Antes de entrar de lleno, daremos un rodeo hacia ciertas consideraciones que ayudarán a encuadrar este aspecto. Se trata de los factores de Tendencia y Vocación. Mientras la última es un número de predisposiciones profundas que canalizan al sujeto en una línea honda en su quehacer, la tendencia es una especie de “tobogán a lo fácil”, por el cual suele caer el individuo en vez de ascender, es también un impulso periférico que arrastra al individuo hacia campos de actividad que en nada lo ayuden sino que lo confunden. En las tendencias básicas, se distingue aquella que lanza al individuo fuera de sí, hacia el mundo de las cosas, de los demás, etc; es la tendencia alocéntrica que disgrega al sujeto en mil y un intentos externos. La opuesta es la tendencia a encerrarse, al autismo, en que el sujeto superficialmente se convierte en centro de actividades, quiere abarcar todo y sin poderlo hacer, es una especie de encerrarse y no abrirse, es el egocentrismo. Estas tendencias básicas tienen muchas representaciones diferentes cada vez y para cada quien, pero conservan ese impulso de encerramiento o de afuerarse, centrípeto o centrífugo.
La Vocación, opuestamente, ofrece un camino conducente, auténtico y profundo, que implica un autodesarrollo y un obrar sobre el mundo.
Muchas veces la tendencia y la vocación se ven entremezcladas, lo que exige una tarea de separación y distinción.
Aparte de estas dos facetas, una a lo auténtico y otra a lo fácil, aparecen 2 elementos muy importantes en el ámbito de la personalidad, se trata de: la Identificación y la Consideración interna.
La Identificación está basada en esa confusión entre acto de conciencia y objeto de conciencia. El sujeto “se pierde a sí mismo en lo que se identifica”, ya sea un estado emotivo por ejemplo o algo externo a él, como es su nacionalidad, o la causa”, etc.
En la Consideración interna el individuo se esclaviza de lo que considera, es decir, se “olvida de sí” y depende de lo otro; es una esclavitud concesiva de lo otro, de los demás, de las influencias, de lo que sea.
Es decir, que mientras que la identificación disminuye la autenticidad en la confusión con lo otro, la consideración esclaviza en la dependencia de lo otro. La identificación hace un todo mágico entre sujeto-objeto y pérdida de sí. Ambas características se encuentran exaltadas en la conciencia emocionada y en las situaciones obsesivas. Para detallar: la consideración es una identificación con personas, y la identificación es con objetos, estados de ánimo, creencias etc, pero ambos están definidos “por la pérdida de conciencia en lo otro”, por la fusión sujeto-en-objeto; esto en el fondo es derivación de la adherencia al mundo fenoménico mediante la percepción ilusoria, apoyada por un correlato de sobreadhesión emotiva.
Ambos casos considerados, tienen su contrapartida en la desconexión emotiva, en la eliminación de esa sobreadherencia emocional.
Hecha la desconexión, el sujeto se des-fascina de la ilusión percibida y se desadhiere, la sobrecarga emotiva desaparece y el grado de sugestión del “enganche” con la persona u objeto, se desvanece. Quedando ahora el camino libre para reemplazar a la identificación por la percepción atenta y la consideración interna por el trato afable con las personas sin crear conflictos entre ellas.
Ahora tenemos una especie de leyes sicológicas que se dan colateralmente a la Identificación-Consideración, pero que desde otro ángulo son modos de expresión que adoptan ambos fenómenos, se trata de: proyección, transferencias y compensación; en los 3 casos se ve el hecho de “teñir el mundo” con los propios contenidos mentales, cuestión que es interesante en la medida de la calidad de tales estados. La proyección hace gala de sacar para afuera los estados internos y volcarlos en la situación vigente, es el “estar preocupado y ver a los demás preocupados”, es el tener un defecto y verlo en los demás, es interpretar algo mediante el propio defecto.
La transferencia se hace fundamentalmente con personas, es atribuirle a uno cualidades que provienen de otros, adjudicándole características ajenas, por ej. es ver en alguien representado al padre, o al viejo amigo; ejemplos hay muchos, lo importante es comprender la idea para ver cómo la consideración es traspaso de características, es transferencia.
Finalmente la compensación: se trata de disimular una carencia compensando con algo más o menos equivalente, por ejemplo hoy se ve muy difundida la imagen del joven bravío y fortachón, y con esta fanfarria compensa su fragilidad interna, su autodesconocimiento. Se hace compensación a carencias básicas, los ensueños son en general especialistas en esta materia de proponer grandes viajes imaginarios cuando el sujeto no se puede mover de la silla, o hacer creer que es muy inteligente cuando no tiene comprensión alguna. La compensación también es situacional, es decir, en un momento dado, las tensiones producidas se compensan y simulan de varios modos.
Estos elementos, con más o menos variantes, predominan en la Personalidad formada en mentación ordinaria. Con otro tipo de conciencia, obviamente la personalidad resulta de otro modo, aunque en rigor lo que sucede es que el Yo-Profundo crece y la personalidad queda como residuo en mínima expresión, la estructura se ha esencializado.
Resumiendo: La Personalidad, en estado de mentación ordinaria, está acompañada colateralmente de los que precisamente podemos llamar efectos colaterales, a saber:
Tendencia | Alocentrismo Egocentrismo |
Vocación | (Conecta con el Yo-Profundo) |
Identificación | («Perderse a sí mismo en el otro», con sobre carga emotiva) |
Consideración | (Igual que identificación pero «lo otro» son las personas) |
Leyes | Proyección y transferencia: («teñir el mundo» y adjudicar características ilegítimas a alguien) |
Compensación | (Suplir un déficit ilusoriamente) |
Estos efectos colaterales, nos permitirán comprender qué pasa con la Personalidad no-trabajada y externa.
Personalidad propiamente tal:
Es la estructura de comportamiento o carácter que se va formando por aprendizaje, por incorporar lo aprendido en la “fricción” con el medio, con las diversas circunstancias, en las diversas experiencias. El biotipo da una línea innata sobre la cual se irán haciendo las incorporaciones, pero lo definido estará dado por el ensueño que determina la conducta.
Como bien se nos explica (*), la personalidad estará dada por las máscaras que se colocan para las diferentes personas y situaciones, tal vez por eso se puede sugerir, con un poco de humor, otro vocablo; el de “Mascaralidad” ya que caracteriza mejor esa simulación representativa. Se nos explica también cómo descubrir las capas sucesivas, investigando por aspiraciones, por reflejo y por críticas, por compensación. Veremos así cómo la mentada “sensación de desnudez” evidenciará las capas flojas y la sensación de “rigidez” evidenciará las capas consolidadas.
Como la personalidad se forma fundamentalmente en la “vida de relación”, podemos apoyarnos también en esto para ver su constitución variable. Descubrimos así índices de intimidad con los demás: véase como por ejemplo una cuestión de espacio y aproximación al otro, me da un índice de menor a mayor intimidad. Estiro mi mano y veo que desde la punta de los dedos hacia afuera están “los otros” más o menos allegados, detrás de ellos está “el otro” generalizado; toda esa gente con la que no tomo contacto pero que critico o admiro según coincida o no con mis defectos proyectados o mis deseos reflejados. Cuando tomo contacto con el otro, con el simple gesto de dar la mano ya me aproximo, y los que entran de mi mano hacia el pecho son de mi mayor estima. Es decir, que formo así manifiestos círculos de intimidad y en ellos diferentes capas con diferentes tratos, afectividades, etc.
Luego veo círculos en los ámbitos que frecuento, desde el hogar familiar al de estudio, al de trabajo, al de esparcimiento, etc. Estos ámbitos provocarán también diferentes círculos personales. Combinando estos elementos, de intimidad y de ámbitos, tenemos por ejemplo “la familia”, “los amigos”, “los respetados”, “los que me interesan”, etc.
También se da como fundamental en la constitución de lo que nos ocupa, elementos que provienen de la educación recibida, el medio cultural frecuentado y ámbito social sobrellevado. Estos tres elementos dejarán huellas profundas y definitivas en la Personalidad no-trabajada. Finalmente pueden verse como importantes fuentes de hábitos y grabaciones dos cosas: la profesión que se tenga y el bagaje ideológico que se abrigue. La primera da evidentemente una serie de formas propias de cada renglón profesional (la albañilería por ejemplo da diversas conductas que las que dan las profesiones de médicos o el medio comercial). Todas estas vertientes de conducta mencionadas son en verdad secundarias, pero lo que da el índice de fondo de la personalidad son esas máscaras que se forman basadas en los prestigios, deseos y aspiraciones, que se descubren por reflejo “de lo que se admira” y en los defectos y carencias que se tienen y se compensan de diferentes modos y se traslucen en las críticas que se hacen a los demás o a ciertos temas. También la temática mencionada con repetición trasluce las capas comprometidas, y por último, las cóleras o agresividades soltadas en discusiones bruscas o en cualquier otra situación, traslucen las capas “heridas” y lastimadas.
Y para broche de oro, toda personalidad no-trabajada puede comprenderse con un cuadrado que en cada lado tiene:
1) Sexo
2) dinero
3) Prestigios
4) Violencia
Indudablemente cada vértice aglutina una temática que da impulsos básicos para la conducta ordinaria, y el último, la violencia, revela el caos de la estructura mal formada (personalmente la violencia se expresa en agresividad que gradualmente llega hasta la compulsión bélica).
Para resumir este aspecto de la Personalidad, en su gama de interinfluencias, formaremos una regla mnemotécnica un poco larga, que es: C.A.I.-M.E.S.-C.I.P.-T.He.
C. Crítica | M. Medio | C. Cultura | T. Temas |
A. Ambición | E. Educación | I. Ideologías | He. Heridas |
I. Intimidad | S. Social | P. Profesión |
Después de estos apoyos expuestos, solo queda hacer el esbozo práctico de rastrear las diversas capas de Personalidad, ver la más endurecidas, las más blandas, las nefastas y las más favorables; pero entendiendo siempre que se trata de máscaras situacionales. (1)
Hecho esto podemos pasar a develar el núcleo de Personalidad, que estará dado por la línea central que imprime el bio-tipo, recubierta por una capa que da una representación central a todas las situaciones por vivir, se trata del personaje que más muestro a los demás, y que yo mismo me creo o no me creo.
(*) Ver autoconocimiento, Personalidad (círculos), en Siloísmo, de H. van Doren.
(1) Esto de la personalidad y sus máscaras no estema nuevo, ya desde las antiguas sectas Shankya se concebían las máscaras, además “persona” en griego quiere decir también “máscara” a usarse en el teatro.