosos ni políticos y tampoco hay lavados de cerebro, ya que no se les pide a los miembros que renuncien a sus ideas. Somos un movimiento social dirigido al individuo y a su medio inmediato, un movimiento netamente pacifista basado en valores individuales como el perfeccionamiento de sí mismo.

-¿En qué consiste ese esfuerzo individual?

-Fundamentalmente trata de recuperar la fe ya que sin ella no hay felicidad. Cuando una persona no tiene fe, aspira a la felicidad como si fuera un don inalcanzable y, por lo tanto, no hace ningún movimiento para lograrla. Eso conlleva un gran sufrimiento que se extiende a los demás, contaminando todas las relaciones. Sin embargo, la vida tiene un sentido, una dirección precisa. Toda acción debe estar orientada a actos coherentes ya que cada acción influye sobre el destino y sobre los que nos rodean. Los actos coherentes son los que traen felicidad, mientras que los contradictorios producen sufrimiento.

-¿Cuál es ese sentido de la vida que usted habla?

-Al tener fe, uno se transforma en una persona asertiva, que no tiene dudas frente al hecho de que la vida no puede ser detenida ni siquiera por la muerte. El sentido de la vida se logra cuando se cree que el ser humano triunfa incluso sobre la muerte.

-¿Entonces el siloísmo predica la trascendencia después de la muerte?

-Creo que la fe en una trascendencia más allá de la muerte, es la creencia más útil que existe para la vida humano. Descubrí, por experiencia y meditación, que la vida no tiene sentido si todo termina con la muerte.

Principios fundamentales del siloísmo

  • Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo.
  • Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario.
  • No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se debilite, entonces, avanza con resolución.
  • Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aislamente.
  • Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno has superado las contradicciones.
  • Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento. Pero en cuanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente.
  • Si persigues un fin te encadenas. Si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas.
  • Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quiera resolverlos.
  • Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado. Pero, si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad.
  • Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas.
  • No importa en que banda te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando.

* Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte.