Sabemos que trabaja con actos de conciencia y no con objetos; aquí se ve ya su pasividad hacia el mundo (porque no opera con objetos de este) y su actividad en sí para ir haciendo esta reducción progresiva o esencial.
El mentador se mueve en un clima de certidumbre y dudas, de certezas y ambigüedades hasta dar con el punto experimental verdadero, es decir que si bien los pasos están claramente expresados, la experiencia de cada uno es tarea ardua y precisamente se da probando por una o varias vías hasta dar con precisión el significado exacto surgiendo la certeza y seguridad de la meditación. Esto es interesante a tener en cuenta porque es de la naturaleza del pensar y de la meditación esa duda y certeza alternada y nadie debe asombrarse por ello. Sin embargo -y esto es obvio- serán las certezas las que permitan el avance.
Caminos de claridad y confusión: En el camino disciplinario se puede ir esclarecido o confuso según se malentiendan los propósitos. Es bien conocida y comprobable la posibilidad de desvío. Quién sin darse cuenta confunde la línea y los propósitos va siguiendo hasta un cierto paso en que fatalmente se detiene antes de un tope infranqueable. Pero ese tope ya estaba en la partida, por eso es válida esta advertencia para el que comienza.
Veamos un caso simple, si alguien se propone un paso y advierte su lógica dificultad, puede optar por realizarlo a pesar de todo, comprobando después que la superación de la dificultad es un hito del pasaje en los pasos. Esta es la vía correcta. Si por el contrario da mayor importancia a la dificultad del caso, sucede que divide aquí su esfuerzo y por ello puede menos con la efectivización del paso. Aquí sobreviene la confusión entre trabajo y dificultad (otorgándole iguales esfuerzos) para seguir prevaleciendo más adelante.
Otra línea equívoca es dedicarse a las variaciones que ofrece la riqueza de cada paso y no atender a trascenderlo y seguir el camino trazado. No quiere decir que no puedan explotarse los pasos, sino que no debe superponerse una variación al tránsito profundo. Una de las posibilidades es quedarse en el terreno sicológico que resulta de los primeros pasos y no poder superarlo luego.
Puede darse infinita variedad de casos de desvío, hasta llegar al «cinismo» en donde el sujeto sabe que no está en la senda adecuada y no lo reconoce.
El caso positivo es aquel que merced a la experimentación va llenando de significación la expresión de cada paso, es decir, tienen significado e importancia para cada uno, re-pensando, o re-creando la disciplina en cada operador, y así la disciplina se recrea en sí misma infinitas veces. Cuando el operador experimenta la honda certeza de que «eso-es-así», de que «yo-diría-lo-mismo», o cosas semejantes, queda denotada la resonancia precisa con los pasos y con la disciplina en su totalidad. Así que cada paso es un indicador al que se recurre constantemente para verificar la ruta.