Antes de terminar esta “salpicadura”, recortaremos un poco más esta noción del acto libertario, del gesto liberador.

La libertad comienza con el acto querido de revolucionarme internamente y a mi contorno. Comienza con la decisión simple de quererse libre.

Libertar, es liberarse y ayudar a liberar.

Liberar es hacer lo que se quiere, sin perjudicar al otro.

Mientras la fuga es el camino encadenante hacia la no-libertad, el despertar es un camino renovador a que la libertad sea la fuente permanente de todo valor y significación humana.

Toda acción libertaria es una instrucción al hombre en el modo de ganar y no perder libertad.

Quien trabaje lejos de los hombres, se pierde a sí mismo y actúa en contra de ellos.

Yo trabajo con mi fuerza interior, en el medio en el que vivo, para mí, para ti y para todos los demás.

Trabajo porque trabajo, sin buscar fines ni premios, ya que el fin universal y mayor es la libertad misma.

La libertad es una opción que exige tomar partido.

“Debe impedirse que la tiranía y el crimen de instalen triunfalmente en el mundo; la conquista de la libertad es la única justificación y por tanto imponiéndose a aquellos, debe mantenerse de una manera viva la afirmación de la libertad”. (1)

La libertad es lo único que importa, sin olvidar al hombre en el camino, ya que la partida y la meta son la libertad misma.

(1) Parágrafo de un escrito de circulación interna: “Ética existencial”