Existen dos caminos del pensamiento totalmente diferentes para el estudio de la Doctrina.

El primero ascendente, en donde se puede entrar por cualquier vía, sea el Autoconocimiento, como el sistema ADMI, el Telediol, el simple estudio de nuestros libros…

También podría tomarse la Pancarta y con toda rigidez ir viendo poco a poco lo que allí se pone. Este camino propone un ascenso, aumentando la complejidad de la visión hasta llegar al concepto de Oficios y Disciplinas. Este es el punto de vista de la persona que va subiendo.

Este primer caso es inductivo, le sucede a toda persona que tome contacto con el Movimiento por primera vez.

Veámoslo al revés. El descenso del esquema general a lo particular. Cuando una persona tiene una visión más o menos completa, desarrolla una vía deductiva, es decir va de lo general a lo particular.

Si procediéramos al revés (sin este ascenso de lo particular a lo general), presentaríamos un esquema muy general, teórico y abstracto, no sería operativo, sí lo es en cambio cuando ya se tiene alguna idea sobre el asunto. Tras el paso por lo inductivo y lo deductivo, decimos que tenemos una visión general, correcta de lo que es la Doctrina.

Por cualquier lado se puede contactar con la Doctrina. Si hacemos el camino contrario (de lo general a lo particular) hay que ir dejando cosas. Como nuestro camino ha sido ir sumando datos, vamos a ver ahora la visión general.

Para nosotros la experiencia humana es el problema fundamental. A partir de ella elaboramos todo el sistema Doctrinario. Toda la Doctrina está basada en ella. Esto es válido para nosotros y cualquiera otra doctrina.

Si preguntamos por la Doctrina, en realidad entonces, la pregunta es por la experiencia humana. A partir de la experiencia arrancamos.

Experiencia es para nosotros la percepción por vía de los sentidos, también lo es el pensamiento, ya que a él lo experimentamos. A pesar de que el pensamiento no trabaja con percepciones (por ej. en el caso de la memoria o en el caso de un pensamiento matemático), es experiencia interna.

El pensamiento en general es experiencia interna. Nuestro estudio es el estudio de la experiencia, tanto interna como externa. No decimos, como los sensualistas, que el hombre es «tábula rasa», y que todo llegue por los sentidos. Nosotros no decimos eso, tampoco decimos como los platónicos que todo está en el hombre (reminiscencias). Decimos que tanto la experiencia del pensar como la que viene de los sentidos, actúan simultáneamente. No decimos que la experiencia externa organiza la experiencia interna, ni al revés. Decimos que se alternan y se influyen mutuamente. Tanto la experiencia de la percepción como la de los pensamientos y sentimientos, está actuando uno sobre el otro.

Cómo es posible la experiencia en general?. Nuestro estudio no va a preguntar: qué es el ser humano?, sino, cómo es el ser humano?. Para comenzar nosotros no damos ninguna explicación sobre la constitución del ser humano. Simplemente describimos los fenómenos de la experiencia. Nos preocupa describir, no interpretar.

No preguntamos, qué es tal cosa?, sino, cómo es tal cosa?. Describimos, relatamos una experiencia. Tanto la experiencia interna como la externa, son para nosotros experiencia. Sobre ello no damos interpretaciones, sino descripciones. Ese es nuestro punto de partida. Pensamos sobre lo dicho y hablamos de la experiencia en general.

Visto esto salta ante nosotros las siguientes ideas:

  • Si tanto la experiencia externa como la interna son experiencia, y ambas se interactúan entre sí, salta la idea de concomitancia.
  • Si nos preocupamos por describir en lugar de interpretar, esto de ubicarnos en una posición o en otra, esta movilidad que tenemos frente al objeto de estudio nos hace saltar la idea de punto de vista.
  • Nos damos cuenta de que nos podemos ubicar en un punto de vista o en otro, incluir un punto de vista en otro, incluir ideas o experiencias en una idea mayor, eso hace saltar ante nosotros la idea de estructura. Podemos avanzar en el pensamiento cuando tenemos una idea terminada sobre algo, eso se nos aparece como estático; pero tal idea ha llegado por acumulación de experiencia. En la idea misma de experiencia está la idea de movilidad.

Para nosotros partir de la idea de experiencia es lo mismo que partir de la idea de movimiento, sin embargo para entender algo debemos detenerlo.
Reconocemos la continua movilidad, pero reconocemos también en nuestro pensamiento la capacidad de detener ese movimiento. Entendemos el pensar como la capacidad de detener el movimiento de la experiencia.

Sabemos que nuestra experiencia es dinámica, cuando la pensamos la detenemos. Por ejemplo puedo experimentar el transcurrir del tiempo. Ahora me pongo a pensar en el tiempo, y entonces el tiempo se detiene. Entonces se me escapa. Entonces nunca puedo pensar en el tiempo.

El pensamiento no sirve para comprender el movimiento. Nosotros no hemos dicho que partimos del pensar como Descartes o Husserl, no. Nosotros reconocemos al pensamiento como un caso particular de la experiencia. Más simple: la experiencia es lo general, el pensamiento es una parte de la experiencia. Con esa parte, el pensamiento, detenemos el movimiento de la experiencia. Esta suerte de irracionalismo se basa en la ineptitud del pensamiento para comprender lo que se mueve.

Por ej. nosotros hablamos de un vehículo que se desplaza a 90 km/h, decimos que recorre 90 km. en una hora. Entonces las diferencias de velocidad están dadas en el tiempo y el espacio. Estas son dos dimensiones que el pensamiento piensa y mide. Pero tal pensamiento está basado en la experiencia del vehículo que se desplaza.

Podemos llegar a fórmulas matemáticas pensando, pero estas presentaciones son estáticas. El reloj es una máquina para medir el tiempo, se puede medir el tiempo porque se lo espacializa, es una ilegítima traducción del tiempo al espacio. Es una referencia de espacio que alude al tiempo, pero que no lo explica. Podríamos hablar del tiempo del reloj, del tiempo del pensamiento, del de una nave espacial, pero para ello sería necesario que lo detuviéramos, que lo especializáramos.

Estos son simples ejemplos para que se vea que la experiencia no es un sinónimo de pensamiento, sino que el pensamiento no es sino una abstracción de la experiencia.

Otro ejemplo: tengo un perro, con sus particularidades, es «mi perro», a pesar de que mi experiencia me indique que mi perro es distinto a los demás tengo que hacer abstracción de él cuando hablo del «perro», incluyendo a mi perro en una categoría más general. El pensamiento ha hecho una abstracción que ha permitido clasificar al perro; esto permite llegar a categorías generales que son las mismas para un griego o un egipcio, pero ello no explica la experiencia de mi perro.

No por ello decimos que el pensamiento es negativo, simplemente lo ubicamos dentro de la experiencia en general.

Esta suerte de irracionalismo es en realidad un irracionalismo lógico. Si incluyéramos todo dentro del pensamiento de la razón cometeríamos el error de detener la experiencia. Por medio de este concepto erróneo creamos un mundo estático, así nos damos cuenta del movimiento, del proceso. El pensamiento codifica elementos de la experiencia y esta codificación permite la superación de una experiencia por otra. Esto me da la idea de superación, esta es una idea evolutiva en donde la experiencia se va acumulando, se va construyendo, los datos de los sentidos y los datos internos se van acumulando unos con los otros.

Muchos elementos son desechados, son como vías muertas. A pesar de que toda la experiencia es importante, muchos elementos no son constructivos. A esos elementos que no sirven para que sobre ellos se construyan nuevas experiencias, los llamamos experiencias no constructivas, no progresivas. Esa idea explica la superación de lo viejo por lo nuevo. Lo nuevo sin embargo está estructurado según las experiencias anteriores. En particular sobre las más recientes. A medida que una experiencia se apoya sobre otras que son progresivas, concomitantemente otras, las más regresivas, quedan de lado.

Volviendo a nuestro esquema y simplificando más, nos encontramos con las estructuras de la experiencia, con las concomitancias de la experiencia, con el movimiento de la experiencia con la superación de unas experiencias por otras, y nos encontramos con nuestro punto de vista sobre la experiencia.

Ahora nos ponemos a pensar sobre lo que hemos dicho y hablamos del punto de vista de la estructura. Esas son elaboraciones que surgen del pensamiento, del discurrir sobre las experiencias. Cuando hablamos entonces de estructura, concomitancia, superación, etc. nos damos cuenta de que son trucos, artificios del pensamiento para explicar y estudiar las experiencias en que nos basamos.

Así entonces, por encima de todo está la experiencia, y que de ellas surge lo que luego llamamos leyes. Luego esas leyes las aplicamos a las cosas.

Si nos quedáramos solos con la experiencia no podríamos tener un sistema ordenado del mundo ni de nosotros mismos, ni método. Estamos sujetos al movimiento, y todo sería movimiento confuso, sin concepto, sería todo cambiante y caótico. Nosotros no creemos que el pensamiento sea la base de todo. El pensamiento pone inteligencia en la experiencia.

El pensamiento del ser humano se construye en base a las experiencias de otras especies. El vehículo es la experiencia que se relaciona con el pensamiento.

Lo que explica al pensamiento no es el pensamiento sino la experiencia. Advierto que siendo el pensamiento una base de la experiencia, hay numerosas otras partes de la experiencia que no pueden ser atrapadas por el pensamiento, así nosotros no negamos la existencia de lo que no puede pasar por el pensamiento, pero tampoco negamos que podamos tener una imagen coherente del mundo.

Los pensamientos son coherentes en el caso en que puedan relacionar todos los elementos que contengan o reciben (hablamos de la coherencia del pensamiento sobre el mundo, de la imagen del mundo). Por eje. el pensamiento de la lógica occidental es coherente, porque aunque ellos se mueven con elementos distintos al occidental, esos elementos están armados entre sí, tienen cohesión entre sí. Descubrimos entonces que la coherencia depende de un punto de vista previo de una imagen del mundo.

Decimos que nuestro pensamiento, que admite la experiencia como base del pensar, es coherente. O sea que es un pensamiento que da respuestas sobre el mundo y que además se da cuenta de sus propias limitaciones.

Al hablar de todo esto, hablamos de las cosas básicas que hacen a la Doctrina, es decir a los mecanismos básicos de la Doctrina. Si se capta esto ya todo el esqueleto de la

Doctrina queda claro. (Recordemos el principio de nuestra charla, estamos hablando de la Doctrina, y vamos de lo general a lo particular). De acá se desprende todo esto.

Partimos desde el principio hablando de la experiencia, rompiendo así toda posibilidad de solipsismo.

Nadie puede pretender que las experiencias y percepciones que le llegan, lo hacen de un modo ordenado. Estas percepciones nos llegan en forma dinámica y desordenadamente. La primera concomitancia que surge frente al desorden y movimiento de la experiencia, es el orden y detenimiento de la experiencia por medio del pensamiento conformado en ideas. Acá tenemos el primer péndulo. A este mecanismo que veremos repetido en todos los planos lo llamamos mecanismo de compensación, caso particular de la concomitancia.

Al ver esto, surge en nosotros la idea de poner orden en todo el sistema de experiencia. Esto es lo que llamamos Método. El Método surge como una compensación ordenadora frente a todo el sistema de experiencias desordenadas. Método, etimológicamente es ir por el camino del pensamiento de un modo ordenado. Para nosotros no es solo eso, sino que además es un sistema de compensación mediante el cual las ideas ordenan todo el sistema de las experiencias.

Necesariamente al hablar de un sistema ordenador, de un método, tenemos que montar ese método con las mismas ideas básicas que hemos ido elaborando hasta aquí. Es por ello que el punto de vista o punto de interés con el que nos referimos a cualquier objeto de estudio, es para nosotros tan importante.

Sin embargo en todos los métodos usados hasta el momento nunca se consideró metódicamente al punto de vista. El punto de vista hablando de método, es la ubicación que toma el observador frente al fenómeno de estudio. Esta ubicación puede estar dada por numerosos motivos.

Si se tratara de un aspecto espacial, el punto de vista sería una posición geográfica determinada. Pero cuando hablamos de punto de vista no sólo hablamos de una posición geográfica determinada, hablamos de interés. De interés histórico, por eje., de interés estético, etc…

El punto de vista no sólo es una referencia espacial, sino sobre todo es una posición del observador respecto al objeto en lo que hace a su interés. Punto de vista e interés son indisolubles. En rigor sería más conveniente hablar de punto de interés, en lugar de punto de vista; ya que esta última está grabada visualmente.

No nos damos cuenta de que al observar algo lo hacemos con un interés determinado, y que nuestra visión es particular. Si no ponemos en claro el interés al iniciar un estudio, luego nos encontramos con la confusión de las lenguas.

Así, al hablar de método, lo primero que estudiamos es el punto de interés. Antes hemos descubierto la idea de estructura. Vimos que el pensamiento surge como compensación al desorden de la experiencia. Esto es ya una estructura. En el método siempre tenemos en cuenta la estructura, siempre tenemos en cuenta la concomitancia, a la cual no confundimos con la estructura, por cuanto la concomitancia estudia las relaciones, mientras que la estructura estudia el ámbito en el que se dan las relaciones.

Cuando hablamos de sistema mayor, hablamos de estructura, de ámbito.

Cuando hablamos de concomitancia, hablamos de relaciones. Por razones metódicas no confundimos concomitancia con estructura.

Cuando hablamos de sistema menor, hablamos de composición.

Estos tres elementos del método, estructura, relación y composición, no salen de la nada, sino de nuestro estudio previo sobre la experiencia y el pensamiento. También el punto de vista o punto de interés que usamos para ejercitar el método; y que es necesario y anterior al método, surge también de lo que dijimos en nuestro estudio previo.

El punto de vista o punto de interés no juega en el método. Es un paso anterior al ejercicio del método. No puedo ejercitar el método si antes no he fijado mi punto de vista. Si yo no fijo mi punto de interés, y él cambia continuamente, todo se va desordenando y el presunto desarrollo metódico se convierte en una ensalada. Esto no significa que yo no pueda cambiar mi punto de vista durante el desarrollo metódico, siempre que lo haga ordenadamente y conscientemente; así le voy dando movilidad al método.

El método nos sirve como orientador de las experiencias globales. Cuando hablamos de Leyes, de las que deriva todo nuestro sistema de pensamiento, nos encontramos con que las leyes son las mismas que participan en los tres elementos del método. Por eso, a medida que relaciono leyes con método, unas me explican al otro y viceversa. Puesto que son la misma cosa aplicada a distintos planos.

Esto es así porque en primer término participan del mismo tipo de organización de estructura, y en segundo término, porque están dentro de un sistema de relaciones, de concomitancias. El sistema de Leyes y el Método como sistema, se explican concomitantemente; también hay un punto de vista, y todo ello está envuelto en una estructura.

Hemos hablado del método en su aspecto compositivo. Ese método no es estático. Es necesario que ese método sea dinámico. El método permite pues ir cambiando, procesando, de modo que aunque se le pueda ver en tres partes explica el movimiento, es dinámico.

Tenemos por ejemplo un caso de método tradicional en occidente que sirve para explicar el movimiento.

Aristóteles explicó el movimiento con las ideas de potencia y acto. Todavía quedan en la física actual las ideas de fuerza potencial y fuerza actual (se hablaba de potencia de una máquina). Aristóteles explicaba que el movimiento se producía cuando un ser que estaba en potencia se ponía en acto; para él por ej. una planta estaba absolutamente contenida dentro de una semilla. Esto es un tipo de pensamiento encerrado en sí mismo.

A nosotros no nos basta con la explicación compositiva de la semilla, para nosotros es importante la composición pero también es importante lo que no está en la semilla. Al árbol lo vamos a explicar por lo que está en la semilla y por lo que no está en ella.

Si nosotros no atendemos a la relación de sistemas externas e internas, no entendemos el movimiento. Todo eso que no está en la semilla es necesario sin embargo estudiarlo para aprender el movimiento.

Explicamos entonces a la conciencia humana no solo por sus elementos compositivos sino además por lo que no hay en ella, su sistema de relaciones. El sicólogo por ejemplo sigue moviéndose dentro del sistema aristotélico donde todo lo psicológico se explica por lo que hay en la conciencia. Nosotros explicamos además que la conciencia se explica por sus relaciones sobre con el mundo. Lo mismo sucede con cualquier fenómeno que estudiemos.

Volvamos ahora a nuestro problema de método y leyes. Sobre método ya hemos hablado, veamos ahora sobre leyes. Estas leyes deben servir para organizar nuestra experiencia del modo más general posible, de modo que, si nuestro conocimiento se amplía desde el DNA básico para la vida, hasta la Nebulosa de Andrómeda, nuestras leyes deben englobar esos dos fenómenos tan separados entre sí. Por eso hablamos de leyes universales porque abarcan la totalidad de los fenómenos que llegan a nuestra experiencia. De otro modo no serían más que leyes de una ciencia en particular.

Para nosotros deben ser leyes que sirven para la física, la sicología, la química, etc. Deben ser leyes universales. Estas leyes así como el método sirven para orientar el proceso del pensamiento de un modo ordenado, deben servir para darnos la visión más amplia posible de un fenómeno dado.

Si tocamos ahora la idea de dinámica y vemos a un fenómeno cualquiera en movimiento, observamos que se dan las siguientes posibilidades: o sigue desarrollándose o regresa a momentos anteriores, cristaliza o deja de ser lo que es para convertirse en otro. Estas son distintas formas en que se nos presenta un proceso. Estamos estudiando las formas de los procesos de los seres. Cuando un fenómeno en movimiento pierde su identidad y se convierte en otro decimos que se ha producido un cambio de cualidad.

Las Disciplinas aparecen cuando nos preocupamos por los cambios que sufre un ser en su desarrollo. Hablar de disciplinas es hablar de los pasos del desarrollo de un ser cualquiera. Cómo es que surgen en este problema de Leyes y Método, las Disciplinas?. Observen que en el Método hablamos de composición, relación y estructura de un modo estático, observen que las formulaciones de las Leyes están también como estática. Ahora nos preocupa como es el movimiento. Cómo es que las cosas cambian y necesitamos dar explicaciones de esos pasos de cambio. Cuando estudiamos las progresiones, regresiones, cristalizaciones, transmutaciones, cuando vemos esos cuatro instantes estamos hablando del desarrollo de un ser. Ahora estamos hablando de los fenómenos del Movimiento.

Todo lo anterior no tiene practicidad ni aplicación inmediata, si nuestro interés está puesto en la transformación de los individuos. Puede sí, verse una explicación práctica en el Método en cuanto al pensamiento, pero a uno no le pasa nada interesante. En uno eso no provoca transformaciones. Si nos quedamos con un planteo de Métodos y Leyes no podemos provocar cambios. Una persona podría estar trabajando durante años con Métodos y Leyes, ordenando muy bien su estructura mental, pero no habría en él ningún cambio sustancial porque en él no existiría la idea de cambio.

Volvamos a la experiencia. Estudiamos a las Leyes y el Método pero, y el cambio de la experiencia?. En cada paso podemos aplicar el Método, las Leyes, en cada caso particular. Pero ahora nos interesa ver como un paso se convierte en otro. Podemos estudiar cada momento de una vida, pero eso no nos explica el cambio, no nos da la idea de proceso. Serían siempre fragmentos. El movimiento puede aparecer compensado por lo que se detiene. Por ej. en un film, cada uno de los cuadros está detenido, si la velocidad con que pasan va aumentando, cada foto se liga con la siguiente, y allí se aparece la sensación de movimiento. Pero he aquí que para tener la sensación de movimiento, nuestra percepción debe frenar el movimiento que se presenta al ojo.

Tenemos la sensación de ver los movimientos ligados en una película por la capacidad ocular de retención retiniana (1/16 de segundo), de modo que el movimiento aparece cuando esos movimientos fragmentados y puestos en marcha, son compensados cuando la percepción los detiene. Ese no es el movimiento que explicamos nosotros. Esa no es la explicación del proceso. Eso es una simple ilusión óptica. Nuestros cuadritos no son fijos, son movidos.

Otro ejemplo lo podemos ver en la historia. El proceso histórico no es la suma de anécdotas que percibe ilusoriamente la gente. Para nosotros el proceso histórico es cada una de las figuritas que están en movimiento. Esta es una ilusión histórica.

Existe también una ilusión biográfica. Cuando vemos las relaciones entre distintos momentos históricos de un individuo, podemos advertir que la biografía no es la simple suma de los momentos históricos, de las anécdotas. Esto sería simple asociación, pero la experiencia no trabaja solo así; esa sería una visión compositiva de la experiencia. A la experiencia se la puede ver no sólo compositivamente. Es necesario ver las relaciones entre los distintos momentos, y es necesario también ver la estructura.

Nos acercamos al movimiento por rodeo, por reducciones metódicas, el movimiento no puede ser apresado por el pensamiento.

El movimiento queda indeterminado.

La ilusión de la experiencia no puede ser rota si no se ve lo que se percibe internamente. En otras palabras, el aprender a ver rompe la ilusión de la experiencia.

A nosotros nos preocupa a estas alturas, el proceso. Cuando hablamos de proceso lo primero que estudiamos es la tendencia de ese fenómeno en movimiento. Observamos distintos momentos de ese fenómeno, y vemos si su tendencia es progresiva, regresiva, etc. Pero no podemos conocer la tendencia por un dato aislado. Es necesario relacionar distintos datos. La tendencia de un objeto en movimiento resulta por el cotejo de varios datos (estructurados y en relación con otros).

Cuando hablamos de proceso usamos artificios, recursos para tener una guía de los procesos. Esos recursos son los que llamamos máquinas (máquinas de estudio de la tendencia de los procesos). Las máquinas son para-si, no en-sí. Podrían inventarse muchas de ellas siempre y cuando sirvieran para determinar las tendencias de los procesos. La idea de máquina sirve para cotejar distintos datos sin idea de memoria. En la máquina uno carga los datos, y como la máquina tiene una determinado forma, basta seguir sus indicaciones para que los procesos se relacionen. Las máquinas tienen pues un carácter secundario y auxiliar, son como la regla de cálculo, para esto sólo sirven las máquinas. Cada máquina establece un sistema de relaciones diferente. Dados que los sistemas de relaciones son distintos según los ámbitos del problema no podría ser de otro modo. Las máquinas por tanto no definen al método sino que son adecuaciones del método a una aplicación práctica. Doctrinariamente se puede prescindir de ellas no así del método ni de las leyes, ni de las ideas de experiencia y de idea con respecto a la experiencia. A las máquinas les corresponde pues, una ubicación lateral y accesoria, de la que se puede prescindir totalmente.

Para hablar de proceso con facilidad usamos un lenguaje que descansa en las mismas ideas del Método y las Leyes, pero que tiene diferente sistema de expresión. No es lo mismo composición que diferenciación. Cuando hablamos de movimiento tendemos a hablar de diferenciaciones, complementaciones y síntesis, palabras en sí más dinámicas que diferenciación, complementación y síntesis son las mismas ideas que composición, relación y proceso, pero expresadas dinámicamente.

Cuando se habla de diferenciación se habla de diferencias entre elementos. Cuando se habla de complementación no se fija uno en las diferencias entre los elementos sino que uno se fija en la relación entre los elementos…

El llevar las ideas al campo de la dinámica nos permite enganchar tríadas. Por ejemplo, sabemos que si en una síntesis los procesos tienden a detenerse, en su interior compensatoriamente, aumenta la velocidad de diferenciación por aumentar la velocidad de sus elementos compositivos. Al hablar de diferenciación, complementación y síntesis no termina todo ahí, sino que surge ya en la síntesis una nueva diferenciación y así siguiendo.

Mientras que con las ideas de sistema mayor, medio y menor, estudiamos un caso desde tres puntos de interés pero no lo vemos moverse, sabemos entonces que así como la experiencia se mueve, vemos que cada sistema que se forma provoca diferenciaciones… Del mismo modo que en una célula, que es una síntesis, empiezan a producirse diferenciaciones, al producirse tensiones internas que dividen a la célula… Eso es un proceso normal que llamaríamos evolutivo, porque en él notamos la tendencia al crecimiento. Ejemplo, al crecimiento abusivo en determinada parte de un sistema relativo de velocidad menor, a pesar de la tendencia al progreso, da lugar a cáncer. Cuando notamos la evolución particularizada a mayor velocidad que el conjunto: cáncer, destrucción o regresión, fenómeno inverso a la evolución (las cosas marchan en conjunto y al mismo tiempo).

Si cortamos las conexiones entre las células de un tejido ese tejido se detiene, pero por un momento, porque si todo queda como una aparente síntesis quieta no incrementa la velocidad de diferenciación, cada célula empieza a descomponerse, el proceso regresa.

Al hablar de movimiento distinguimos tres franjas:

  • Movimiento en los seres vivos (externos e internos), tropismos, movimientos internos, escape frente a la amenaza, metabolismo, alimentación, reproducción vegetativa o por estacas (recomposición de tejidos). Además de los tropismos existen los fenómenos de mimesis.
  • Pero los mecanismos o los sistemas no vivos también tienen su movimiento. Un reloj tiene movimiento, ese movimiento es externo, internamente está en estática.
    Los seres inorgánicos o los sistemas de la Naturaleza en movimiento: el reino mineral, el acuático, el aéreo, no tienen el mismo movimiento que los seres vivos. Su grado de complejidad todavía no le ha llevado a ser organismo. Tiene solo movimiento exterior. Cuando se complejifican las relaciones con otros elementos inorgánicos de gran movimiento externo surgen las compensaciones… Ejemplo, virus, que se puede comportar como cristales o seres muertos o empezar a reproducirse. En general notamos que no hay movilidad interna.
  • Existe otro tipo de movimiento que no responde ni a la dinámica del ser vivo ni al mecánico de lo natural: es el sistema de azar.

Para nosotros el movimiento de azar o factor aleatorio es un elemento muy importante en cualquier estudio de precisión que se haga. Es la probabilística de un ser.

Esas tres parejas son muy diferentes a lo que hablaremos acerca de si a un objeto en movimiento se lo considera desde el punto de vista de los procesos internos o desde el punto de vista de los agentes externos a él. Ej: computadora, muy sometida al sistema de ser. Si le hacemos llegar una información, la resistencia de sus materiales y el ruido interno provocan la deformación de la información. Para evitarlo, colocamos filtros, pero cada filtro hace su propio ruido, por lo tanto aumenta el sistema de ruido general (aumento de orden=aumento de desorden, paradoja de la organización mecánica).

Distinto al sistema de organización biológica, en donde el ruido es anulado por los propios procesos internos. La experiencia dinámica y desarrollada, una vez ordenada, produce un desarrollo del ser biológico.

Todo proviene de un desequilibrio básico universal dado por el movimiento mismo.

Desde el primer momento dinámico de creación se produce un gran péndulo. Todo el proceso de la evolución es la compensación, el ir compensando ese desequilibrio primitivo. Como tal cosa no es posible, se produce una aceleración interna que lleva a una nueva explosión creativa. Pero ahora ya no se trata de un solo punto, sino de numerosas explosiones creativas.