20 de Diciembre de 1983
Revista Flash (por Elsa Bragato)
En Chacras de Coria, Mendoza,
tuvo su origen y ya ha recorrido todo el mundo
Mario Rodríguez Cobos iniciaba públicamente en 1969 una actividad social que provocó las reacciones más encontradas: prohibiciones de todo tipo y un silencio sobre su persona y sus seguidores. ¿De quién se trata? En realidad, se lo reconoce como “Silo” apodo que le impuso su familia. Se lo ha vinculado a una curiosa escuela italiana, se ha dicho que es un “mesías” americano y que también posee “dones sobrenaturales”. También se supuso que en los últimos años “se había escapado” del país. Pero, en realidad, nunca dejó su Mendoza natal, más exactamente la localidad de Chacras de Coria. Lanzó una propuesta de liberación del hombre y una doctrina del despertar, No formó ninguna secta. Pero, curiosamente, su pensamiento ha aglutinado a millones de personas en todo el mundo y de los idiomas más diversos. “La Comunidad” es el grupo que actualmente sigue su lineamiento socio-político sin que este singular personaje sea su líder o conductor. El vive en Mendoza, junto a su mujer y a sus hijos, entregado al trabajo de una pequeña finca. FLASH viajó hasta la provincia y habló con Silo, largamente y sin prejuicios. De alguna manera se lo presentamos…
Primera nota
Al día siguiente de las elecciones -30 de octubre pasado- que consagraron como presidente de los argentinos al doctor Raúl Ricardo Alfonsin, las calles de Buenos Aires se vieron invadidas por grupos de jóvenes quienes, alrededor de un improvisado escritorio y bajo la consigna de “La Comunidad”, reunían firmas para un “servicio militar optativo”. ¿De quiénes se trataba? ¿Un nuevo partido político? Pero… ¿Después de las elecciones? A poco de preguntar, nos enteramos que respondían a “Silo”, un nombre “silenciado” durante muchos años que solo los más memoriosos lograron rescatar…
“¿Y donde está?” “No en Buenos Aires… El vive en Mendoza. Si quiere verlo, deberá viajar”. ¿Y ustedes entonces son sus partidarios? “No, tampoco, Silo no tiene un partido. El expuso el 4 de mayo de 1969, al pie del Aconcagua, sus ideas. Dio al mundo su propuesta. Y la formación de grupos “siloístas” fue espontánea. El no nos dirige. Silo no tiene ningún grupo especial al que pertenezca”…
Camino a Chacras de Coria
Pensamos. “Raro personaje”. Y nos fuimos hasta la ciudad de Mendoza. Más exactamente, a Chacras de Coria, localidad ubicada a unos 20 Km. de la ciudad capital cuyana. Mientras tanto, repasábamos los datos que teníamos en archivo: Silo es el sobrenombre de Mario Rodríguez Cobos, nacido el 6 de enero de 1938, hijo de Rafael Rodríguez -ex gerente de Bodegas Giol- y de Maria Luisa Cobos profesora de música. Se educó con los hermanos Maristas hasta los 17 años. Estudió Derecho y Ciencia Políticas en Córdoba. Tiene dos hermanos mayores. Es radioaficionado, electricista, practica andinismo, pelota a paleta y básquet. Se casó hace unos 10 años y tiene dos hijos… Por ahí también leímos: Vino con una misión de la escuela de Tahagata, de Italia”… Y lo último que rescatamos fue su presentación en la Feria del Libro de 1981, cuando presentó su segundo libro “Paisaje interno”; conmoción popular por un autógrafo de Silo, ante la mirada un tanto envidiosa de otros ilustres representantes de las letras que se opusieron a que “un no es escritor esté aquí firmando libros”. En fin, cosas de la “no-democracia” en la que vivíamos. “Habrá que preguntárselo a Silo”.
En “El Fortín” de la calle Pueyrredon…
Tórrida tarde mendocina. Una calle “acequia” con veredas como muro de contención: cuando el agua de las montañas desborda sus canales habituales, se abren “extrañas” compuertas que transforman a Chacras de Coria en una insólita “venecia mendocina”. Casa de muros altos, una chapa que dice “El Fortín”, un portero eléctrico: “Ya estoy con ustedes”. Es la voz de Silo, segura, cordial. Dos minutos después abre la puerta sonriente, extiende su mano y un “Pasen. Es la casa de ustedes”. Un jardín delantero una hamaca, algunos juguetes de chicos esparcidos por el césped. E ingresamos al hall, fresco y en penumbras. Dos bibliotecas, un pasacasette-computador y un amplio ventanal que deja ver el fondo, con una sencilla piscina y los habitantes de esa casa que pueden disfrutar del sol y de la pileta… Nosotros, al trabajo. Antes, otra invitación de este hombre muy alto, de ojos claros, cabello oscuro, de caminar atlético: “Les ofrezco un té. Es mejor para el calor”… Está algo nervioso pues no concede entrevistas. ¿Para qué mentir? Nosotros también porque es todo un “personaje” y no podemos permitirnos el mínimo error… Repasamos los detalles de su biografía. Se ríe espontáneamente. Y comienza a recordar: “Es cierto. En 1966 me interné en la selva jujeña con un grupo de gente. Y nos confundieron con guerrilleros. Los detenidos fuimos 12”. La lista de persecuciones es amplia. Silo nos ofrece una fotografía de su archivo: “Léala”, “20 detenidos en 1967, en Melchor Romero, Buenos Aires; 20 detenidos en 1968 en Tigre; 5 en Rosario, procedimientos en Córdoba, Mendoza, La Plata y Buenos Aires, con 2 detenidos en Jujuy”. La cifra va “in crescendo”; Córdoba, 14 detenidos; 1969; Mendoza con 18; 1 baleado, 2 detenidos en 1970, La Rioja; y 16 en Rosario; 1971: 8 en Mendoza; 9 en Santiago de Chile; 1972: allanamientos y 10 detenidos en Santa Fe. Salteando algunos datos, llegamos a 1974 con 38 detenidos en Chile; 34 en Córdoba, 150 en Mar del Plata, 450 en Buenos Aires, para pasar a 1975 con dos asesinados en La Plata…
Quedan en el camino la primera arenga prohibida el 20 de julio de 1969; la segunda reunión pública, también prohibida el 27 de setiembre de 1969; un atentado el 21 de octubre en Bueno Aires; tercera arenga prohibida el 1° de noviembre en Buenos Aires; prohibición teatral en Jujuy en 1971 y voladura de una librería en Mendoza en 1974…
¿Quién es Silo?
Entonces, ¿quién es Silo? ¿Qué lo hace tan “peligroso”? ¿Es un ser mesiánico o satánico? ¿Trae instrucciones del “más allá” o de quién…? “Todo comienza formalmente en 1969 cuando un grupo de amigos me dicen que no teníamos por qué mantener durante más tiempo nuestras ideas, dentro de un círculo tan pequeño. Pedimos autorización para hacer una conferencia. Pero, en aquella época el régimen era un poco duro… No nos dieron el permiso. Y propusimos hacerlo en la montaña, “Háganlo”, dijeron “Total, ¿quién va a ir hasta allá?”. Fue el único acto que pudimos realizar: elegimos Punta de Vacas, a mitad de camino hacia el Aconcagua… Fíjese que resultó pintoresco: si uno, para dar una conferencia, debe irse a la montaña… El hecho en sí, extraído del contexto, resulta estrambótico. Pero conociéndolo, no. Allí estuvo la prensa extranjera por lo que nuestra propuesta pudo recorrer el mundo”.
-¿Alguna vez “visitó” las cárceles? Por ahí se dice que usted se limitaba a mirar cómo detenían a sus seguidores.
-Fíjese… ¿Cómo que no fui preso? Usted se refiere al acto de Plaza Once… Yo caí en Villa Devoto… Así como no se me explicó por qué se me detenía, tampoco hubo un argumento para dejarme en libertad una semana después…
La propuesta de Silo
-Dígame ¿qué lo hacia tan “peligroso”? ¿Qué cosa dijo o quiso decir? ¿Podría pensarse en una prédica “subliminal”?
-Podía decirse eso. Nosotros lanzamos al mundo los principios éticos universales, propios de todas las culturas, que no están dictados por normas religiosas, pero que pueden aparecer en muchas religiones. Mire: el ser humano es un “ser para otro”, es decir, uno debe tratar a sus semejantes de tal manera que las cosas sean para ese “otro” tan buenas como para mí. Es nuestro punto ético más importante: “Trata a los demás como quieres que te traten a ti”.
-¿Eso fue todo?
-De ninguna manera. En las informaciones se decía que no se entendía nuestra propuesta. Tratábamos de explicarla públicamente. Pero, ¿cómo iban a dejar que lo hiciéramos si no les convenía? Entonces, caíamos presos y luego se distorsionaba lo que decíamos. De esa manera, se fue armando todo: en realidad no lograron “suprimirnos” sino que se produjo tal confusión en la gente que nunca se ha sabido bien qué decíamos ni qué pretendíamos.
-A eso queremos llegar…
La escuela de Tahagata
-Usted viajó por Europa en varias oportunidades, vinculándoselo con la escuela de Tahagata. ¿Qué estudios realizó allí que dieron lugar a que fuese “perseguido” acá?
-Es cierto… también se dijeron cosas por el estilo. Pero yo no estudié allí ya que estuve muy poco tiempo en Europa. Hubo contactos con mucha gente y, entre ellas, estuvo la escuela que usted menciona.
-¿Qué buscaba usted de ellos entonces?
-Una solución al tipo de crisis que se comenzaban a vivir… Tomamos contacto en Europa con grupos de distinta naturaleza política tales como religiosos y de estudio. Entre estos últimos incluiría a la gente de Tahagata. Los contactos no fueron ni tan profundos ni tan permanentes.
-Pero, ¿fue usted un enviado “mesiánico” de esas escuelas?
-Ah, no. ¡Eso no! Ellos consideraban, al igual que nosotros, que existía en el mundo un punto de ruptura entre lo tradicional y las nuevas expresiones. Se preveían cambios muy fuertes por el impacto de la tecnología y de los problemas derivados de las grandes concentraciones urbanas, que incluían cambios mentales de importancia. Sostenían que esos cambios iban a tener connotaciones religiosas fuertes, puntos de vista que luego nosotros estudiamos mucho. Todo eso nos llevó a estar muy de acuerdo con ellos por lo que nos animamos a pronosticar en aquel momento que los fenómenos religiosos iban a alterar profundamente los hechos políticos. Esto no es ninguna anormalidad: el caso del Irán en el mejor ejemplo, sin que analicemos su sistema político actual. En esto, nosotros tenemos la idea de la gente de Tahagata.
-¿Qué dependencia mantuvo o tiene usted con esa escuela?
-Ninguna. Ellos no podían dar órdenes ni nada que se les pareciera. No existió nunca más relación que la mencionada antes.
-Pero sí podían hacerle sugerencias…
-Ellos suponían que en América latina se iban a producir fenómenos religiosos. Creemos que en el momento actual sí se van a producir, aunque no estoy diciendo que se vaya a repetir el esquema de Irán. Mire, van a existir movimientos que sacudirán a América latina y que van a tener más connotaciones que las meramente políticas.
-¿“La Comunidad” podría ser uno de esos movimientos?
-Mm… Podría ser… Sí… Pero no necesariamente. Creemos que, con este tipo de cosas se pueden tomar vías distintas y hay que tener cuidado. Por ejemplo, un mismo fenómeno, en lugar de empujar hacia arriba los procesos, los puede hundir. Si se trata de fuerzas psicosociales que están en marcha, se pueden producir derivaciones peligrosas, como sucedió con el nacionalsocialismo. Además de ser un fenómeno social, tuvo connotación de algún modo místicas. Este es el punto: saber hacia dónde van estos movimientos.
-¿De ninguna manera la escuela Tahagata sugirió la posible existencia de estos movimientos en América latina como algo positivo?
-Sí, por supuesto. No se, dijo “Ustedes deben formar tal o cual cosa”, pero se consideró la posibilidad de que así fuera, además de las coincidencias de pensamiento que encontramos.
Hablando en broma
-¿Sabe que se decía “Silo es Cristo”, “Silo es el Mesías”? ¿Qué piensa al respecto?
-Fueron cosas de los primeros grupos espontáneos que surgieron. Les he restado importancia a esas expresiones.
-¿Se considera un gurú?
-Mm… ¡Ni de lejos! Tengo una opinión poco favorable sobre los gurúes…
-¿Un “Mesías”?
-De ninguna manera. “Mesías” es una expresión bastante local, que pertenece a Medio Oriente. Esto surgió en la época de Onganía, a quien se lo llamaba el “militar mesiánico”. Curiosamente, fue ese régimen el que estuvo muy preocupado por atribuirnos voluntad mesiánica… (se ríe).
-Dígame… ¿descendió de un OVNI en Punta de Vacas?
-Bueno… No. ¡Pero hubiese sido fantástico, muy lindo! (se ríe con todas las ganas).
-También se dijo que usted posee poderes sobrenaturales…
-Ah… ese lo escuché. Sí. Por aquellos años hubo una sequía muy grande en Mendoza y se dijo que la habíamos provocado nosotros, a través de un avión negro que andaba circulando de noche… En fin… Ese tipo de cosas extraordinarias solo pueden suceder en sociedades demenciales o tal vez localistas. Fíjese que analizándolas, el avión negro tenía que ver, en aquel tiempo, con la llegada de Perón al país; las sequías que se provocaban desde el aire están relacionadas con las brujas de la Edad Media… Pero que toda esa “mezcolanza” se haya dado en la década del ´70…
-Le propongo, entonces, que ahora hablemos en serio”…
-Aceptado…
Continúa en el próximo número.