Moisés y la Ley divina.(16)
Ocurrió que desde mucho tiempo atrás, los hijos de Israel aposentados en Egipto fueron creciendo en número y poder. Y apoyaron con júbilo los cambios que introdujo un sabio faraón que quiso la igualdad para todos los pueblos. Y el buen rey murió en medio de una agitación grande que habían desatado sus enemigos. Y los israelitas pasaron de una pacífica existencia a ser perseguidos y humillados. Cuando decidieron abandonar esas tierras, el nuevo faraón lo impidió. También en esos años sombríos, numerosos egipcios partidarios del rey justo fueron asesinados. Otros terminaron en las cárceles y en las canteras, condenados a dejar allí sus vidas. Y sucedió que entre estos últimos se encontraba un joven que cuando niño fue rescatado de las aguas del Nilo por las mujeres del buen faraón. Educado en la corte, aprendió la lengua de Israel aunque siempre la habló con dificultad. Moisés, el “rescatado de las aguas” huyó de las canteras y fue a refugiarse a los campos, a la casa de un sacerdote de Madián. Y he aquí que el sacerdote era de los perseguidos, y partidario del rey justo. Por esto acogió a Moisés cuando se refugió en él y cuando contó su historia del rescate de las aguas que tanto se asemejaba a las leyendas de Osiris y de Sargón (éste salvado en Babilonia según referían los venidos con Abraham desde Ur de Caldea). He aquí que Moisés tomó por esposa a la hija del sacerdote. Y, un día, apacentando las ovejas de su suegro se llegó hasta Horeb, monte de Dios.
“ Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios en medio de la zarza y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel… Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: yo soy me envía a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”.(17)
Así que Moisés regresaba para Egipto le salió al encuentro Aarón de la tribu sacerdotal de Leví y que había tenido sueños en los que Moisés recibía el mandato divino. Entonces, Aarón ayudó a Moisés a usar de la palabra entre los israelitas y, llegando hasta el faraón lo conminó diciendo: “Deja que mi pueblo salga del Egipto”. Pero como Faraón era remiso, Aarón que era sacerdote, hizo con su vara grandes prodigios a los ojos de todos. Mas llamó Faraón a sus sabios y sacerdotes que también mostraron su poder, y Faraón endureció su corazón. Entonces, Jehová por medio de Moisés y Aarón convirtió el agua del río en rojo sangre y los peces murieron y también las ranas salieron de allí invadiendo todo, pero Faraón no hizo caso de esas señales. Por esto, plagas de piojos y moscas, plaga en el ganado y plaga de úlceras, plaga de granizo y de langostas se abatieron sobre hombres y bestias. Mas Faraón no quiso liberar a los hijos de Israel, diciendo que el torrente del río que se había desbordado arrastrando limo rojo del alto Nilo, provocaba periódicamente esos desastres. Pero una gran oscuridad bajó y se mantuvo por tres días. Y los sabios del Faraón también explicaron cómo las nubes de agua que subían del río desbordado, oscurecían el cielo… Entonces Jehová mandó a Moisés para que advirtiera a Faraón sobre la muerte de los primogénitos de los egipcios si no dejaba en libertad al pueblo de Israel. Y Faraón no escuchó y los hijos de los egipcios fueron muertos esa noche por el ángel del Señor. Y a partir de allí ese mes fue el primero de los meses del año, porque la señal de la sangre del cordero pascual con que los israelitas señalaron sus puertas, los protegió del ángel de la muerte. Y Faraón permitió entonces la salida del pueblo de Israel y de todos los egipcios perseguidos. “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos gran multitud de toda clase de gentes”.(18)
El pueblo cruzó en seco por el Mar Rojo, porque a derecha e izquierda estaban contenidas las aguas, en esa zona que había mandado canalizar Amenofis IV. Pero he aquí que Faraón despachó a sus soldados para destruir a los que huían y, entonces, se derrumbaron los pesados carros y el ejército cayó. Y por sobre ellos vino a dar el agua matando a los perseguidores. Y una vez más, salvó Jehová a Moisés de las aguas y con él salvó a la multitud que se alejó de Egipto.(19)
Y las aguas amargas(20) fueron endulzadas por el árbol que Moisés puso en ellas. Y Jehová dio al pueblo de comer Qué-es-esto.(21) Y por ello el pueblo se sostuvo y no murió en el desierto y así llegó hasta el sagrado monte Sinaí.
“Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.(22)…Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron y se pusieron de lejos”.(23)
Y entonces, Jehová Dios entregó a los hombres la Ley que buscaban desde sus primeros padres. En dos tablas de piedra grabó Dios los diez Mandamientos que los hombres debían observar para acercarse a él. Y también les dio leyes que sirvieran para formarlos en su Historia. Así Moisés condujo a Israel hasta la tierra prometida por el Señor. Y subió desde los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga que está enfrente de Jericó. Entonces Moisés vio. “Y le dijo Jehová: Esta es la tierra que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy…(24)Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y temibles que Moisés hizo a la vista de todos“.(25)