Chile
22 de Mayo de 1994

Mario Rodríguez Cobos
Las cartas de Silo

Diario El Sur
Concepción

A Concepción vino por primera vez para presentar su sexta obra literaria, ahora incursionando en el estilo epistolar, donde reflexiona sobre la crisis social y personal en el momento actual.

Adolfo Schweltzer Jiménez
Fotos Ricardo Sanhueza

Mario Rodríguez Cobos, Silo como seudónimo, ya camina sobre los 56 años y fuma y toma café y tiene todos los defectos, “¡pero, claro, ya estoy más viejo, así que los siento más!”, y mantiene aquel discurso humanista que hace más de dos décadas cautivó a gran parte de una generación. Fue la época del movimiento Silo, precursor de los humanistas actuales. El lunes 16, del brazo de su sexto libro, Cartas a mis amigos sobre la crisis social y personal del momento actual, estuvo en Concepción y presentó su obra epistolar dirigida “a aquellos que quieren un cambio, una transformación, que están en una situación complicada y no ven salida para tantísimo problema que hay. No es un trabajo redencionista ni que va a dar soluciones”. Es, en síntesis, la filosofía político-social de este argentino (”vivo en Chacras de Coria, un pequeño pueblo alrededor de Mendoza”), casado, dos hijos, fundador de Silo y del movimiento humanista.

Silo en la historia

-¿Cuál fue la génesis del movimiento Silo? Muchos hablan de él, pero no conocen sus raíces ni su historia.

-Partió en aquella época contestataria, donde los jóvenes se expresaron de acuerdo a un fenómeno más publicitado, ese del 68, del mayo francés. Hubo, además, otras formas de expresión, aparte de la rebelión estudiantil, como el hipismo, los guerrillerismos, las búsquedas espirituales. Era una generación que se convirtió en contestataria, y los adultos se sintieron acosados y dieron diversas respuestas.

-¿Cómo cuáles?

-En algunos lugares respuestas brutales; en otros, más persuasivas y encaminantes. Y en Mendoza surge un pequeño grupo de estudio en Ciencias Políticas, que estaba dispuesto a entender cómo se producía el fenómeno. Organizó medianamente su pensamiento y vio que muchos de esos movimientos sabían lo que no querían; pero no sabían lo que querían. No tenían una dirección o una propuesta mínima. Al formarse este grupo, al dar pequeñas respuestas, mucha gente se sintió atraída: llegaba un hipie, entraba por una puerta, salía por otra; era un revoltijo fenomenal. Ahí se fue desenvolviendo este movimiento. Se institucionalizó al crear La comunidad para el desarrollo humano. Luego se formó una secretaría de asuntos sociales y políticos, que originó a los partidos humanistas hace unos diez años más o menos.

-Con los partidos, ¿el movimiento desaparece?

-No. Hay gente que no quiere saber nada con la política. No milita en los partidos humanistas y, sin embargo, es parte del movimiento en ciertas ideas centrales, en su concepción del ser humano, de la historia; pero lo político de ninguna manera la llena. Todas son expresiones necesarias. Pero en las nuevas generaciones hay mucha protesta y desgano en la participación.

-¿A qué se debe esto?

-No hay vías de participación adecuadas. No creo que los adultos de hoy deban cometer el error de otras épocas de considerar a los jóvenes porque no participan dentro de ciertos moldes. Por allí se leen cosas… se acosa a la nueva generación… irresponsables, se preocupan de la motocicleta. Hay un problema serio en la no participación de la juventud en distintos campos, independientemente que en algunos lugares se cierren puertas de trabajo, existen problemas económicos. Acá hay un problema de cómo se presentan las estructuras de participación. No está bien resuelto y debe resolverse rápido. O habrán problemas.

Desbordes sociales

-¿Qué tipo de problemas?

-Puede haber desbordes sociales. Qué pasa si un sector importante de la población no encuentra canales de participación. Y seguirán creciendo las barras bravas, o las patotas o como se quiera. En situaciones de inestabilidad económica se producirán fenómenos como los de Los Ángeles, de Chiapas, como de Santiago del Estero.

-Este sombrío panorama conduce al resurgimiento de algunos ismos.

-Sí. Con seguridad los nacionalismos, los localismos y las luchas de etnias son fenómenos que aparecen fuertemente, sobretodo en sociedades maduras. Y ahí están los neonazismos, neofascismos, discriminaciones de todo tipo, persecuciones de etnias. El juego de las fuerzas es muy complejo, pero sí hay una cosa localista, peligrosa. No pienso solo en las autonomías españolas, que son un poco centrífugas, o en los problemas de Inglaterra, estoy pensando en casos explosivos como el de Yugoslavia, donde ya la gente se mata por diferencias étnicas.

-El movimiento Silo estaba impulsado por el humanismo, pero ¿donde está ahora ese humanismo?

-El humanismo se fue formando dentro del movimiento Silo. Hoy ya el humanismo es una cosa más madura.

-¿Es solo una aspiración?

-En principio, sí; es una aspiración. Estamos en un mundo que no es muy humano. Pero se aspira a que se modifiquen las cosas. No podemos tener la ingenuidad de que por simple voluntarismo, porque queramos modificar algo, se modificará. Percibimos una desintegración, una desestructuración de las estructuras establecidas.

Los ismos de moda

-¿Qué implica ello?

-En esas desestructuraciones, la gente con otros deseos y aspiraciones, se mueve y empiezan a cambiar las cosas. Si esto no tiene buena dirección, si las cosas no están bien encaminadas, nos encontraremos frente a cualquier fenómeno, como lo fue en su momento el nazismo.

-Es un paisaje alarmante.

-Hay cosas que son bastante alarmantes, como lo que ocurrió en Italia, donde el sistema que imperó por años, dominado por la Democracia Cristiana, el Partido Socialista y otros, se desarticula y se cae. Y ahí hay un juego de fuerzas, de crisis que van y que vienen. Y se llega a la situación actual donde todo aquello termina, en que el movimiento social italiano, el de la nieta Mussolini, en que la Liga Lombarda, ponen a Berlusconi o mejor dicho éste absorbe esas fuerzas, y se termina con cinco ministros fascistas en el gabinete…

-Este modelo podría extenderse hacia otros sistemas desestructurados.

-Esperemos que no. El neoliberalismo con su juego de fuerzas de mercado puede derivar en esos colapsos. Entonces ahora hay que pensar en como dirigir la economía, como disciplinar a la sociedad. Todo esto es peligroso. Tal vez no sean las cosas como las vemos, pero hay síntomas que se pueden discutir.

-Si fracasa el sistema neoliberal, ¿Cuál es la alternativa?

-Ante existía: si fracasaba el socialismo estaba el capitalismo, y a la inversa. Ahora que fracasó el socialismo real, si se produce un traspié serio y planetario… es un lío. Estas cosas hay que considerarlas. La actual es una situación muy crítica y como son tan rápidas las cosas pueden precipitarse situaciones muy veloces.

-Para estas situaciones críticas, ¿el humanismo es una solución?

-El humanismo es una cosita muy pequeña y los grandes procesos históricos requieren de mucho tipo de incubación. Por supuesto, ningún gran fenómeno histórico nace grande, nace chico; pero por la aceleración que llevan las cosas no están como para que las pueda afrontar el humanismo. Puede hacer su aporte como tantas otras corrientes.

Razón computacional

-En esta sociedad desestructurada, de cambios veloces, de crisis por venir, ¿Qué sucede con el ser humano?

-Hay una suerte de razón analítica muy próxima a la que se utiliza en lo computacional: precisa y perfecta, pero corta la idea de proceso, de estructura. Las cosas resultan desestructuradas, fragmentadas; se las analiza bien pero no se ve la interrelación de los fenómenos. Esto que ocurre en el orden del pensamiento, también sucede en el campo social.

-Este fenómeno también ocurre en lo político.

-Sí. Los perfiles que tienen los partidos se pierden. Todo está al revés, todo mezcla. Lo grave es que a las personas también las afecta esa desestructuración. Se ha desestructurado la base social. Si ya los grandes partidos se han ido a la cúpula y no conectan con la base, si tampoco conectan con ésta las organizaciones sindicales, si la vida común que existía, la vida vecinal, barrial, se ha roto, se ha desvinculado a la gente y ya nadie sabe ni siquiera quien es el vecino. Ni hablar en los grandes edificios de departamentos. Si esto pasa en la vida social, qué no pasará incluso en la relación de pareja, donde la cosa se ha desestructurado y hay un gran silencio y un gran vacío. Finalmente, qué son las parejas… competidores y, al final, uno internamente qué es: por un lado aspira hacer una cosa; por otro, piensa otra y finalmente termina haciendo algo que no tiene nada que ver ni con lo que piensa ni con lo que siente.

“Ser partidario del aborto es una cosa horrible”

-¿Cuál es su posición frente al divorcio?

-Ojalá la gente no se divorciara. Considero que el matrimonio es sumamente importante que debe resolverse en términos de libre elección. Por ahí dicen que uno es partidario del divorcio. ¡Que voy a ser partidario! Tal vez deba legislarse para que no existan catástrofes sociales, donde la gente francamente no está de acuerdo y tiene que mantener una situación que luego pega en los hijos, pega en ellos mismos. No soy partidario de él. Si es voluntaria la unión de las personas y esta voluntad varía, hay que dar oportunidad a que la gente haga su elección libremente.

-La visión que se tenga sobre el ser humano condiciona la postura frente al divorcio y el aborto.

-Por supuesto. Se dan respuestas ocasionales, circunstanciales, incoherentes, que no tienen que ver con una visión clara del ser humano, diría con una antropología. Si un cristiano católico dice que el aborto es un asesinato, porque el niño se está gestando; eso responde a su antropología. Para ese cristiano el ser humano nace en el momento en que un espermatozoide y un óvulo se entrecruzan. En ese momento, la chispa divina da a ese ser su entidad de ser humano. Si en cualquier momento se produce un corte, es un asesinato. Lo entiendo, tiene coherencia dentro de su concepción. Pero algunos tienen otra concepción del ser humano.

-¿Cuál es la suya?

-Es muy diferente en el sentido de que el ser humano nace en el nacimiento, es o doctrinas- sino que es un ser histórico, social, abierto al mundo, en transformación, capaz de cambiar su propia naturaleza, como lo está haciendo con las prótesis, con los cambios de corazón. Para nosotros, el momento del nacimiento es la apertura del ser humano al mundo. Ahí se produce esa constitución del ser humano como tal.

-Y antes, ¿qué es?

-Es un proyecto; un gran proyecto, además querido. No es un animal, simplemente.

-Pero los proyectos se pueden destruir.

-Ese es el tema. La gente que está en esa situación tan difícil -porque hubo una violación o porque hay malformaciones que hoy la ecografía detecta- no creo que lo haga alegremente. Deben estar sometidos a una tragedia tremenda para proceder de ese modo. Debería existir algún tipo de ley, de legislación, sobre todo mucho esclarecimiento, para que la gente no tenga que tomar semejantes decisiones. Decir que se es partidario del aborto es una cosa horrible. Qué mujer no va a querer tener ese hijo, si lo va albergando, formando con todo el cariño del mundo, y si por una situación equis tiene que abortar. Eso es un desastre.

-¿La chispa divina no existe en ninguna parte?

-Para quien es creyente sí existe. Y entonces hay que respetar ese punto de vista, pero que sucede para el que no es creyente.

-¿Usted es creyente?

Personalmente lo soy, pero no puedo imponer mi paisaje a otros. Puedo creer en la trascendencia, en la infinitud del ser humano, en otro sentido, pero lo que yo crea no vale para otros. Es un lío. Ese es el problema.