22 de mayo de 1994
Diario: La Tercera de Chile
Periodista: Carmen Luz Ibarra

Cada vez que anuncia visita, inevitablemente se recuerda el Festival de Piedra Roja, los rayados de guerra generacional del «poder Joven», muchachos que se fugaban de sus casas, la marihuana; en fin, un montón de situaciones negativas y casi satánicas atribuidas a la influencia del «gurú» de la época: «Silo», Mario Luis Rodríguez Cobo.

Pero los años han pasado. Ya no es demonio ni dios. Es sólo un hombre que en los últimos años se ha dedicado a escribir reflexiones, convirtiéndose en una especie de ideólogo del Partido Humanista, una alternativa política que emergió en el seno de «La Comunidad», movimiento que, a su vez, surgió de la renovación del criticado y estigmatizado «Poder Joven».

Sereno, bastante risueño y desprovisto de poses, Rodríguez Cobos reivindica todo lo hecho en el pasado, sin dejar de reconocer que pudieron haberse producido excesos y situaciones descontroladas que nada tuvieron que ver con las ideas originales del movimiento siloísta, sino más bien con integrantes que se alejaron de la senda con colores propios… Como el líder chileno Bruno Von Ehrenberg.

En resumen, este mendocino de 56 años -casado, dos hijos- «está en otra». Ahora, a través de «Cartas a mis amigos», pretende incentivar al pueblo con la idea de una necesaria revolución pacífica. Eso y varias reflexiones generales abordó en el Primer Encuentro de la Cultura Humanista que motivó su venida.

Periodista: ¿En qué se diferencia Mario Luis Rodríguez Cobos del «Silo» de la época de los ’60?

Silo: Hay muchas diferencias. Me interpreto en un contexto, en una situación y esa situación ha variado enormemente.

P: ¿Y en lo personal?

Silo: ¡Y, que estoy más viejo! (ríe).

P: Pero, más allá de lo externo.

Silo: Algunas formulaciones e ideas están mejor encuadradas, más ajustadas que antes. También hay un montón de puntos de vista que son producto de esta época. En aquellos años no nos podíamos plantear cosas como el rol de las comunicaciones, la aceleración del momento histórico, la desestructuración de los distintos estamentos sociales, la desorganización de los partidos políticos, de los grupos sindicales, de las organizaciones de base… No podíamos plantearnos situaciones como las que ocurrieron después de la caída del muro de Berlín.

P: ¿Quiénes son sus seguidores de hoy?

Silo: Plantearía todo ésto no en términos de seguidores, sino de coincidencias. Básicamente, hay un estrato de gente joven. Si hablamos del núcleo más fuerte, es gente que nos viene acompañando desde hace mucho tiempo.

P: O sea, usted cree que no está pasado de moda entre los jóvenes de hoy.

Silo: Ah, no, no, no. Creo que hablamos el mismo lenguaje y hay intereses genuinos por la situación que estamos viviendo todos. Hay mucha coincidencia.

P: ¿Se sintió alguna vez una especie de profeta?

Silo: Por lo pronto, en la época en que hicimos nuestras primeras explicaciones y desarrollos, por supuesto que nos encuadraron así. En fin, nos encuadraron del peor modo posible en el que se puede encuadrar a alguien.

P: Se irguió incluso como una figura demoníaca.

Silo: ¡Ah, de todo!

P: ¿A qué se debió eso, según usted?

Silo: No estoy seguro todavía. Después de tanto tiempo no sé si atribuirlo a una gran confusión que se produjo en el momento y a una suerte de histeria entre los estratos adultos por aquel fenómeno de la década del ’60, en el cual las nuevas generaciones se rebelaban. En esa histeria se veía enemigos por todas partes y se les atribuía la peor de las maldades. No sé si fue por eso.

P: Pero, ¿no se basaba también esa histeria que usted menciona en lo que el «Poder Joven» proclamaba, en orden a volcar a los jóvenes en contra de sus padres?

Silo: No estoy seguro de si fue una confusión o una histeria en general, o si fue cosa de ciertos sectores de la clase alta, que pensaron que había una suerte de complot dirigido hacia ellos. La verdad de las cosas es que el tiempo fue pasando y de tantos movimientos juveniles contestatarios y demás, todos los otros desaparecieron, mientras que este movimiento no sólo permanece sino que fue transformándose para bien, positivamente, ganando espacios. Y no estoy pensando sólo en Argentina o Chile, sino en distintos países del mundo.

P: ¿En qué se basaba esa idea de que los jóvenes tenían que abandonar sus casas, tener una actitud contestataria frente a los padres…?

Silo: Eso nunca ocurrió. Ese es uno de los grandes mitos que, si uno los pesquisa, se queda estupefacto. Se decía que los niños se iban de sus casas y demás, todo ello promovido por el «Poder Joven». Eso nunca existió. Entre quienes nos han acompañado desde esa época hay muy buenos profesionales, hay familias muy estables y creo que son bastante ejemplares en ese sentido.

P: Sin embargo, en esa época se hablaba bastante de jóvenes que abandonaban todo… Acá tengo una revista «Vea» del año 1971, en la que se narra la extraña desaparición de un menor en Concepción, bajo el título de «Perdido en las garras de Silo».

Silo: Yo me acuerdo de ésto… (mira la revista y lee en voz alta) «Perdido en las garras de Silo»… Y además resultó que alguien había sido asesinado o algo por el estilo. ¡Se imagina si éste hubiese sido realmente asesinado! Fue muy irresponsable todo ésto. Lo que se planteaba era una visión del mundo y del proceso histórico en términos generacionales. Esta interpretación de los procesos se daba en términos de dialéctica generacional y en términos de respuesta a una generación que estaba instalada, que tenía asfixiadas a las nuevas generaciones… Todo este planteo terminó en esa cosa compulsiva que se orquestó contra la gente del «Poder Joven». En esa época de gran confusión había montones de grupos. Entraban por una puerta los hippies y salían por la otra. Acuérdese que también comenzaban las primeras ideas guerrilleristas, había mucho hecho anarquizante… El fenómeno era múltiple. Nos pareció excesivo atribuirnos a nosotros un montón de actitudes y de posturas que en realidad pertenecían a otros.

P: En «Carta a mis amigos», usted plantea una necesaria revolución no violenta. ¿A qué se refiere en lo concreto?

Silo: A un sistema como el actual, que desde nuestro punto de vista está en crisis. El problema es que en su descomposición puede arrastrarnos a una situación muy dura. Basta pensar en lo que sucede en Yugoslavia, en los desbordes de Los Angeles, de Santiago del Estero, de Chiapas. Basta ver las hambrunas… El listado es largo. No es la sociedad que nos habían prometido. Todo lo contrario: se está descomponiendo y esta situación es muy peligrosa, porque puede terminar en desbordes.

P: Pero, ¿cómo llevar a cabo esa revolución?

Silo: Puestos en esa situación, no se trata de un hecho voluntarista, de que salga un grupo y diga: «vamos a hacer la revolución». Nos parece que en la base social empiezan a moverse formas de organización que no existían antes; por ejemplo, agrupaciones sindicales autónomas, que no responden a las líneas tradicionales de conducción sindical… Eso está ocurriendo en más de un país europeo. En Italia, por ejemplo, donde es muy importante, porque es la avanzada de este proceso de desintegración de los partidos políticos, de las organizaciones gremiales y también de reacción frente a todo eso. Cómo no va a ser avanzada para nosotros, si en este momento va virando desde el esquema neoliberal al neofascismo. Cuando se pierde el control de la situación, el esquema neoliberal se ve obligado a disciplinar a las sociedades, tomando características neofascistas La situación se está volviendo peligrosa. Creemos que el fenómeno revolucionario puede presentarse como un choque muy fuerte entre esas formas organizativas nuevas y las formas organizativas que tratan de establecer las cúpulas, que ya no están llegando a la base social.

P: ¿Cómo ve la situación acá, en Chile?

Silo: A Chile lo veo en una situación muy calma. Ha tenido sus últimas elecciones en completa normalidad. ¿Qué más puedo decir sobre lo que veo a vuelo de pájaro? Ahora, no se trata de la situación particular de cada país, sino de la situación general del desarrollo del esquema neoliberal, que está apuntando a disciplinar a sus sociedades y a ajustar cada vez más a los trabajadores. En ese caso se avizorarán reacciones muy fuertes.

P: A nivel latinoamericano, ¿a quiénes destacaría como grandes pensadores o líderes dignos de seguir?

Silo: Está un poco disminuida la situación, me parece. Es una situación muy difícil también, a la que es muy complicado dar respuesta. Si reflexiono un poco sobre ésto y veo a los líderes, veo a Lula, a Fidel Castro por otro lado… No creo francamente que puedan responder a la situación actual.

P: En otras palabras, la región no tiene líderes.

Silo: Me parece, puedo estar equivocado. Pero capaz que esté bien así; tal vez no es necesario que haya liderazgos, sino más bien una etapa diferente de la conciencia social.

UN ESCRITOR

P: ¿Se considera un escritor, un filósofo, un pensador…?

Silo: Más bien un escritor.

P: Usted tiene dos hijos. ¿Cómo es como padre?

Silo: Creo que bueno, a lo mejor un poquito distante… Pero la relación está muy bien.

P: ¿De qué se arrepiente? Si volviera a nacer, ¿qué no haría?

Silo: Aceleraría, no perdería tiempo en la formulación de ciertos conceptos útiles para cambiar cosas. Iría más al grano, saltaría por encima de más cosas. Sería un poco más desconsiderado.

P: ¿En qué sentido?

Silo: A veces uno se traba para no provocar dificultades a ciertas personas o situaciones que otra gente no pueda superar. Son escollos que se pone uno.

P: ¿Cree que eso es aplicable a la desmilitarización en países latinoamericanos, como Chile o Argentina?

Silo: Pienso que hasta por razones presupuestarias, seguro que es muy conveniente para los países. El poder militar tendrá que irse ateniendo al poder civil, si no iremos al neofascismo, que ya está apuntando en Europa.

P: ¿Cómo explica que tantos jóvenes se sientan atraídos por el neofascismo?

Silo: Sí, hay una corriente neoirracionalista muy fuerte. Antes de morir, Willy Brandt fue consultado por los periodistas sobre el neofascismo. Dijo algo muy interesante (si bien no fue una explicación que habría dado cualquier político) sobre la desocupación, la recesión, etc… Dijo: «Las nuevas generaciones están desesperadas». Es en esa desesperación donde surgen los irracionalismos. Los jóvenes se toman de los peores contenidos, de toda su rabia, de todo su odio…

P: Como ocurre con las barras bravas en las guerrillas de los estadios.

Silo: Exacto, esos son síntomas de actitudes fascistoides.

P: ¿Como ve al general Pinochet?

Silo: Bastante avanzado en su edad (ríe).

P: Me refiero a su influencia política.

Silo: Es una influencia grande. Bueno, creo que el poder civil irá ganando terreno… Es de esperarse.