Ragnarök, el Destino de los dioses. (17)

Vendrá el Terrible Invierno y entre vientos helados la persistente escarcha  acompañará a la nieve que no cesará en su empeño. Entonces habrá grandes batallas movidas por la codicia. El hermano dará muerte al hermano y las familias se borrarán sumergidas en el asesinato y el incesto.(18)

La vieja Adivina predijo en su canción, en su Völuspá, la ruptura de las cadenas del guardián del Infierno. Ella anunció la caída de los dioses(19), el derrumbe del mundo(20) Ella vió al lobo devorar al sol mientras otro se engullía la luna. Vió cómo caían la estrellas y escuchó temblar a la tierra. Profetizó la ruptura de las cadenas que sujetaban al lobo Fenris y la destrucción de los límites de la tierra cuando la serpiente marina agitando el océano avanzó sobre el piso firme.

La nave Naglfar, hecha con las uñas de los muertos estará terminada y se hará a la mar aún cuando los dioses traten de demorar la botadura, porque tantos muertos no podrán ser recogidos a tiempo y sus cabellos y uñas seguirán creciendosin que nadie alcance a cortarlos.El cielo se partirá y el fresno Yggdrasil temblará. Todos los Ases con sus brillante armaduras avanzarán hacia el campo de batalla; allí Odin, con su yelmo de oro entrará luchando en las fauces del lobo Fenris; Thor dará muerte a la gran serpiente pero caerá muerto por su veneno; Vitharr romperá el paladar del lobo y cada As y cada monstruo se matarán mutuamente. Entonces Surtr arrojando fuego incendiará al mundo (21).

¿Qué quedará entonces del cielo y de la tierra? ¿Qué será de los dioses? La Adivina vaticinó que las imágenes de los dioses y de la tierra y de la antigua gente se habrán evaporado como una alucinación, como aquella que padeció Thor cuando creyó que lo vencían. Se habrá evaporado la ilusión de un mundo y de los dioses correspondientes a ese mundo. Entonces, los hombres que estaban escondidos tendrán por alimento el rocío de la mañana. La tierra será hermosa y verde; dará frutos sin que se siembre y habrá palacios aéreos. Todos se reunirán y conversarán y recordarán su antigua sabiduría y hablarán de los hechos que acontecieron, de la Serpiente que Rodea la Tierra y del Lobo Fenris. También hallarán en la hierba esas piezas de oro con las que jugaban los Ases en sus tableros. La humanidad estará lista para aprender y por ello empezará a caminar entre los dioses. Pero nada más hay que agregar porque estas cosas todavía no se han cumplido.

Con esto se cerró el ciclo del último vikingo. De Haki se escuchó la voz, mientras su larga serpiente enfilaba hacia el mar. De Haki se escucharon las frases que a su hijo dirigía, mientras la bruma en denso manto cerraba sus espaldas. Un rojo resplandor quemó la niebla y el rugir de las olas besó el rumor de sus palabras. Así dijo Haki: “No te confundan esas fábulas con las que hacemos inocente el saber que hemos recibido. Por ahora les tocará avanzar a extrañas gentes, intolerantes gentes que borran la memoria de otros pueblos. A ellos les gustará escuchar que el Yggdrasil va quedando mustio porque Odín cortó una de las ramas para hacer su lanza. Ellos chasquearán su lengua con deleite porque Odín perdió un ojo. Ellos se regocijarán porque nuestro cielo cae en espantoso crujido y les parecerá que eso predice su alborada. Así hemos contado nuestras cosas, pero ellos nada saben… El Yggdrasil se levanta inmenso y en las noches refulge; todo el cielo gira en torno al eje de su Gran Norte mientras su ápice conecta con la estrella fija y el sol rueda mortecino en los horizontes helados. Ellos celebrarán su más importante día con nuestro árbol nevado y en su cúspide estará la estrella fija, y esa noche les enviaremos regalos bajando desde el cielo en un trineo dorado tirado por renos. En sus sueños y cuentos habitarán nuestros trasgos, trols, gigantes y anillos encantados. Nuestros bosques los llamarán y cuando giren la cabeza muy rápidamente alcanzarán a ver un elfo; escucharán el canto de la ondina en los arroyos rumorosos y buscarán la vasija de oro que dejan los gnomos tras el arco iris…

Pero ¡vamos ya! En nuestros ventisqueros y glaciares irrumpe el volcán y el géiser proyecta su calor. Ajusta la mano en el timón, ¡hijo y amigo! Ya dejamos los fiordos conocidos. En las auroras boreales los dioses danzando cambian de color, mientras nosotros aquí abajo cabalgamos las olas del mar furioso”.(22)