Comentario:
En el mes de Septiembre-Octubre del 71, nos reuníamos en Madrid para sostener conversaciones sobre los temas de interés, simultáneamente en Chile varios amigos, entre ellos H. Van Doren, eran detenidos por el régimen de turno.
Eso no impedía nada, sino que por el contrario reforzó el ánimo para seguir la enseñanza.
Estas charlas se desarrollaron en un ámbito de informalidad e improvisación.
En una casa sencilla de un barrio de Madrid nos reunimos esa tarde como de costumbre, sólo que los vecinos del barrio se acercaron a visitarnos y a consultar sobre algunas dudas que tenían sobre su vida y sobre la sociedad en que vivimos. Así se sumó la amabilidad de los vecinos con nuestra habitual mente investigativa, en un clima de nobleza y natural simpatía como es característico en todo lo español. Así fue, como el lnfaltable sentido del humor, como españoles y extranjeros (que eramos varios) dimos pie a la «juerga» y a la meditación.
Fue interesante también, comprobar que no es ahora España tan invertebrada para las nuevas generaciones. juicio que puede extenderse a los europeos en general, claro que no se trata de vértebras sino de nervios; nervios que se conectan en sinapsis maravillosas en un sano contagio síquico, que por su fuerza unificante molesta a los reaccionarios de todas las tendencias.
Al finai de las charlas, alguien del lugar llegó a califica de “heroico” el hecho de mantener una actividad sostenida en un país de difícil comunicación humana, en el cual ni un pobre pájaro puede trinar con soltura.