Diario Los Andes – 1969-05-05
Silo habló en Punta de Vacas ante medio millar de personas
“4 de mayo de 1969 día del fin del sufrimiento” señalaba una estampa distribuida profusamente por los adherentes de la Iglesia de Silo. En Las Heras al 500 un cartel de la empresa que transportó 7 ómnibus repletos hasta Puntas de Vacas pregonaba: “la curación del sufrimiento”. La caravana de ómnibus y autos que atravesó los 15 túneles del camino al Cristo esperaba ver a Silo ayer al mediodía y no quedó defraudad. Lo vio y lo escuchó desde las 13.30, durante casi media hora. Su voz amplificada electrónicamente resonó en el valle, junto a la hostería (la nieve había impedido llegar hasta la morada de piedra del solitario). Alrededor de 500 personas entre adherentes, discípulos y curiosos -jóvenes de entre 15 y 20 en gran cantidad, de ambos sexos- saciaron su sed de no violencia o de novedades, en un marco de imponente belleza natural.
Luego vinieron el silencio, el regreso y tal vez los interrogantes. Ninguna estridencia -como quizás presagiaba el despliegue de gendarmes a pie y a caballo- en medio de la nota dolorosa puesta por la presencia de un enfermo grave traído en camilla desde Chile, una señorita paralítica transportada desde Córdoba y otros cinco disminuidos físicos.
LOS ANDES siguió paso a paso el acontecimiento y logró, enseguida después del acto, en la misma hostería de Punta de Vacas, una entrevista con el Maestro.
Encuesta previa
Una rápia consulta iniciada los días anteriores había arrojado resultados dispares. El encargado de un bar céntrico nos confesó: “Ni sé quien es Silo, ni conozco uno solo que me pueda señalar: ese es Silo…”. Un taxista de la parada de San Martín y Sarmiento se explayó: “Quien es Silo no lo sé. En el taxi pregunté y me preguntaron. Yo vi su nombre por todos lados. Pienso que debe ser un curandero…”. Mientras que en una tintorería de Godoy Cruz no titubearon: “Dice que es el mesías ¡Que mesías! Ya somos grandes. Mesías ni hubo ni habrá”.
La actitud de algunos discípulos a quienes pudimos llegar fue muy diferente. En un tono de adhesión, pero de no disimulado hermetismo, se negaron a hacer declaraciones, insistiendo en cada paso: “El mismo Maestro Silo se lo va a aclarar el domingo en la montaña. La prensa -agregaban- suele tergiversar esas cosas”. Pablo Guiberti, discípulo allegado al Maestro, más alterado y explicito, precisó sobre el terreno mismo de la manifestación pública: “cuando se quiere escuchar la palabra de un maestro es preciso escucharlo a él”, mientras que Juan Carlos Benenati agregaba: “Algunos pueden contestar sobre la doctrina del Maestro, pero otros no porque aún no han cumplido el proceso necesario”.
Alrededor de diez entrevistados más rodearon en torno a las mismas expresiones. En resumen: todos, discípulos, adherentes, curiosos e indiferentes esperaban la palabra de Silo para esclarecer lo oculto del mensaje.
Habla Silo
Llegado el momento, todo fue simple y rápido, un discípulo chileno ocupó el micrófono durante 10 minutos, para decir algunos párrafos que atribuyó a Silo, era la preparación. Con vehemencia subrayó la existencia de amos que encierran a las ovejas, les quitan la libertad y las adormecen haciéndolas creer libres, aclarando que se refería al estado, la moral y las religiones. Su tono fue enérgico cuando señaló entre otras cosas: “Cualquier religión que ponga a la sociedad o al dinero por encima del espíritu, miente al pueblo que quiere redimir. Tu -puntualizó- mientras das fe al pueblo lucha con él para que no haya pobres y ricos sino hermanos”.
El rito se desarrollaba majestuosa y medidamente, en el mayor de los silencios. La voz del discípulo anunció entonces: “El Maestro Silo accedió hoy a bajar de su morada y darnos personalmente su mensaje”. Enseguida se vio bajar desde el monte, la figura ágil y espigada, en overol blanco, con una varita en la mano y un “anorak” en la otra. Silo, 30 años, aparentaba venir de su casa de piedra en la montaña (él nos comentó luego que en la noche anterior había dormido muy lejos de allí y que unos amigos lo habían traído en su auto). La escena era -sin duda-, de impacto psicológico. Se detuvo frente al micrófono, miró hacia todos los ángulos, miró hacia arriba, miró a las filmadoras (unas de la C.B.S. norteamericana, de una cadena de T.V.), sonrió escuetamente, abrió su boca y exclamó: “Si has venido a escuchar a un hombre a quien el entusiasmo de muchos elevó a la condición de Hijo de Dios, has equivocado el camino”.
Y con tono de prédica se lanzó a lo específico, en estilo fácil y llano: se llamo a sí mismo “pobre hombre desconocedor de las leyes del universo, la historia y las relaciones que rigen a los hombres”. Pero ello no le impidió incursionar en el sentido del sufrimiento, mientras insistía en que “es necesario purificar el deseo, sacrificando así el placer a la par que el sufrimiento de la vida”. Finalmente su exposición destacó con insistencia los cuatro puntos de la liberación humana: “No violencia física, no violencia económica, no violencia racial, no violencia religiosa”. Y como corolario explicó: “Únicamente puedes acabar con la violencia por la fe y la meditación interna”.
Grave y solemne, Silo calló, entregó su varita a los participantes, dejó el “anorak”, tomó su mochila y se marchó, seguido por mil ojos expectantes. Todo era emoción entre los que comenzaron a pasar la varita de mano en mano, mientras en la desconcentración silenciosa comprobamos a través de ocho entrevistados que para los adherentes todo había sido maravilloso e indescriptible, mientras que para los curiosos la ceremonia resultaba incompleta.
Nosotros, por nuestra parte, completamos la labor periodística, dialogando personalmente con Mario Rodríguez Cobos.
-¿Cuándo dejó de ser el “Negro Rodríguez” y comenzó a ser Silo?
-“Hace unos dos años, cuando se operó en mi un ordenamiento hacia verdades más importantes”.
-¿Piensa basarse en una organización tipo Iglesia?
-Mis adherentes piensan en una Iglesia, pero esto no me parece correcto. Se trata de una tarea individual. Lo que fuera una organización, tendería, en este caso, a una nueva violencia.
(pasa a pag 10)
Silo habló ante 500 personas
(viene de pag 7)
-¿Lo suyo es un movimiento de elites o de masas?
-No se trata de un movimiento sino de la transmisión que comienza a hacer un hombre solo. Quiero deslindar: las escuelas (nota nuestra, núcleo de órdenes con la misma enseñanza, por ejemplo S.O.A., Kromos, S.O.C.A.F., del Rayo americano…) y un sujeto que sale de pronto a hablar son dos cosas diferentes. Una cosa es “yo voy a hablar en Punta de Vacas el 4 de mayo” y otra cosa son los preparativo que hicieron los adherentes”.
-¿Cómo puede explicarnos el tono decididamente contrario a las religiones que empleó el discípulo que tomó de la palabra antes que usted?
-No lo escuché. Si fue así, respondió por sí.
Al despedirse Silo de nosotros, quedamos con la impresión de cosas ambiguas: su persona trasunta sin caridad mientras nos asegura que él permaneció al margen de la puesta en escena de ayer. ¿El futuro de su acción, estará en manos de Silo o en manos de las Escuelas?