1

Se coloca cada noche al acostarse el cuerpo en perfecto estado de relajación corporal.

2

Se deja ir la mente en sus fantasías pre-oníricas.

3

En el momento en que se comienza a advertir cierto adormecimiento, comienza la autoobservación que no debe abandonarse hasta entrar con ella en el plano del sueño.

Recuérdese que generalmente en las imágenes oníricas, el sujeto que sueña se contempla a sí mismo, contempla los sucesos “desde afuera”, es decir, “tornando cierta distancia”.

La autoobservación del sueño comienza en el momento del adormecimiento, cuando el sujeto se esfuerza en tomar distancia y empieza a contemplar las imágenes que se suceden sin dejarse ir por ellas.

Las primeras pruebas resultan muy difíciles. Con el tiempo se va logrando una especie de sueño lúcido que permite al observador, estudiar sus procesos mentales mientras duerme (entre otros la estereotipia y conversión de unas imágenes en otras, los mecanismos asociativos y las fuentes físicas del sueño).

4

Es necesario tener un cuaderno de observaciones, en el que se anotará brevemente cada mañana los descubrimientos hechos y los progresos en la técnica de la autoobservación.

No debe suponerse que quien practica la autoobservación en el sueño, duerme mal, muy por el contrario, realiza un ahorro de energía, del mismo modo que quien ejercita la autoobservación en estado de vigilia.

A lo largo de algunos meses, si se observan todos los aspectos anotados, la autoconciencia se ha ampliado tanto que aún ha penetrado en el plano del sueño.

El sujeto es ahora conciente, hasta de ese tercio de su vida.

Pero es necesario mas: