Veamos entonces que entendemos en perfumería por pulcritud
Por pulcritud entendemos la desodorización, la limpieza y el orden. Siempre deberemos desodorizando y por ende limpiando ambientes, tubos, probetas, las propias manos, etc. Si no lo hacemos arruinamos las fragancias que nos interesan al mezclarlas con otras. Si no somos ordenados en el sentido de ponerle a cada substancia su rótulo, al tiempo no sabremos qué es lo que tenemos y qué es lo que no tenemos.
Así pues, el mismo oficio, la misma materia que trabaja en el oficio exigirá de mí esa pulcritud.
¿Qué entendemos por permanencia?
Distinguimos dos tipos de permanencia. Una permanencia táctica, a corto plazo, y otra permanencia estratégica, a largo plazo.
La permanencia táctica hace a la formulación y al cumplimiento de un plan de trabajo. Así pues, antes de comenzar un día de trabajo en oficio, formulo mi plan de trabajo, proyecto qué cosas voy a hacer y de qué modo. No tengo permanencia cuando me desvío de ese plan. No es tan sustantivo en esto aquello de cumplir con todos los puntos que me he propuesto. Lo sustantivo aquí es el desvío. ¿Cómo se produce este desvío?. Por alteración del operador. Cuando me altero y me dejo llevar por aquello que la sustancia, el objeto, me sugiere, en busca de buenos resultados, entonces me desvío de lo planificado, entonces no tengo permanencia. ¿Qué debería hacer en este caso? Simplemente tomar nota sobre la nueva posibilidad y planificarlo otro día.
La permanencia estratégica también tiene que ver con un plan general. Lógicamente este deberá ser mucho más flexible y amplio. No puedo formularme un plan estratégico hasta no tener un cierto dominio del oficio, o bien debería formularme ese punto como plan.
En cuanto a la permanencia como práctica duradera, constante del oficio, podemos entenderla como entendemos la permanencia en el trabajo de autoobservación o conciencia de sí. No adquirimos oficios en un «push», tampoco podemos decir «hago oficios todos los miércoles», se trataría más bien de un tipo de permanencia acorde con mis propios ciclos y ritmos y acorde con los ciclos y ritmos propios de la substancia.
Ejemplificando: Un preparado, una fermentación, por ejemplo, tiene su propio ciclo, si quiero concluir esa obra tendré que adaptarme a ese ciclo, pero esa adaptación no es absolutamente determinante, tengo márgenes como para atenderla en mis momentos propicios, con gusto.
Tampoco es correcto aislarse y encerrarse practicando el oficio. Tal cosa sería desproporcionada y produciría en uno desequilibrio y desproporción interna.
Se trataría entonces de practicar el oficio con la característica continuidad cíclica que conocemos, en donde tomo el oficio y luego hago como que lo dejo, como que lo olvido, pero no lo olvido, vuelvo a tomarlo, y así siguiendo, con soltura.
Pasemos a ver que entendemos por tono.
Por tono entendemos medida y proporción. ¿Qué medimos y qué proporcionamos?: fragancias.
El mayor enemigo en el caso del tono es la improvisación y el gusto epocal. Medir y proporcionar exige un cierto esfuercillo. Es más fácil mezclar a ojo y obtener resultados veloces acordes con el gusto de la época. Si hacemos tal cosa trabajamos fuera de tono.