A través de la historia la experiencia social aumenta, evoluciona y se va confrontando con el medio. Si nosotros estamos preocupados por la experiencia social y humana nos preocupamos por cómo poder tener acceso a dicha experiencia. Esta experiencia puede ser transmitida oralmente o a través de objetos.

En el primer caso se trata de una transmisión que, aparte de la distorsión que puede sufrir con el paso del tiempo, puede dotarse y desaparecer. En el segundo caso se trata de una información que puede ser transmitida a través de objetos.

Vemos que los Oficios están directamente ligados con la producción de objetos. Así, nos encontramos con dos tipos de oficio: aquél que responde a las necesidades del momento, la técnica, por ejemplo; y aquél que es el mismo en distintos lugares y momentos, que produce objetos que en distintas latitudes y en distintos momentos históricos poseen la misma clave. Este último tipo de oficios es el que nos interesa. Aunque pueda tener elementos epocales y a través de ellos manifestarse esto no es sustantivo de este tipo de Oficios. Nos encontramos por ejemplo, en las obras egipcias una organización social, un sustrato y respuestas externas distintas a las que encontramos en la obra incaica, pero en ambas observamos la misma línea de pensamiento, la misma métrica, la misma exactitud y el mismo tono. Podríamos decir que «por afuera» son distintos, pero que internamente son lo mismo. Los objetos serán distintos pero estarán realizados internamente del mismo modo. No nos interesa la manifestación externa, la epocal, lo que nos interesa es tener acceso a esa métrica interna, a esa clave general.

Hemos dicho que hay dos modos de conocer esa métrica: una que fuera transmitida oralmente (de padres a hijos o a través de gremios, como en la Edad Media, por ejemplo) y la otra que estuviera cifrada en el objeto y que nosotros deberíamos descifrar para conocer esa clave.

Para nosotros el Trabajo de Oficios va a consistir en aprender esa clave, esa métrica interna.

Las producciones externas son adaptaciones al tiempo y al espacio. Lo objetivo está dado por el tono interno y por la exactitud y permanencia con que ese objeto fue realizado. Entonces podemos hablar de una métrica objetiva. Un objeto tendrá valor para nosotros si posee estas características de tono, permanencia, exactitud y orden, es decir, esa métrica objetiva. Decimos que hay métrica cuando hay trabajo metódico, cuando hay permanencia pulcritud y tono. Si existe alguno de estos términos sin el otro se general el producto subjetivo. Por ejemplo, un objeto realizado con exactitud, pero sin permanencia será un trabajo incompleto.

Si se dan la permanencia, pulcritud y tono, correctamente proporcionados, la producción será objetivamente valedera.

El aprendizaje de Oficios tiene que ver con la preparación de un ámbito mental que luego nos permitirá trabajar bien con lo que conocemos como Disciplinas. Los Oficios inician en el trabajo con Disciplinas.

No pensamos que al trabajar con Oficios ocurra nada extraordinario, no tenemos con los Oficios expectativa alguna de transformación. Pretende semejante cosa nos estaría poniendo fuera del tono de los Oficios. Por otro lado aquel que trabaja buscando resultados en la producción del Oficio está también fuera de tono. Pensamos simplemente que el trabajo con Oficios nos pone en una frecuencia adecuada.

Los Oficios son numerosísimos, tenemos tantos como las actividades humanas. En ellos podrá haber métrica si internamente se trabaja con una métrica objetiva. Nosotros no tomamos cualquier Oficio (por ejemplo el arte de la fotografía). Nosotros tomamos aquellos Oficios que han resistido el paso del tiempo, que permanecen a través del tiempo. El arte, en sentido simple, es para nosotros una exteriorización excesiva del Oficio. Sin embargo puede existir un Arte Objetivo, y ese Arte tiene que ver con la métrica interna de los Oficios.

Por ejemplo: en el trabajo con Oficios podríamos usar todas las técnicas modernas, hasta el rayo láser, podríamos hacer diseños que coincidieran con la moda de la época, pero eso no sería lo sustantivo, eso sería la «personalidad» del Oficio. Para nosotros lo importante será siempre la métrica interna. Para nosotros no existe oficio real si no posee un centro de gravedad, ese centro de gravedad está dado por la métrica. Entonces cuando hablamos de Oficios que han permanecido a través del tiempo, nos estamos refiriendo a aquellos Oficios que han mantenido un centro de gravedad invariable. Así decimos que hay Oficios Objetivos. Estos son los Oficios con los que nos interesa trabajar.

La métrica interna es algo que puede ser medido con exactitud, que responde al armazón del ser humano. Esa métrica tiene que ver con un número y con una máquina.

Si la naturaleza está constituida de acuerdo a esa métrica, si el hombre como objeto natural está también construido según esa métrica, podemos decir que esa métrica es suprahumana, trasciende al hombre, es objetiva, ya que dicha métrica la encontramos tanto en un caracol como en una galaxia.

El hombre, a diferencia de los demás seres, tiene la capacidad de reproducir esa métrica fuera de él. Vemos entonces al hombre como intermediario, entre esas leyes que no dependen de él y el mundo. Si el hombre pudiera reproducir esa métrica fuera de él podríamos inferir que esa métrica está también dentro de él. El hombre, poseyendo y reproduciendo esa métrica, se va poniendo en resonancia con la Naturaleza. El acercamiento a un Arte Objetivo viene dado por el uso de esa métrica por parte del operador.

Hay dominio en un Oficio cuando se puede producir cualquier objeto según esa métrica y según fórmula precisa.

Otro punto de interés en el Oficio es el de puente, transición hacia las Disciplinas. En los Oficios se da un trabajo estático porque su base, la métrica con que trabaja, es también estática. En las Disciplinas, por el contrario, hablamos de transformación en la métrica misma, hablamos de proceso, de dinámica.

El dominio de un Oficio requiere mucho tiempo, años de dedicación, requiere de la acumulación de trabajo y experiencia. Esta situación nos pone frente a la necesidad de elegir en la forma en que vamos a trabajar, en principio, con los Oficios. Existen dos posibilidades: O dedicamos toda una vida a un Oficio o tenemos una visión del conjunto, pasamos rápidamente por todos, comprendiendo las leyes que rigen a cada Oficio pero sin especializarnos. Esta última forma nos permitiría una extensión suficiente, pero no tanta profundidad. A nosotros no nos interesa producir especialistas, sino comprender las leyes generales. Comprendiendo éstas queda en manos de cada cual el especializarse o no en un Oficio.

Los Oficios que hemos elegido para trabajar son:

  • Iconografía, que tiene que ver con la simbólica en general, y que nos lleva a la Disciplina Morfológica.
  • Ludismo, y en general los Oficios de Representación que nos ponen en contacto con los actos internos y nos encaminan hacia la Meditación Trascendental.
  • Los Oficios Rituales nos ponen en una situación tal que en nosotros se libere una cierta energía interna, y nos llevan a la Disciplina Nuestro Yoga.
  • Los Oficios Espagíricos, en los que estamos preocupados por el trabajo con la materia, lo cual nos pone en tema para la Alquimia. En los Oficios Espagíricos nos preocupamos por el problema de la estabilidad de la materia y de su inestabilidad, su manipulación y en general trabajando con ella no nos preocupamos por su transformación, ese es ya tema de la Disciplina Alquímica.

Hemos visto que los Oficios tienen que ver con un quehacer con las cosas, con la producción de un objeto, pero ante todo hemos visto que el Oficio es el estudio y el trabajo con una métrica que no sólo encontramos en los objetos producidos por el hombre, sino también en la Naturaleza.

¿De dónde obtenemos esa métrica? Decíamos antes que esa métrica tiene que ver con un determinado número y con una determinada máquina. Ese número es el número áureo, que desde el punto de vista matemático surge de la progresión 3/2, 5/3, 8/5, 13/8, 21/13, 34/21, 55/34…, en donde aparece la constante Phi que es igual a 34/21, 1,618. Sin embargo para trabajar en los Oficios usamos la proporción 3-5-8 que llamamos «proporción áurea».

Hablamos también de una máquina. Esta máquina es una estructura de relación que responde a esa métrica, es el eneagrama sextenario.

Establecemos diferencias entre el eneagrama sextenario y el eneagrama septenario. El eneagrama septenario es expositivo y responde a la forma 142857. El eneagrama sextenario es, en cambio, operativo, pues aparece en él una estructura de relación que explica la relación compensatoria de los elementos.

eneagrama septenario eneagrama sextenario

secuencia 142857 secuencia 148 y su simétrica.

Vemos en el eneagrama sextenario, un sólo centro de gravedad, a diferencia del eneagrama septenario, en donde aparecen tres. Otra diferencia básica está dada por la secuencia. En el sextenario vemos la progresión y el cambio de cualidad, mientras que en el septenario aparecen progresiones, regresiones y no cambio de cualidad.

Desarrollando un poco más el eneagrama sextenario, que es el que nos va a explicar el manejo de la proporción armónica, vemos el número 1428 y su simétrico, que establece la división en dos cualidades. Ahí también aparece la proporción 3-5-8, en donde el segmento 12=3, el 24=5 y el 47=8.

Si tomamos como apoyo el eneagrama cargado con los colores vemos que la división en zonas o cualidades es la de cálidos y fríos la secuencia 12345… va del rojo que es el color de mayor volumen y menor vibratoriedad, al violeta que es el color de menor volumen y mayor vibratoriedad. La secuencia interna nos muestra la mecánica compensatoria y las proporciones internas. Las proporciones las podemos ver en las mezclas, por ejemplo 3 de rojo y 8 de amarillo san el naranja. En cuanto a compensación de elementos que se oponen la proporción compensatoria está dada por el trazo interno que los une. Ahí aparece el punto medio que los une el «gris», que es el punto desde donde se controla toda la estructura.

Volviendo a nuestro tema vemos que el manejo de este eneagrama está ligado al trabajo con las proporciones, con una proporción bien precisa, que esta proporción tiene que ver con una constante de relación que encontramos también en la Naturaleza, y que el operador, al trabajar con estas medidas y proporciones se va proporcionando internamente, se va poniendo en resonancia con principios universales.