Podemos distinguir 3 tipos de meditación. La primera es la Meditación Natural, en donde el pensamiento actúa como un reflejo de los estímulos, por ej. el sujeto tiene un problema y «piensa» en él, lo estudia y desaparecido el problema o tema de interés, la actividad de pensar cesa, termina. Como se ve no es propiamente una meditación, sino una actividad natural de la conciencia. Luego tenemos la Meditación simple, aquí la actitud del pensar va más allá de un reflejo ante algo. La mente profundiza, busca la raíz de problemas, conflictos o intereses en general, más allá de estos en su primera versión. Esta actitud inquisitiva, buceadora, es un puente a la M.T. que es el tercer tipo de meditación y es la más idónea.

La M. simple es indispensable para el terreno sicológico, en donde cesan los ensueños, los conflictos, los problemas que necesariamente deben despejarse para el pasaje trascendente, de otro modo este pasaje se ve obstaculizado en el ámbito sicológico. Esto adquiere mayor relieve en el caso de los estados bajos de conciencia. la conciencia emocionada o mágica, en sus consecuencias de fuga individual o colectiva puede también obstruir el camino trascendental confundiendo técnicas con fetiches salvadores y todo el espectro que conocemos al respecto. Allí la M. simple es sumamente eficaz y necesaria. (En líneas correctas o equívocas hay efectos colaterales. En la errada hay invariablemente: inflexibilidad, rigidez intelectual, estrechez mental. El mejor indicador es una estrechez de conciencia. Opuestamente la línea acertada tendrá siempre un correlato de expansión de la conciencia como indicador infalible.