El ensueño y su fragilidad, su frecuencia y perturbabilidad, son los más serios inconvenientes para el despertar en todos los campos descritos (personal, social y cultural), pero esto ni es un fenómeno aislado ni sucede una sola vez; sino que se conjuga con otros (personalidad por ej., temperamentos…) y además se repite con comprobada frecuencia, esta repetición deja una huella que hace memoria y queda registrado cerebralmente pudiéndose rememorar u olvidar. Estas grabaciones (1) de actos se configuran en positivas (según favorezcan un proceso, estimulen o sean base para el futuro) y negativas (en la medida en que obstaculicen, conflictuen y sean regresivas) o neutras (según puedan tornarse positivas o negativas en alguna ocasión). Estas grabaciones (vividas en el pasado) cuentan en mi presente y acondicionan o posibilitan. Haciendo un balance se descubren las que predominan, y si son negativas habrá que dedicarse con ahinco a “descristalizarlas”, disolviendo lo que dificulta el paso, desechado fijaciones y conductas de todo tipo, seguramente habrá técnicas para tal tarea. Si son positivas, todo perfecto, porque se las consolidad y refuerza en bien de todos y a las neutras se las capitaliza por ley de simpatía en esta dirección. Atendiendo a esta solidaridad de grabación incorporo la noción de Proceso y sus cuatro posibilidades:

  • Evolución (paso a paso, con crisis y progresos).
  • Transmutación (dar un salto cualitativo a identidad superior).
  • Regresión (retornar a etapas nos resueltas).
  • Fijación (o detenimiento)

Estos dos elementos me dan pautas suficientes como para llevar una dirección correcta hacia metas trazadas concientemente. Sin descuidar el alto número de situaciones imprevisibles libradas al azar (azar que tampoco es tanto, con una conciencia como artesana). Reduciendo a lo importante; queda claro que el presente se encuentra atravesado por el futuro y por el pasado, y que si el pasado está mal “cargado” con significaciones atravesadas, el presente se hará conflictivo y el futuro dudoso. Como evidentemente es el presente el que se tiene a mano, cualquier vivencia quedará desbaratada con la intensidad con que se viva esta vez, en un sentido o en otro: puede catalizar la realización en marcha o reventarla en un futuro imposible.

Es decir, que con estilo adecuado se puede desencadenar el pasado enrarecido, calificarlo y enderezar su destino, puedo además con el presente “cargar” positivamente el futuro. Todo se trata de tener en claro propósitos, fuerza y sentido, de no ser así, el panorama inverso es claro; el pasado conflictúa el presente atando a la rueda de repeticiones, hábitos y reveses, desconectando a su vez el futuro hacia el ámbito de las incertidumbres y temores. Lograda esta división interior, no aparece en el medio un anestesiante suficientemente poderoso como para ahogar en el sopor al dilema, de aquí se pasa a la fuga sin horizonte ni meta.

Por más desfavorable a atravesada que se presente una situación, por más cadenas y determinaciones que haya, por más cárceles y cercos que coloquen, no hay nada que pueda vencer una profunda decisión tomada con energía y con consecuencias revolucionarias. No hay avatar y cadena alguna que pueda tolerar la energía de una subjetividad que decide y elige una vía diferente. Todas las crisis, personales o de época quedan trascendidas por el imperio de la meditación.

También aquí empieza mi libertad, cuando afirmo mi subjetividad frente a una objetividad que puede dar o no las condiciones de revolución, respecto a este dilema que nos colocan los postergadores de todas las tendencias por el imperio de la meditación.

Cuando un amigo está atravesando una crisis delicada y nosotros vemos desde fuera las falsas puertas que elige y las verdaderas que no abre, ¿no nos tentamos a aconsejar de buena fe?, y no vemos con disgusto que desoye nuestro exhordio? ¿no sentimos con igual desagrado, que no se deja ayudar? No vemos acaso que interpone a nuestra ayuda su orgullo, defensas y demás necedades?. Bien esto pasa también con pueblos enteros, ¿Por qué?, porque no se dan cuenta, porque están anestesiados, deseosos aún y a pesar de todo, de triunfar en la misma línea en que se ahoga. Entonces ¿qué se hace?, pues simplemente ayudarle a darse cuenta, a que reconozca la necesidad de cambiar, y no presionarlo con nuevos estilos de vida. Sugerencias, proposiciones, invitaciones de todos los colores y crear condiciones para que “despierte” subjetivamente a los problemas, que simultáneamente le muestre la realidad objetiva.

Si no se da cuenta, es imposible que vislumbre posibilidades: Están los problemas y están las soluciones, pero es necesario (e imprescindible) enterarse, apercibirse, darse cuenta de las soluciones; sin dramas ni victorias, simplemente avanzar despertando y con cuidado de no volver a caer para que no vuelva la noria a girar. Habrá pues que esforzarse en mantenerse alerta, por el sólo hecho y con el sólo fin de despertar, no buscando premios, ni palmas ni honores.

Esto es así de simple: desde que el mundo es mundo, no se ha hecho nada esencial a espaldas de la conciencia.

Para en efecto, devenir posibles estas cosas, es necesario encontrar coyunturas, momentos justos para dar el golpe salvador. Si bien es cierto que en algo pesa aquello de “preferir malo conocido a bueno por conocer”, también es cierto que las nuevas generaciones no tienen tanta carga nefasta sobre sus espaldas, precisamente se topan con ellas cuando se incorporan al medio sociocultural, y aquí empieza la decisión: o conservar, o renovar o desviarse al quinto pino!. Las coyunturas históricas se develan en su íntima profundidad, con la acción directa de las generaciones en su dialéctica y en su presión revolucionaria, por el hecho de traer energías nuevas y sin cargas pesadas que soportar; se trata de que resuenen en los planteos, estos idearios y este afán de cambiarlo todo, es porque si intimidad está dominada por el temor y por el interés fascinante del triunfo mundano; y con la revolución humilde y profunda, nada tiene que ver.

Hay señales internas y externas de la presencia de “ese algo” diferente, se llame liberación, cambio o como se quiera, el caso es que uno se canaliza revolucionariamente a través de la resonancia básica y honda de los planteos libertarios.

Crease o no, esto es así de fácil y así de valedero.