En no pocas ocasiones se nos consulta referente al cambio, a su posibilidad, sobre su frecuencia y magnitud.
El cambio que nos interesa se produce en el ámbito de la conciencia y con su esfuerzo. Así es que para descubrir cuando se trata de modificaciones mecánicas (ya sea en el contorno o en los ensueños que se desplazan) o de modificaciones conscientes, conviene dar un rodeo hacia las características y ocasiones de los cambios de más fácil registro.
Los cambios de vida, más o menos significativos, suelen ocasionarse por confrontaciones situacionales, con roces entre los demás y con los ámbitos frecuentados, produciéndose una ruptura entre la tensión soportable y la producida, llevando este hecho a variaciones de conducta. También se producen por grandes decpciones o grandes ilusiones, que lo arrebatan a uno en caída o en salida. Pero en general y en el fondo, los cambios son producidos por variaciones en el núcleo de ensueño; éste por ej., no puede realizarseen una dirección y se encausa en otra, o se desgasta y viene otro en su remplazo, o un viejo ensueño encuentra posibilidades de complacerse y engancha en este sitio de conveniencia rompiendo con otros; en todos estos casos se ven variaciones de conducta, pero de ningún modo de dimensiones profundas y mucho menos esenciales.
Para un cambio esencial es necesaria una profundidad permeable y una intimidad receptiva, para que las señales esenciales puedan tener resonancia, de otro modo no es posible «enganchar» en otra dimensión.
Dentro de las variaciones de conducta, hay algunas más marcadas que otras, pero las de más resalte son los traspasos de etapas biológicas fundamentales, donde hay cambios orgánicos y síquicos importantes; el paso de la niñez a la adolescencia, de ésta a la juventud y luego a la primera y segunda madurez, hasta vejez y ancianidad; aquí de hecho hay cambios sustanciales, pero tampoco necesariamente evolutivos.
Para que de algún modo haya una modificación esencial y evolutiva, tiene que ser la conciencia el centro de gravedad, ya que si éste está tranferido a las cosas, al cuerpo, a los demás, a los prestigios; los cambios serán posicionales y de aumento de expectación o desgaste del objeto referido.
Las grandes etapas biológicas tienen un enorme poder determinante que hace surgir un sentimiento de piedad por el género humano. Pueden considerarse tres grandes etapas de doce años cada una y que luego de los treintaiseis vuleven a repetirse.
La primera de ellas la llamamos «etapa del coredero», por la sumisión a las condiciones creadoras, el desarrollo es en la línea de la dependencia y con la energía en la biología fundamentalmente. Aquí la intimidad es totalmente plástica y maleable. Cada tres años se van produciendo cambios notables con la relevancia de la incorporación progresiva al ambiente y de los aprendizajes básicos: a hablar, a caminar, etc.
Es fundamentalísimo poner cuidado en la interioridad que se está forjando ya que será definitiva en la vida del individuo. Aquí se produce una crisis, el paso a la segunda etapa, la del «león», etapa característica por: contacto con el prógimo, con los demás en mayor comunicación, no tan receptiva como la anterior. El choque con el medio ambiente que se presenta como selva precisamente, y sobre el cual uno trata de reinar de un modo ingénuo y agresivo. Intimamente la energía se dirige a la siquis, después de haberse formado lo biológico; aquí los primeros ensueños suelen ser importantes y cuantiosos. Mientras las fantasías infantiles eran contruídas con un gran divocio de la realida y muy imaginativas (recuerdese «amigos y situaciones imaginarias en los juegos»), en la segunda etapa tienen más que ver con el contorno inmediato, «se hacen más realistas» dentro de lo que cabe, precisamente porque se elaboran como reflejo del medio y su información. Como resultado de los primeros contactos con muchas cosas, por ej.: sexualidad, «primeros amores», primeros estudios y trabajos, etc. Es una época tormentosa y de definitivas huellas. El temperamento que se dislumbra, ahora comienza a manifestarse conjugado con una personalida que también sufre confrontaciones a menudo conflictivas. Lo sustantivo está dado por el mundo de las relaciones nuevas y de las primeras experiencias.
La tercera etapa es la del «arquero» las tormentas han mengado y comienza a gestarse los comienzos de una individualidad, formada la biología y la siquis, la energía se dirige al ámbito del pensamiento; se tendrán las primeras ideas, los primero contactos con doctrinas; a medida que se trancurre en ella surgen ensueños lógicos de estabilización y de dirección única. El residuo sustantivo se registrará en el ámbito de las decisiones básicas inequívocas, y más tarde en la proyección de sí mismo en el mundo.
La primera atiende a la maleabilidad del niño y amén de un cuerpo sano puede ponerse especial cuidado en la forjación de un » subconsciente» y un transfondo mental sólido y sin malas grabaciones para que sirva de predisposición de fondo al resto de los aprendizajes; en la segunda habrá de sumistrar amplia información y atender a los prcesos emotivos, ya que es edad de intensa sensibilidad, luego en las primeras experiencias el cuidado irá a que no sean equívocas y desviatorias; finalmente en la tercera la gran definición del individuo implicará elecciones de graves consecuencias futuras, así que no tendrá que ser tomada con formalidad, sino con profundo espíritu de comprensión de lo que se hace.
Si se tratara de una educaión más esencial, se tratará ya de una enseñanza más específica, que conviene esté en manos de capaces instructores y de trabajos amplios y posibilitarios, sin presiones ni violencias de tipo alguno, paulativamente cada uno irá encontrando su camino, que, en la medida que coincida con el gran proceso en juego, progresará, de lo contrario caerá en fijaciones, detenciones o regresos a etapas no superadas. Las enseñanzas idóneas, presentan siempre trabajos menores, a modo de autoconocimientos progresivos y no bruscos, preparando al neófito hacia etapas de trabajos Mayores, con comprensiones amplias de sí mismo y las opciones a cambios fundamentales. En los trabajos menores deben quedar superados todos los problemas relativos a ensueños y personalidad, ya que se trata de instruir esencialmente a fin de que esta también haga su crecimiento, su crianza generará un «segundo cuerpo» (por llamarlo así) de características trascendentales y no naturales y periféricas como son las del conocido. Este segundo cuerpo de esencias se conecta con los planos mayores y trscendentales.
Como pueden ver siguiendo el trema, hemos partido desde la posibilidad del cambio, hemos distinguido los cambios naturales (por cambios de etapas biológicas y de ensueños) haciendo un diseño breve de las etapas básicas a fin de evitar confusiones.
Finalmente hemos llegado a dos posibles educaciones y desarrollos, uno periférico (con ganancias en la esfera de la personalidad y del mundo «oficializado») y otra más profunda, en el ámbito de las esencias y canalizada por la Enseñanza con un destino puramente trascendental. En ambas líneas hay variaciones de conducta con modificaciones de personalidad y sicobiológicas, amén de las variaciones menores de tipo argumental (cambios de argumentos biográficos) que son los más comunes. El cambio que a nodsotros nos interesa no queda a nivel sicológico, sino que se experimenta con terrible veracidad personal. Este caso puede partir de un autopregunteo que puede ser más o menos este: ¿Quiero yo seguir así o de otro modo?, ¿Me atrevo a dar un salto libertario, con modificaciones radicales de fondo, o no?, ¿Estoy dispuesto a variar el sentido total de mi vida?, ¿Me atrevo a dejar de ensoñar? y cosas semejantes. Es decir, se trata de elegir, de elegir si se quiere seguir viviendo y en que condiciones; se trata de tomarse al artífice de la propia vida o de seguir la servidumbre al suceder, en otras palabras, se trata de realizarme o no realizarme.
Así es que para quienes el cambio importa, será cuestión de separar, distinguir y reconocer el camino del futuro.