Diario El Tribuno, 1984-06-11
Inspirados por Silo sus afiliados proclaman: “No a la cerdocracia”.
El partido humanista se proclama como la nueva izquierda pacifista
Buenos Aires (de nuestra agencia). “No a la cerdocracia”. Consigna pintada en color naranja y con prolijos trazos comenzó a cubrir las paredes de la ciudad. Los muros recién encalados y cicatrizados de la campaña electoral comenzaron a poblarse del signo infinito, el logotipo elegido por el Partido Humanista. Es la primera agrupación que se larga luego de las pasadas elecciones de octubre. Han logrado recoger 20 mil adhesiones en otras tantas fichas de afiliación. Pero falta aún más de 17 mil para comenzar los trámites de obtención de la personería política. Su inspirador es el mendocino Mario Rodríguez Cobo mundialmente conocido como Silo. Este apodo le viene seguramente por su altura física -mide 1.86-. Su primera aparición pública fue en mayo de 1969 en Punta de Vacas, sitio escogido para pronunciar una arenga fundadora: “La curación del sufrimiento”. Ahora Silo “es un afiliado más” del PH, aunque esta afirmación del secretario general de ese partido, Luis Alberto Ammann, no suena convincente. Con 5 mil militantes, el PH hizo su primer acto a comienzos de marzo pasado y el 23 de abril comenzó su campaña de afiliación. El Tribuno indagó sobre esta agrupación, la más atípica de las existentes en el país.
La procedencia del PH
El Partido Humanista tiene sus raíces en aquella disertación de Silo que fue prohibida por el gobierno de entonces. El presidente de facto era el general Onganía. Con el paso de los años, Silo generó un grupo llamado “La Comunidad”, que desde 1975 recorre muchos países del mundo utilizando como símbolo el que distingue a algunos movimientos libertarios o a ábratas en Europa. En Hong-Kong, Singapur, Islandia, los Estados Unidos, Senegal, Suiza, Italia, España los seguidores de Silo se hacen notar especialmente en su profusa propaganda y el activismo de los fieles en su gran mayoría jóvenes. Este es el único caso de un argentino que haya alcanzado el liderazgo de un grupo con alcance mundial. El otro ejemplo es el del invisible orientador de la IV Internacional (trotskista) J. Posadas que alcanzó tanto o más ecumenismo y esoterismo que Silo. En 1972 el grupo de Silo que tenía adeptos en Salta y en un centro artesanal en Yala (Jujuy) venció sus declaradas adversiones a la práctica política y fundó el Frente Unido de la Juventud que en las elecciones de 1973 propuso el “contravoto”. En 1974 comenzaron las complicaciones y López Rega que entendía al parecer de esoterismo mandó a perseguir a los adeptos de Silo. En el período del gobierno militar el contingente no se hizo notar por la persecución generalizada que también lo comprendió. De este árbol genealógico sale el Partido Humanista, una rama apenas de las tantas que existen con el nombre de “La Comunidad” en casi 50 países del mundo. A Silo se lo ha llamado “oscuro Gurú”, inmoralista, hereje, agente de la CIA o la KGB, cazador de incautos adolescentes entusiastas, extravagante y embaucador. Sus seguidores no piensa, claro está, sino todo lo contrario.
Un humanismo peculiar
Silo ha escrito dos textos fundamentales: “El paisaje interno” y “La mirada interna”. Tiene otra producción dispersa y ha concedido algunas entrevistas. En general se le conoce menos que la notoriedad que alcanzó. Este hombre muestra una inclinación a formular generalizaciones bastante arriesgadas desde un punto de vista intelectual. Pese al uso de la palabra “Humanista” su partido no recoge ni menciona toda la tradición del humanismo que tiene a Erasmo a uno de sus puntales. Pareciera que ese humanismo nace sin raíces y no admite otra interpretación que la suya propia. Con algunos ingredientes de rechazo a la “sociedad de consumo”, con utilización de la terminología ecológica y de protección al medio ambiente, Silo parece un hábil seleccionador de aquellas ideas de apariencia modernistas. No rechaza hablar en contra de “los monopolio”, de rechazar la “explotación del hombre por el hombre”, pero de renegar también de las propuestas “contraculturales” y declararlas desechables. Puede condenar el existencialismo en dos palabras y decretar la muerte de los pensadores que “terminaron en La Nada” o en “La Nausea” -para citar dos obras de Sartre. Para algunos crípticos hacen un uso oportunista de la no-violencia de Gandhi y se apropian de soluciones tales como la cooperatividad y la autogestión que hasta la Iglesia admite pero dentro de contextos filosóficos muy diferentes. “En 1969 vimos que comenzaba un conflicto de generaciones. De contradicciones que llevan a la violencia. Pero no nos creyeron”, afirma Ammann. El PH se propone afirmar la unidad “que acrecienta la vida” y rechazar la contradicción “que disminuye la vida”. La consigna que sintetiza Ammann es: “Ningún sistema por encima del hombre y ningún hombre por encima de otro”. “Queremos superar el sufrimiento”, añadió Cristina Guntsche, jefe de prensa del PH.
Todos contra el PH
“No a la cerdocracia”, dicen. Pero la alusión al régimen de la invención de George Orweril en “Rebelión en la granja”, no precisa de qué se trata Cerdos, Cerdaje, porcinos son rechazados por el PH “Muchachos, díganme una cosa. Yo me afilio a este partido si me dicen quién los “banca”, dice un señor que se para en una de las mesas de reclutamiento en pleno centro. Algunos medio católicos como el semanario “Esquiú” atacaron duramente a Silo. “El avance de las sectas” tituló el vocero católico que añadía “Las nuevas organizaciones amenazan a nuestra juventud”. Los del PH entablaron una querella colectiva a la publicación. Católicos de matiz diferentes a esa revista, como los del sector Humanismo y Liberación, no toman en serio el proclamado humanismo de un grupo bastante extraño en sus ideas y según ellos menos claro en los fondos con que se manejan. El Partido Intransigente, por boca de algunos dirigentes, tampoco tiene mucha confianza en esta gente. “Mire, me parece que son como una Nueva Fuerza algo esotérica. Mucho dinero, ideas raras, un profeta y pocos votos”, señaló un dirigente del PI. Los del PH se proponen tirar sus redes en el PI, en los grupos desencantados de la izquierda, el peronismo, el radicalismo y algunos representantes “acelerados” del conservadorismo juvenil comido por el escepticismo y en trance de pasarse al anarquismo más o menos coqueto o de “buena onda”. Los grupos de derechos humanos creen que son oportunistas y no los aceptan en sus movilizaciones. “Pertenecen a la Internacional del Esoterismo”, razonó otro político del peronismo verticalista. “Eso no prospera aquí. Todavía puede ser en Europa donde la juventud desencadenada de todo abraza estas sectas que les comen la cabeza y les aprovechan el trabajo y esfuerzo”. “La Comunidad” recolectó -dicen ellos- un millón de firmas a favor de un servicio militar optativo, voluntario. Ahora están en la carrera de las fichas de afiliación. “Somos una fuerzas moral en marcha”, afirma Ammann. El cerdaje o la cerdocracia mientras tanto, cubren de pintadas las paredes de Buenos Aires. Silo ha sido nuevamente padre de otra criatura: del Partido Humanista.