Es observación universal la existencia de un núcleo ordenador. Las galaxias lo tienen, los sistemas planetarios lo tienen y también un átomo y una célula. Estos núcleos forman centros de referencias ordenando cíclicamente la actividad de la estructura en cuestión, aprovechándose desde la mínima a la máxima expresión energética, esto también se cumple en el hombre.

Este centro deja su huella que se ve al recorrer la historia (1). Se han visto han visto épocas de apogeo y de decadencia, de incorporación y de transferencia de este centro de radiación, y como de otro modo no podría ser, se ve su extensión personal, socia! y cultural. En este caso nos interesa comprendelo a nivel personal como mínimo.

Observamos el núcleo de ensueño oficiando de modo compensatorio de deficiencias personales, pero más profundamente la comparación está hecha a una carencia fundamental, a la carencia de centro de gravedad personal. Comprobado este fenómeno (con rigurosa auto-observación) adquiere dimensión la frase antes dicha: El recate del C. de G.

Auto-obsérvese como el volátil ensueño carece de fortaleza para dar sentido pleno y como a menudo el centro de referencia se transfiere fuera de sí y se rota alrededor de los demás, de los prestigios, del ídolo de la estupidez.

Esta transferencia hace evidente la contrapartida: el hombre hueco en un mundo artificial

Pareciera que algo recuerda de las épocas en que contó efectivamente con ese centro ordenador y no ha notado su ausencia, adjudicándose todavía ciertas características de su presencia, Se autocree con permanencia e individualidad, con atención y voluntad y así se pueden seguir enumerando esas “virtudes“ que ensueña aún tener.

Cuando et hombre abandona esa buena costumbre de encontrar y encontrar-se permanentemente, pierde la artesanía de hacer-se y hacer en cualquier plano que se exprese. Cuando el Centro mencionado se rescata y se lo incorpora. da lugar efectivamente al individuo no-dividido y como realidad personal se asiste a la especial construcción de un “segundo cuerpo“ que realmente cuenta con voluntad, atención, permanencia y no es perecedero. Las primeras señales de su presencia se ven en la armonización de las funciones (intelectual, emotiva, etc.) y estabilización del biorritmo (ciciaje periódico de las mismas funciones). sucede también que merced a las diversas fricciones en el Trabajo comienza a “magnetizarse” al centro, a ordenarse las partículas en polaridad estable, equiparándose las fuerzas de atracción y repulsión (valga este modo de explicarse).

Mientras en la ausencia del centro se observaba una dilapidación de la energía, ahora se nota un ordenamiento y aumento energético, que es expresa como generación e irradiación.

Como fa función emotiva es firmemente inestable y sumamente energética transmite ambos aspectos al resto de las funciones, inestabilidad y energetización. Por otra parte esta función conecta con el mundo de un modo sintético y veloz, es así que si estas propiedades se combinan en mezcla precisa provocará efectos muy positivos y también será índice de asentamiento de un Centro de gravedad alrededor del cual girarán con buena referencia el resto de las funciones y la extensión de esto será de interesantes concomitancias.

Es así como estabilidad emotiva y estabilidad de biorritmo lleva a una armonización que se da concomitanle con una modificación de la conciencia hacia la conciencia de sí, todos estos fenómenos son testimonio de la formacion de un «más esencializado» dando un destino unificado a toda la estructura.

Comprendido esto a nivel personal, se puede extender a nivel social y cultural y pudiéndose comprender numerosas posibles modificaciones en estos terrenos, llevando el asunto a dotar a todo esto de un profundo e inequívoco sentido.