6 de octubre de 1998
Publicado en revista Flash,(n°959)
Periodista Adriana Carrasco
Leyenda del espiritualismo a fines de la década de los ’60, Mario Luis Rodríquez Cobo fue perseguido por la Iglesia y la policía de la dictadura de Juan Carlos Onganía. Tres décadas después, es el referente del Partido Humanista que fue creado por el , pero asegura que jamás se dejará tentar por el poder.
«Nunca voy a ser candidato»
A fines de los años ’60, en una Argentina convulsionada por el descontento popular, surgió un líder que en un principio fue de carácter espiritual y luego se transformó en figura política, que llamaba la atención por haber elaborado una doctrina que mezclaba principios religiosos con una filosofía social humanista. El hombre se llamaba Mario Luis Rodríguez Cobo, pero todos los conocieron como Silo. Era mendocino y la policía del dictador Onganía perseguía sus actividades.
El tiempo pasó. Treinta años es mucho. Pero Silo sigue siendo un personaje carismático y polémico. Fundó el Partido Humanista y desde esa plataforma política continúa difundiendo su mensaje.
«Nací el 6 de enero de 1938, en Mendoza, a las doce del mediodía. A esta altura tengo 60 pirulos … !! , confiesa Silo.
¿Por qué cree que su mensaje resulta atractivo a los jóvenes?
Ellos deben oler algo sincero, sin hipocresías.
¿Qué opina de los caudillos? En la Argentina la gente siempre espera un líder, un mesías que venga a salvarla…
Eso sigue teniendo su importancia, y en épocas de crisis reflota más. Por desgracia, los líderes no son confiables, por que todo depende de una sola persona…, ¿Y si a esa persona en un momento el hígado le funciona mal? ¿0 si tiene otros intereses … ?
Pero usted es un líder.
De algún modo. Por suerte nunca he sido candidato político. Y tampoco voy a serlo.
¿Por qué?
Porque hay que tener cierta malignidad para ocuparse de eso.
¿Usted quiere decir que los candidatos del Partido Humanista tienen cierta malignidad ?
Los líderes del Partido Humanista se están formando. Acabamos de proclamar la candidatura de Lía Méndez y de Jorge Pompei. Se hicieron las elecciones internas con todo orden y ahora se larga el resto.
¿Cuántos afiliados tiene el partido?
Debe tener más de 100.000 afiliados. Es un partido constituido en el orden nacional, en todas las provincias del país.
¿Por qué le parece que entre la militancia de los otros partidos políticos se considera al Partido Humanista como una secta?
Ellos dirán lo que les guste, además no tienen por qué participar de las actividades del Partido Humanista. Que ellos se aboquen a las suyas.
Lider espiritual
Usted alguna vez tuvo el perfil de un líder espiritual.
Creo que es un perffl que sigo teniendo. Estos son países muy jóvenes. No se distingue la actividad práctica de lo que es una filosofía política. La filosofía política es algo inasible. Hagámoslo más preciso: Marx era una filósofo político, no alguien que perteneciera a un partido preciso e hiciera determinadas actividades. Por supuesto que apoyaba el Partido Comunista, que estaba en formación. En la Argentina a lo mejor suena extraño que haya alguien que piense en el hecho político sin ser un práctico.
En la Argentina siempre fuimos pragmáticos.
Yo creo. Por eso da una idea un poco rara, inasible. Además uno tiene su punto de vista sobre lo que, en términos generales, se llama espiritualidad. Personalmente, no creo que todo se mueva por la economía, como creen en general los políticos.
-¿Usted cree que el cambio es espiritual?
Como están las cosas, creo que más que nunca.
-¿Cuál es la diferencia entre la propuesta de La Comunidad, de los ochenta, y la actual, del Partido Humanista ?
La Comunidad es una entidad netamente cultural.
¿No es material?
No, es netamente cultural, en el sentido de que hay muchas cosas que modificar en la cultura de los pueblos y de los grupos humanos. No se trata de un tema económico, como podría ser la necesidad de volar la convertibilidad.
Se me ocurría que La Comunidad tenla que ver con aquellos proyectos comunitarios de la década del ’60.
No. Es una comunidad para el desarrollo humano. Es algo reconocido por las Naciones Unidas. Es un tipo de entidad social y cultural.
¿Confía en los organismos internacionales?
Las Naciones Unidas pueden reconocer una comunidad, y bienvenido sea. La Comunidad puede hacer presentaciones y participar de actividades de las Naciones Unidas. Pero no quiere decir que la comunidad para el desarrollo humano crea plenamente que todo está muy bien y que las Naciones Unidas están al servicio de todos los pueblos. Tanto la ONU como el resto de los organismos internacionales están sometidos a una fuerte presión y a un fuerte liderazgo de los Estados Unidos, y por lo tanto tienen una tendencia… Pero es lo que tenemos (risas).
«Predijimos» la globalización
¿Cree que la globalización es una expresión del imperialismo?
Nosotros siempre creímos que se venía la globalización.
Pero antes hablaban de «mundialización»…
Efectivamente. Es como la tecnología. No vamos a creer que la inventó el imperialismo, pero que ha caído en sus manos porque hicieron fuertes inversiones con gran habilidad, gran visión de proceso y gran adelanto a los hechos históricos. Así es como hoy tienen en sus manos la gran tajada de la tecnología. Pero no es que ellos hayan inventado la tecnología o la globalización. Son los que han manoteado esto, y hoy más peligrosamente que nunca. Es un proceso mundial que está en marcha, y ellos se han montado en la ola. Han ganado esta partida. Pero claro que esta partida no termina…
¿Cree que es posible zafar de este proceso?
Si no zafamos estamos fritos. Vale la pena intentarlo.
¿Cómo piensa que puede hacer la gente para zafar, además de apelar al voto?
Creo que el voto es interesante, aunque todo esté muy manipulado, porque permite aglutinar a sectores importantes de la sociedad detrás de una idea de cambio. No se trata simplemente de llevar el votito el día de las elecciones. Lo importante es la tarea de aglutinar. Si eso se plantea bien, puede ponerse en marcha un nuevo proceso social.
-Entonces, usted estaría en contra del anarquismo.
Hay muchas clases de anarquismo. Hay anarco individualismo, anarco sindicalismo anarco violentismo y anarco pacifismo. Gandhi era un anarco pacifista, ¿ y no contribuyó a la causa de la liberación?
La India no ganó mucho con la independencia…
Desde luego… Pero si no nos gusta Gandhi, hablemos de Tolstoi, que también era un anarco pacifista.
L0s reglamentos son opresivos
¿Ustedes tienen reglamentos partidarios?
No. Tuvimos una especie de reglamento, pero lo único que hacen es oprimir a la gente.
¿Y del marxismo qué opina?
La filosofía marxista tuvo muchas limitaciones, pero como práctica social hay que recordar los contextos históricos. La situación de los obreros era terrible, hasta que, de la mano del marxismo, llegó la era de las revoluciones. Hoy aparentemente ha pasado la época de las revoluciones, y el marxismo leninismo está un poco demodée.
Sin embargo los chicos están chochos con la camiseta del Che Guevara.
Ah, sí, cómo no. Porque el Che Guevara de algún modo es también una figura libertaria. No tiene nada que ver con las figuras burocráticas y acartonadas.
¿Qué piensa de Fidel?
Que no tiene absolutamente nada que ver con la figura del Che. No tiene nada que hacer.
¿Y del escándalo de Clinton?
Me parece una irrelevancia.
¿Y del feminismo?
El feminismo no terminó y se necesita de él. Su avance es imprescindible.
¿Está de acuerdo con la legalización del aborto?
Ese debate debe instalarse definitivamente en la Argentina. Aquí siempre se lo elude. Pero de eso tienen que opinar las mujeres, no los «tipitos». ¡Pero habrase visto…!
Perseguido por la iglesia
¿La Iglesia lo persiguió alguna vez?
Sí.
¿Cómo?
Como pudo.
Por ejemplo…
A través de los medios de difusión que le eran afines. A través de la difamación, de la calumnia…
¿Lo metieron en cana?
Unas diecisiete veces. Por escándalo en la vía pública, por desorden…
¿No siente la impresión de que buena parte de la población argentina, sobre todo los mayores de treinta años, incuban ideas afines al fascismo?
Hagamos algo por ellos. No vamos a pensar que porque son medio fascistas los vamos a dejar así. Discutamos y hablemos con ellos, por más que hayan sido taladrados por el fascismo, y pongámonos de acuerdo en un nuevo proyecto de país.
El partido que lidera Silo plantea derogar la convertibilidad y desdolarizar la economía y que el Estado retome el control de los recursos energéticos. Y entre otras medidas, si accediera al poder, reformularía todas las privatizaciones de los servicios públicos.
De aquel líder que los medios llamaban sectario o santón en los años ’60, poco queda. Hay un tipo simpático, carismático y con un discurso accesible, que vuelve a proyectarse a todo el país.