En la Disciplina lo que nos va a dar el tono de trabajo es una clara ubicación en la extensa franja de posibilidades de esta segunda manifestación de un mismo principio, es decir, la Forma.
Desde el punto de vista disciplinario trabajamos sólo con representaciones en las que estamos incluidos. Trabajamos con la espacialidad de nuestra conciencia, tal espacialidad es la que nos permite hablar de continente y de contenido. Transitando por distintas formas dicha espacialidad se configura según estas, y según el límite (formas que la articulan) será la acción que sufra dicha espacialidad y los otros contenidos (que son los propios de esta especialidad).
Actuamos entonces según formas que no son alteradas por los fenómenos de compensación, pues el estímulo evocado de tipo geométrico es el único que no es compensado por la conciencia del mismo modo que otras evocaciones, por la identidad que guarda la forma geométrica en su esencia.
Podría darse el caso de que alguien represente el límite de esta figura haciéndola transparente. Al ser así su espacialidad vuelve a ser la espacialidad propia de su conciencia y no la de la forma límite.
De las consecuencias vistas hasta aquí acerca de la acción de forma de la figura geométrica, consideramos de mayor interés su capacidad de poder modificar la forma mental (acción de forma sobre forma). Claro está que la que tiene tal capacidad no es simplemente la forma representable perceptualmente que tomamos como apoyo, sino aquella que obtenemos por proceso.