Lunes, 12 de abril de 1993, a las 11 de la mañana.
Entrevista a Silo en la Cadena Ser
Programa «Hoy por Hoy» de Iñaki Gabilondo
P: Silo o Mario, ¿cómo se siente más cómodo usted?
M: Como Mario, claro.
P: Como Mario. Porque Silo es su seudónimo literario. Es un escritor muy conocido, con obras como Humanizar la Tierra, como Contribuciones al Pensamiento, Experiencias Guiadas, etc. Y es además el padre del Movimiento Humanista, que en muchos países del mundo ha ido, digamos, prendiendo como una especie de semilla, de denuncia, de testimonio, de esperanza, de cambio, de utopía, quién sabe, de un montaña de cosas. ¿No?
M: Me parece.
P: ¿Cómo nos diría usted que es el Movimiento Humanista? ¿Cómo nos lo diría con cuatro palabras?
M: Y es un poco como bien lo ha definido usted. Es un poco todas esas cosas. Es un Movimiento de denuncia, de cambio, es una corriente de opinión, es un conjunto de voluntades que se agrupan en una dirección de cambio. El Movimiento Humanista viene formándose, gestándose a lo largo de mucho tiempo, de manera que poco a poco va tomando su perfil. No es una cosa terminada de ninguna manera, que ha salido de la cabeza de Minerva, sino que con la participación de la gente va tomando su carácter.
P: Pero nos lleva a Toscana, nos lleva al Renacimiento, nos lleva a la Florencia de los Médici, ¿adónde nos lleva?
M: Los humanistas consideran al movimiento histórico, el humanismo occidental, como su antecedente. Pero desde luego las cosas hay que plantearlas en este momento y darles la impronta que corresponde.
P: ¿Cuáles serían los rasgos básicos, digamos, del humanismo de hoy?
M: ¿Del humanismo de hoy? Bueno, como el humanismo de ayer, la lucha por la libertad, la independencia de las personas, la igualdad entre las personas y todo aquello. Pero hoy además, enfatiza en cosas muy concretas, muy precisas. Enfatiza en la relación en los medios de producción, entre el capital y el trabajo, por ejemplo. Tiene su visión sobre eso. Tiene su visión sobre la democracia real frente a la democracia formal. Tiene su visión respecto del derecho, los partidos políticos, el arte en general. Tiene una visión más o menos completa y desde luego, habría que entrar en mucho detalle, pero se preocupa mucho por este tema de las instituciones y este tema de… por lo que pasa en la persona en su vida corriente, en su vida cotidiana.
P: Se dice que el humanismo está tratando de mantener una cierta llamita encendida que parece estar, no sé, alentando lo que queda del ser humano arrollado por tanta histeria consumista, digamos, por tanto no sé, por tanto engaño, por tanta falsía… ¿El hombre no se ha perdido en este mundo ultra moderno?
M: No. Yo creo que aún hay mucha reserva. Lo que pasa es que todos estamos muy fragmentados entre nosotros. Pero también nos parece que los ideales del humanismo están en millones y millones de personas. No es tan explicitado, no es tan aclarado, pero creo que el ciudadano de a pie tiene en el fondo aspiraciones humanistas.
P: ¿El dinero es el enemigo del humanismo?
M: Creo que sí en tanto se haya considerado al dinero como el todo. El dinero es todo, es todo en las relaciones, el dinero es poder, el dinero es arte, filosofía, es relación entre las personas.
P: ¿El hombre puede sobrevivir en esta sociedad hipercompetitiva en la que no interesa lo que el hombre es, sino en todo caso lo que el hombre tiene o lo que el hombre es capaz de hacer?
M: Sin duda que no puede sobrevivir sin dinero. De manera que la discusión es por el cambio de estas estructuras sociales.
P: Hablar ahora mismo de humanismo es casi intentar regresar, ¿es posible regresar, nadar contra la corriente?
M: Al contrario, creemos que hay que ir adelante en la historia. Pero no podemos provocar rupturas ni negar nuestro pasado. Es decir, vamos para adelante pero teniendo en cuenta ciertos valores de los que venimos. Ir contra corriente sería absurdo, sería justamente oscurantismo, que es contra lo que luchó siempre el humanismo.
P: Entre esos valores del hombre a recuperar, a observar, ¿se encuentran los valores religiosos?
M: Nosotros creemos, y así ocurre en la práctica, que ser ateo o ser creyente, a los efectos del planteo humanista, es secundario. El humanismo no parte de posiciones de fe o de ateísmo. Parte de la realidad de la existencia humana. El ser humano quiere alejarse del dolor, alcanzar el placer, tiene dificultades en su camino y en su devenir y en su desarrollo será creyente o será ateo. Pero no desprendemos de esas concepciones la visión sobre el mundo, la sociedad y el ser humano.
P: En este momento parece, Mario, que todo el móvil de la acción política no es el hombre, parece que el móvil de la acción política es otra cosa, grandes superestructuras, etc., etc., etc. ¿Podrá algún día recuperarse el hombre como gran móvil de la acción pública?
M: Creo que sí. Yo he aterrizado con sorpresa ayer aquí, en España y me he encontrado una situación bastante movida. Ahora mismo estoy escuchando las noticias. Y también ésto me lleva a reflexionar sobre la acción de la idea, que parece una cosa tan abstracta, tan… O los contenidos éticos de la acción. Y recuerdo por ejemplo que una situación complicada se desató aquí con la participación de Carlos Von Schauen, que es uno de los fundadores históricos del humanismo en Méjico, en distintos lugares. Carlos Von Schauen actualmente no sé si milita activamente en el Partido Humanista o en el Movimiento Humanista, pero en la situación precisa él dio, hizo su aporte ético, denunció situaciones y de ahí arranca el caso Filesa. Creo que es una actitud ética y creo que tiene que ver con las ideas del humanismo y la acción de esas ideas en la práctica. Así que yo creo que no se trata de… él estará equivocado o no, esa es otra cosa, pero sin duda que hay un contenido ético muy fuerte en su denuncia, de mucho riesgo en más de un sentido y me parece que cosas de ese tipo, cuando se dice que el humanismo denuncia situaciones, no se están largando palabras vacuas, se están haciendo realidades en las acciones.
P: ¿El humanismo de 1993 tiene que ser ecológico?
M: El humanismo de 1993 considera como muy importante el tema ecológico. Estamos arruinando la casa del hombre. La cosa se está poniendo muy peligrosa. Y no es el caso de poner las focas por encima del hombre. Esto está claro. Pero así como van las cosas y así como llevan las cosas las empresas polucionantes, parientes próximas del complejo militar-industrial, creo que nos llevan a la catástrofe. Creemos que el ecologismo en general debe pasar de su etapa ingenua a una etapa consciente en donde tome francamente una vía humanista.
P: ¿Cree usted qué…?, desde que, hace tres años se cayó, digamos, víctima de sí mismo el comunismo, el liberalismo parece que ahora se pasea sin freno por el mundo. ¿Cree usted qué el capitalismo desaforado, sin freno, es un peligro para el hombre?
M: Absolutamente. Nosotros hemos tenido muy buena acogida en la ex-Unión Soviética. Allí dimos el 18 de junio próximo pasado una conferencia sobre la Visión actual del Humanismo en la Academia de Ciencias de Moscú y nos parece que en la gente hay una necesidad importante de re orientar sus ideas, frente a la destrucción de estructuras clásicas. Este peligro lo denunciamos allí donde podamos. Y así lo hemos hecho precisamente en el centro, en el epicentro de este zangoloteo de estructuras como ha sido la Unión Soviética.
P: Dígame, señor Rodríguez Cobos, cuatro o cinco grandes humanistas de la historia para que podamos utilizar, digamos, como referencia personas cuya imagen más o menos podamos conocer o situar.
M: Bueno, Giordano Bruno, Galileo. Más próximamente, de algún modo los revolucionarios del siglo XIX. En el joven Marx hay un humanista. Y hay humanistas contemporáneos, hay humanista en la ciencia, hay un Schweitzer que no sólo trabaja en la ciencia sino que trabaja codo a codo con el ser humano sufriente, inmediato. Y en todas partes tenemos humanistas. Tenemos acá hasta al viejo profesor.
P: Tierno Galván.
M: A Tierno Galván, que desde nuestro punto de vista era una persona bien independiente y un humanista de corazón.
P: ¿Se puede ser humanista en cualquier partido político o hay que serlo en el Partido Humanista?
M: Desde luego, a eso aspira el humanismo. A que la gente no pierda su diversidad y su individualidad. Nosotros creemos que en los partidos políticos progresistas, en las organizaciones gremiales de avanzada, hay por supuesto un humanismo latente que debe hacerse consciente y debe orientar su lucha no sólo a la reivindicación inmediatista sino también hacia las cúpulas de ese poder que sin duda deben ser transformadas y adaptadas al momento actual.
P: Entre los nombres que ha mencionado ¿podríamos haber incluido también, por ejemplo, el de Sandro Pertini?
M: ¿El de Sandro Pertini? No conocemos muy al detalle toda su trayectoria, ¿pero por qué no?
P: Y los jóvenes, ¿qué? Porque los jóvenes ahora viven en un mundo que va cambiando a una gran velocidad. Nosotros desde este programa lo percibimos y están viviendo en un momento de gran confusión. No sé, todos estamos arrollados por los acontecimientos. Y además con un idioma nuevo, el idioma de la informática que, prácticamente, nos ha puesto a todos al revés, patas arriba. ¿Habrá manera de que se mantengan, no se ahoguen, digamos, esos valores humanistas que usted está aquí expresando y contando, que forman parte de lo mejor de la herencia de nuestra cultura?
M: Sin duda. Yo creo que estas situaciones de recambio, estas crisis que estamos viviendo en todas las partes del mundo posteriormente a este gran revoltijo que se está produciendo en el momento actual, las aguas volverán a su cauce. Volverán en un nivel cualitativo diferente. Volverán a su cauce pero por supuesto no van a paliar todas las crisis que subyacen del sistema. El sistema tendrá que cambiar. El gran capital financiero internacional se va concentrando cada vez más en pocas manos. Los países van desapareciendo como entidades, así según eran concebidas hace doscientos años. Hay que modificar hasta la estructura jurídica de los países, modificar constituciones para que el desplazamiento de personas, de bienes, de capitales, sea fluido. Acá hay un cambio muy grande. Pero no debemos, me parece, confundir el carácter y la naturaleza de estos cambios. Aquí, estos cambios que están ocurriendo son un poco cambios de recambios, es decir, cambios de la superficie. Desde luego que creemos que en el fondo anidan los cambios más profundos. Bien, en esta situación de cambio de superficie creo que hay mucha desorientación. Pero cuando estas cosas vuelvan a su cauce, a su modo, la desorientación va a seguir sin embargo. Va a seguir en el campo profundo de la sociedad y de las personas. Dar referencias en el momento actual de que va a ser mejor una cosa u otra, bueno sí, es importante, pero lo que tiene importancia de fondo es la discusión por el cambio de las estructuras económicas y sociales, más que por cambios institucionales o partidarios o políticos. En este sentido, la desorientación que existe en las nuevas generaciones es grande, pero es grande por problemas de fondo. Yo recuerdo las… casi las últimas palabras de un humanista a su modo y en su práctica como fue Willy Brandt. Willy Brandt fue un gran luchador. El pagó con cárceles la época del nazismo siendo muy joven y luego tuvo problemas de todo tipo. Ya alejado de la política, muy viejito, dos meses antes de su muerte, fueron los periodistas y le dijeron: «Pero ¿qué está pasando en esta Alemania? Usted luchó por una Alemania muy diferente, acá nuevamente rebrota el fascismo, acá la discriminación está en la calle. ¿Qué puede decirnos usted?» Y él contestó no como un político haciendo cálculos, especulando. El contestó como un humanista. El dijo: «Sí, están los fascismos y demás pero en el fondo está la juventud desesperada». Esa es una respuesta no exactamente de un político. Nos parece que en esta desesperación de la juventud se anidan grandes males y también grandes soluciones.
P: ¿No hay que tenerle miedo a palabras como revolución, como utopía, etc.? ¿No son antiguas?
M: Son un poquito antiguas, sí. Nosotros hablamos más bien de transformación y hay que volver a calibrar todo este lenguaje.
P: Don Mario, dígame como nos dibujaría usted su utopía. Yo le adelanto como quien está jugando, saque usted primero. Vaclav Havel decía: «La revolución o lo que sea parecido a la revolución que quepa ahora, será la revolución de los conmovidos. Será la que pueda alumbrar un mundo que vaya teniendo cada vez más personas sensibles. La de los conmovidos».
M: Sí, claro que sí.
P: ¿Cómo nos dibujaría usted su utopía?
M: Bueno, pues, nosotros creemos que el capital tendrá que cambiar. Tendrá que hacerse participativo. El obrero y el trabajador tendrán que tener no sólo la ganancia, no sólo el sueldo o el salario, sino que tendrán que participar en la dirección de la empresa. Tendrán que modificarse las estructuras políticas del estado centralizado y descentralizarse. Tendrán que respetarse plenamente las autonomías y tender a sociedades federativas. Tendrá que modificarse el aparato jurídico y consagrar por encima de todo a la democracia real. Tendrá que cambiar el sistema de participación en donde unos pocos eligen. Donde unos muchos eligen a pocos que luego traicionan a los muchos. Tendrán que cambiar, yo creo, muchas cosas.
P: Es bueno escuchar palabras que pasan un poco por encima de todas nuestras acuciantes cuestiones de la vida cotidiana aquí. Alguien decía un día que los enemigos del actual hombre son la xenofobia y el racismo y alguien dijo: «No, el mayor enemigo es el miedo, el miedo a atreverse a mirar el futuro con los ojos abiertos».
M: Está muy bien dicho eso.
P: Está Mario Rodríguez Cobos con nosotros. Y nosotros, después de escucharle, quisiéramos que ustedes lo vieran. Y nuestro fotógrafo radiofónico es Luis del Val.
P1 «En la frente, incluso en reposo, se dibujan tres surcos horizontales, tres sendas de preocupación que paradójicamente se vuelven más elusivas cuando habla, cuando interviene. Y es sumamente curioso su cambio de expresión. Porque si en la espera aparece sumido en la perplejidad, como si estuviera estupefacto, nada más comenzar el diálogo, su sonrisa es luminosa y radiante, la salida de la crisálida del capullo de la introspección, la proyección de un optimismo que ya ha sufrido duras pruebas. Del pelo lacio, no muy abundante se ha escapado un cabello rebelde que se desmaya hacia la ceja izquierda. Y ese único pelo es una nota contestataria y juvenil, como juvenil es el traje claro y primaveral, la camisa blanca abierta y el jersey de pico tradicional de los campus de otros tiempos. Se afeita con rigor de recluta y su piel es limpia y resistente, casi de aventurero. Sólo las ojeras profundas y marcadas denuncian al hombre de letras frente al conjunto que parece un anuncio de naturaleza y aire libre vestido de ciudad».
P: Y estuvo con nosotros en Hoy por hoy. Muchas gracias, Silo. Muchas gracias, Mario. Muy buenos días.
M: Al contrario, muchas gracias a todos vosotros.