23 de Abril de 1999
Diario La Capital, Rosario
“Una nueva civilización surgirá sobre los restos del gran imperio”
Silo, líder humanista, criticó la violencia y la pérdida de valores ante el avance cultural y económico de EE.UU.
Silvina Dezorzi
Silo, el nombre con que se conoce a Mario Rodríguez Cobo, es el ideólogo -como él mismo se reconoce- de un movimiento surgido en Mendoza a fines de los años 60 y responsable indirecto de la formación del Partido Humanista, aunque paradójicamente hace recién un año y medio que se cuenta entre los afiliados de la agrupación. Con seguidores en muchos países del mundo, Silo empezó a escribir a los 10 años, pero sus trabajos más importantes, algunos de los cuales ya habían sido publicados, se compendiaron ahora en su grueso volumen, el “primer tomo” de una saga que fue presentada en la librería Homo Sapiens, responsable de la edición. Pacifista a rajatabla, Silo opinó sobre diversas formas de violencia y vaticinó el advenimiento de una “nueva civilización” sobre los restos del “gran imperio”.
Mucho antes de que el Partido Humanista surgiera como agrupación política, Silo ya contaba con seguidores de su movimiento. “Esto empezó el 4 de mayo de 1969, en la dictadura de Onganía. Yo integraba un grupo de estudio junto a psicólogos sociales, sociólogos, estudiantes de Ciencia Políticas y gente común, con puntos de vida que creíamos importantes comunicárselos a otros, por lo que solicitamos permiso para hacer un acto público, pero se nos prohibió”, rememoró Silo.
Lo que sí les permitieron, en cambio, fue reunirse en el paraje cordillerano de Punta de Vacas. “Mucha gente se congregó ahí, pese a que los militares pensaban que iba a ser una especie de picnic, y fue un escándalo bastante importante por la presencia de prensa extranjera; ahí comenzó este movimiento”, recordó.
Ese pequeño grupito, “que estudió por 2 o 3 años y trató de expresar sus ideas”, empezó a tomar vuelo en el país. “Después vinieron las persecuciones, los encarcelamientos, los deportados, y eso difundió las ideas en Europa, sobre todo en Italia y España”, explicó el pensador.
La persecución se debía, según Silo, a los “planteos sociales del movimiento”, aunque aclaró que su posición “de izquierda”, nunca se asimiló a la del marxismo. “Hoy el partido está planteando el no pago de la deuda externa, el rechazo a la dolarización y la convertibilidad”, sostuvo, pero el ideólogo no incluyó entre sus banderas a las “posturas materialistas ni el revolucionarismo, que en su época estaba planteado en términos violentos”.
El “pacifismo” fue entendido, según Silo, con “el paso del tiempo”. Así, en las pasadas elecciones, el Partido Humanista llegó a integrar el Frente Amplio de Liberación con el Partido Comunista, una ironía si se recuerdan tiempos idos.
Pacifista de pura cepa
Como un pacifista de pura cepa, Silo se plantó con posiciones firmes ante dos escenarios diversamente próximos pero igualmente acuciantes: los Balcanes y la escalada de violencia urbana en el país.
“Me parece monstruoso que la OTAN no le haya dado ingerencia a Naciones Unidas, la institución por excelencia para el debate internacional, y que un país colateral como Estados Unidos haya tomado directas cartas en el asunto”, analizó.
“No se puede intervenir en un país soberano con métodos violentos. Esto va a incendiar la situación de los Balcanes y es absolutamente reprobable desde el punto de vista moral, pero además el mismo argumento para atacar podría imaginarse en la persecución de una minoría étnica y lingüística en Inglaterra, las Países Vascos o Turquía. ¿Bombardearían Londres o Madrid?”, se pregunto con ironía.
Silo también alertó contra el aliciente que el conflicto en los Balcanes puede representar para el “paneslavismo”, con Rusia a la cabeza, que es una cosa muy antigua y se puede poner en marcha ahora”.
Respecto de la violencia ciudadana, Silo opinó que en la medida en que los países sigan “el modelo neoliberal de este imperio decadente, que aún crece pero internamente está desorientado y desintegrado, van a tener los mismos vicios, los mismos males y la misma violencia de Estados Unidos”. Por ende, el pensador vinculó “la asociación forzada que se impulsa con ese país en todos los campos -social, político, cultural, de usos y estilos cotidianos- al crecimiento de la violencia”. También alertó contra “la violencia psicológica y cultural que está saliendo a la superficie a causa de este modelo perverso, esta monstruosidad histórica, que crece y crece mientras va tratando de imponer sus valores al costo que sea”.
A ese panorama poco alentador, el humanismo le opone un “optimismo histórico”. “Creemos que está surgiendo una nueva civilización sobre la decadencia del gran imperio que es Estados Unidos. A esa decadencia que ya mostraron muchos imperios con una mecánica parecida en la historia, le sigue una avanzada creativa de los bárbaros: esos seríamos nada menos que nosotros”, anunció.