Gilgamesh y la creación de su doble.(1)

Aquél que todo lo supo y que entendió el fondo de las cosas, aquél que todo lo vio y todo lo enseñó, aquél que conoció los países del mundo, aquél fue el grandioso Gilgamesh. El construyó los muros de Uruk, emprendió un largo viaje y supo todo lo que ocurrió antes del Diluvio. Al regresar grabó todas sus proezas en una estela.

Porque los grandes dioses lo crearon, dos tercios de su cuerpo eran de dios y un tercio de hombre. Cuando él hubo luchado contra todos los países regresó a Uruk, su patria. Pero los hombres murmuraron con odio porque Gilgamesh tomaba lo mejor de la juventud para sus hazañas y gobernaba férreamente. Por ello la gente fue a llevar sus quejas a los dioses y los dioses a Anu. Anu elevó el reclamo a Aruru y dijo estas palabras: “Oh, Aruru, creadora de la humanidad, haz otro hombre igual a Gilgamesh, haz una copia de Gilgamesh, para que cuando ambos se encuentren luchen entre si y ya nadie perturbe a nuestra ciudad”. La diosa Aruru se concentró dentro de sí, humedeció sus manos y tomando arcilla formó con ella al valiente Enkidu. El héroe nació con el cuerpo cubierto de un vello tan espeso como la cebada de los campos.(2) Nada sabía de los hombres ni de los países y su inteligencia permanecía cerrada. Como animal salvaje se alimentaba de hierbas abrevando de las fuentes con el ganado.

Con el tiempo, un cazador encontró a Enkidu y su rostro se contrajo por el temor. Se dirigió a su padre y le contó las proezas que había visto realizar a ese hombre salvaje. El viejo, entonces, envió a su hijo a Uruk a pedir ayuda a Gilgamesh.

Cuando Gilgamesh escuchó la historia de labios del cazador le recomendó a éste que tomara a una bella servidora del templo, a una hija de la alegría, y llevándola con él la pusiera al alcance del intruso. “De ese modo, cuando él vea a la moza quedará prendado de ella y olvidará a sus animales y sus animales no lo reconocerán”.. Así que hubo hablado el rey, el cazador procedió según las indicaciones llegando en tres días al lugar de encuentro. Pasaron uno y otro día más hasta que los animales llegaron a la fuente para abrevar. Tras ellos apareció el intruso quien vio a la servidora sentada. Pero cuando ésta se levantó y fue presta hacia él, Enkidu quedó atrapado por su belleza. Siete días estuvo con ella hasta que decidió ir por su ganado pero las gacelas y el rebaño del desierto se apartaron de él. Enkidu no pudo correr pero su inteligencia se abrió y empezó a pensar y sentir como hombre.Volvió a sentarse al lado de la mujer y ésta le dijo: “¿Por qué vives con el ganado como un salvaje? Ven, te guiaré a Uruk al santuario de Anu y de la diosa Ishtar, hasta Gilgamesh a quien nadie vence”. Eso gustó a Enkidu porque su corazón buscaba a un contrincante y un amigo y por ello dejó que la joven lo guiara hasta los fértiles pastos donde se encuentran los establos y los pastores. El mamaba la leche de los animales y no conocía el pan  ni el vino hasta que la muchacha se los dio a probar. La esclava sagrada lo untó con óleos, un barbero esquiló su cuerpo y vestido como un joven rey tomó su lanza para luchar contra las fieras salvajes. Así liberó a los pastores y les permitió que durmieran sin sobresaltos.. Entonces, un emisario llegó hasta Enkidu pidiendo su ayuda para acabar con las injusticias de Gilgamesh, rey de Uruk.. Enkidu enfurecido prometió cambiar el orden de las cosas.

Gilgamesh había visto en sueños al salvaje y comprendió que en combate se habían de entender, por ello cuando su oponente le interrumpió el paso éste se abalanzó con la fuerza del toro bravo. Las gentes se arremolinaron contemplando la fiera lucha y celebraron el parecido de Enkidu con el rey. Ante la casa de la Asamblea lucharon. Las puertas convirtieron en astillas y demolieron los muros, y cuando el rey logró arrojar al suelo a Enkidu éste se apaciguó alabando a Gilgamesh. Entonces, ambos se abrazaron sellando su amistad.