Ambos fenómenos se dan en la vigilia ordinaria y se encuentran particularmente exagerados según el grado de conciencia emocionada-mágica y oscurecimiento de la razón.
Descubrimos la identificación en la confusión entre acto de conciencia y objeto de conciencia, cuando no se establece esta diferencia, sino que se los ve como una cosa en vez de dos, se produce el fenómeno. Mientras la identificación es en general lo descrito, la consideración es el identificarse con personas. La Consideración interna tiene que ver con transferencias, compensaciones, etc, causando encadenamientos y considerable “esclavitud exterior”: uno depende, está en-función-del-otro. En realidad ambos fenómenos son bien complicados en sus mecanismos pero se encuentra con facilidad lo siguiente: el punto de referencia fuera de sí, la conciencia se diluye, se disuelve (como por ejemplo, el terrón de azúcar al caer en un líquido, se disuelve en “lo otro” y no puede regresar a la primera faz de terrón). Los respaldos de estos fenómenos están hechos en la facilidad de apego, por una parte y de fascinación por otra, que derivan en poder de sugestionabilidad en la identificación-consideración. Es así que el no-apego llega a mayores grados de libertad interna, pero es mejor agregar dosis altas de autoconciencia para disminuir la fascinación, la sugestionabilidad.
Los contenidos de identificación son estructuras internas-externas, por ej. me identifico con un elemento físico (auto, alhaja, etc.) pero tal elemento externo tiene un representante interno (por ej. el deseo de posesión, el prestigio, la seguridad, etc.) es decir, que la estructura de adhesión es la que importa desvincular, para des-identificar a la conciencia de ello. La múltiple gama de elementos a considerar o identificarse es enorme, pero sustantivamente lo que pasa es claro: la conciencia se diluye y el Yo se debilita. En el proceso de concientización sucede lo contrario la conciencia se intensifica y el Yo se autoafirma.
Colateralmente, cesan los sueños secundarios y mengua el grado de influencias que normalmente ejercen los demás y el ambiente sobre uno, es decir, aumenta la soberanía sobre sí, con los demás y en el contorno.
La identificación está en relación con el deseo y sufrimiento, de manera que la no-identificación lleva a mantenerse en los estrictos límites de la necesidad (no sólo es perjudicial el deseo-sufrimiento sino que lo es más estar identificado con eso).
La consideración está basada en los “lazos síquicos” con los demás, pero si es interna, se trata de esclavitudes disfrazadas, perniciosas y superficiales. La consideración externa es el trato afable y “objetivo” sobre y con los demás.
Pero como siempre dejemos que el practicar la no-identificación nos enseñe mucho más allá de esta paginita introductoria.