1.- La literatura mística de la India es, con seguridad, la más extensa del mundo. Por otra parte, en ella se encuentran concepciones científicas, filosóficas y artísticas de sumo interés. Con frecuencia se ha querido ordenar de manera simple a esa enorme producción. Siguiendo un esquema elemental podemos decir que los Vedas (cuatro en total), han sido seguidos por obras de exégesis como los Brahmanas, Aranyakas y Upanisads. Los Vedas pueden ubicarse, en su sustrato más antiguo, hacia el s. XV a.C.; los Brahmanas hacia el VI a.C. y muchos de los Aranyakas, más recientes en general, tienen su esbozo casi contemporáneo a los Brahmanas. Los Upanisads, son los últimos escritos que, al cerrar el ciclo védico, toman el nombre de “Vedanta”. El ciclo védico, fue compuesto en la lengua que portaban los invasores de la India, conocidos como “indoeuropeos”, o “indoarios”. Esta lengua fue haciéndose irreconocible a medida que transcurría el tiempo hasta que se sistematizó la forma de expresión clásica que conocemos como Sánscrito, hoy por hoy fuera de uso pero que constituye algo así como el Griego antiguo para los occidentales. De acuerdo a Max Müller, los Vedas fueron producidos entre el 1200 al 800 a.C.; los Brahmanas del 800 al 600 y el resto del 600 al 200, pero lo cierto es que no hay nada en esos textos que indique en qué fecha fueron escritos y, en cambio, su transmisión fue durante largas centurias de tipo oral. En lo que hace a la moderna mitología hindú, podemos mencionar a las dos grandes epopeyas (Ramayana y Mahabharata), a los Puranas (historias tradicionales, en número de dieciocho) y a los Tantras (unos cinco importantes). En éste primer apartado que hemos llamado “Fuego, Tormenta y Exaltación”, nos hemos limitado a presentar una versión libre y abreviada de algunos de los himnos dedicados a las tres más importantes divinidades del Rig Veda. Autores como Yaska, posiblemente una de las autoridades más antiguas en el comentario de los Vedas, considera que Agni, Indra y Surya (el sol), constituyen la trilogía fundamental del monumento literario que nos ocupa. Nos parece, sin embargo, que la suplantación de Soma en esa trilogía responde a un cambio importante en la perspectiva mítica de los autores posteriores, respecto de la etapa védica original.
2.- Fuego como figura de Agni. En Agni se reconocen distintos tipos de fuego: el de la tierra (incendio, fuego doméstico y sacrificial); el del aire (rayo y relámpago) y el del cielo (sol). Se lo suele llamar “comedor de madera” y de “grasa”, esto último en alusión a la grasa sacrificial que se derrama sobre él. Nace por frotación de las dos varillas sagradas y no tiene pies, manos, ni cabeza; a cambio posee numerosas lenguas y cabellera de llamas. Su voz es el crepitar. Le son consagrados más de doscientos himnos del Rig Veda. Fue adorado también por la rama aria que se desplazó hacia Irán. Allí tomó gran relevancia en la religión anterior a Zarathustra, se continuó luego del reformador y llegó hasta el actual culto de los Parsis (éstos, luego del embate musulmán se mantienen en Irán en reducido número de treinta mil, habiendo emigrado a Bombay un grupo que hoy representa la mayoría de esa religión). Al parecer, muchos de los atributos de Agni terminaron absorbidos por Indra, pero en su carácter sacrificial continúa involucrando a la mayor parte de las divinidades hindúes.
3.- Tormenta como figura de Indra. En rigor, la imagen de Indra es el rayo pero acá aparece como conductor de las aguas luego de haberlas liberado al triunfar sobre Vrta, demonio-hembra que las tenía prisioneras. Este Vrta, puede haber sido un dios de los nativos contra los cuales lucharon los arios durante su invasión a la India al penetrar por el Punjab. Los pobladores, que fueron desplazados hacia el sur, posiblemente canalizaban el agua hacia sus campos de cultivo, encontrándose en un estadio de civilización más avanzado que el de los extranjeros, pero no contaban con las armas de hierro con que estaban pertrechadas las hordas invasoras. Los nativos son llamados «Dasyu» en el Rig Veda tratándose seguramente de grupos drávidas. También se ha visto en Indra al dios que lucha contra la sequedad y que libera las aguas benéficas del cielo. A este dios se consagran alrededor de doscientos cincuenta himnos del Rig Veda (una cuarta parte del total) lo que muestra la importancia que tuvo por esas épocas. Posteriormente fue perdiendo fuerza y muchos de sus atributos terminaron absorbidos por otros dioses.
4.- Exaltación como figura del dios embriagador Soma. Esta bebida se corresponde con el Haoma de los arios que invadieron el Irán. Hasta el día de hoy se discute las características de la planta productora del Soma. Parece posible que la bebida fuera, con el tiempo, obtenida de distintos vegetales de ahí la confusión que ha rodeado a este tema. Según W. Wilkins en su Mitología Hindú, la planta en cuestión es la Asclepias ácida de Roxburgh. Crece en las colinas del Punjab, en el Paso Bolan, en los alrededores de Poona, etc. Pero ya en épocas en que fuera escrito el Vishnu Purana, los intoxicantes estaban estrictamente prohibidos, por eso el Soma no era exaltado como tal. En todo caso, allí se lo relaciona difusamente con la luna. Por tanto, la pista se pierde casi completamente. Según otros autores, la planta no es sino una variedad de la zigophyllacea. Podría tratarse de las semillas del vegetal conocido como “ruda asiria” (Pegorum harmala) que fue usado por los mesopotámicos quemándolo en los sahumerios sacrificiales. No han faltado, los que han visto en el Soma una bebida fermentada del tipo de la cerveza, como la consumida por los indoeuropeos. Pero la teoría más interesante ha partido de A. Hofmann. Este estudioso (descubridor del L. S. D.), afirma que se trata de un hongo: la Amanita muscaria. Según él, lo que fue un enigma etnobotánico por más de dos mil años ha sido develado en 1968. En Plantas de los dioses, (en colaboración con R. Evans. F. C. E. México, 1982), Hofmann comenta que la Amanita se conoce como alucinógeno desde 1730 por comunicación de un oficial sueco prisionero en Siberia. Este informó que los chamanes la desecaban, agregándole luego leche de reno y procedían a ingerirla mostrando los mismos síntomas que se han observado entre los nativos del lago Superior, del Norte y Centroamérica, afectos a las mismas prácticas. En laboratorio se comprobó que el principio activo no era la muscarina como se pensaba, sino que se logró aislar el ácido iboténico y, finalmente, el bioquímico Takamoto obtuvo el alcaloide llamado “muscimole”. En toda esa investigación se supo que en el proceso de secado del hongo ocurre toda la transformación y el ácido se convierte en muscimole. Otra observación importante fue proporcionada también por aquel oficial que mencionáramos antes. Al parecer, en algunas tribus siberianas se procedía a beber la orina de los chamanes que previamente se habían intoxicado con el hongo, mostrándose efectos parecidos a los evidenciados anteriormente por el chamán en trance. Los autores de Plantas de los Dioses, comentan que esto era posible porque los principios psicoactivos pasaban a la orina sin ser metabolizados, o bien en forma de metabolitos que aún tenían actividad, lo cual es poco usual en relación a los compuestos alucinógenos de las plantas. Por otra parte, en los Vedas se hace mención a que la orina de alguno de los concurrentes a la ceremonia del Soma, era recogida en recipientes especiales, lo cual permite establecer curiosas relaciones. Actualmente en India es conocida la uroterapia en base a la bebida, en ayunas, de la propia orina. Este no es exactamente el caso descripto más arriba, pero esta costumbre bien podría tener sus raíces más lejanas en la época védica de la «medicina» del Soma. Con relación a la Amanita, un fresco románico de la capilla de Plaincourault (fines del s.XII), la muestra como el árbol del Edén, enroscándose a su alrededor la famosa serpiente. En lo que hace a sustancias tóxicas usadas en ceremonias religiosas, los asirios ya conocían la cannabis en el primer milenio a.C. que, desde luego, también se utilizaba en Tíbet e India con idénticos fines. Marco Polo da cuenta en sus viajes, del caso de Al-Hasan ibn-al-Sabha, conocido como “el viejo de la montaña” que usaba el haschich (de cuyo nombre deriva el de “aschissim” o “asesin”, que fue volcado como «asesino»), relatándose que Al-Hasan sometía a un grupo de jóvenes por medio del tóxico y luego los lanzaba contra sus enemigos. Seguramente, numerosos sahumerios han tenido su origen en la aspiración de humos de plantas alucinógenas quemadas con finalidad ritual. Dada la toxicidad observada es posible que, con el tiempo, tales vegetales fueran desplazados por resinas que hoy vemos utilizadas en la práctica de muchas religiones, esto es: el incienso, la mirra y el estoraque, además de maderas aromáticas como el sándalo. Puede seguirse una pista similar en el origen de ciertos perfumes que con el tiempo fueron desapareciendo. En cuanto a la amplitud del uso, digamos que de la enorme cantidad de especies vegetales terrestres, sólo ciento cincuenta han sido empleadas por sus propiedades alucinantes. De éstas, unas veinte en el Oriente y alrededor de ciento treinta en el hemisferio occidental, correspondiendo una cantidad importante al centro y norte de América. En el origen de las religiones universales se observan algunos rasgos que no dejan de sugerir la presencia de sustancias alucinógenas. El Soma, por la abundante referencia que nos da el Rig (alrededor de ciento veinte himnos), se nos presenta como el tercer dios importante de la India en la época védica, pero no podemos desconocer que en distintos tiempos y lugares, numerosas manifestaciones religiosas han estado relacionadas con la acción de tóxicos. Sobre las anormalidades de la percepción y de la representación, ver nuestro Contribuciones al Pensamiento (Psicología de la imagen- Variaciones del espacio de representación en los estados alterados de conciencia. Planeta, Buenos Aires, 1990).
5.- Rig Veda I, 1, 2. Adaptacón en base a la traducción de F. Villar Liébana. Ed. Nacional. Madrid, 1975.
6.- Ibid. I, 31, 2.
7.- Ibid. I, 36, 14 y ss.
8.- Ibid. I, 60, 3.
9.- Ibid. I, 78, 2. Posiblemente de una rama de la familia de estos Gotama descienda el Buda histórico. En el Rig Veda se menciona a los Rahüganas como pertenecientes a ese grupo (I, 78, 5).
10.- Ibid. II. 4, 5 y ss.
11.- Ibid. I, 32, 1 y ss.
12.- Ibid. III, 48, 1 y ss.
13.- Ibid. IX, 1, 5 y ss.
14.- Ibid. IX, 45, 3 y ss.
15.- Ibid. IX, 48, 3 y ss.
16.- Ibid. IX, 50, 1.
17.- Ibid. IX, 57, 1 y ss.
18.- Rig Veda X, 129, 1 y ss. Adaptación en base a la traducción inglesa de de R. Griffith.
19.- En base a la traducción de W. Wilkins del Mahabharata. Mitología Hindú. Visión, Barcelona, 1980.
20.- Alusión a la enseñanza del Buda (500 a. C.). Según esa doctrina, el ser humano puede liberarse de la rueda de las reencarnaciones y llegar al Nirvana, suerte de disolución desde el punto de vista de las características sensibles que configuran el Yo. La doctrina budista (en rigor una filosofía y no una religión), fue convertida paulatinamente en una creencia religiosa dando lugar, a su vez, a una nutrida mitología.
21.- A menudo, “Om” se pronuncia en los comienzos de oraciones y ceremonias religiosas. Originalmente, las letras que formaban a esta palabra (a u m) representaban a los Vedas. Con el tiempo, comenzó a denotar a las tres deidades principales del ciclo puránico, a saber: Brahma, Vishnu y Shiva.
22.- La oración está tomada del Vishnu Purana. Respecto al nombre de Brahma, Monier Williams dice: “Sólo unos pocos himnos de los Vedas parecen contener la simple concepción de la existencia de una ser divino y omnipresente. Incluso en éstos, la idea de un dios presente en toda la naturaleza es un poco difusa e indefinida. En el Purushna Sukta del Rig Veda, el espíritu único se llama Purushna. Ya el nombre más común en el sistema posterior es Brahman, neutro (nominativo, Brahma) derivado de la raíz brih, ‘expandirse’ y denota la unidad de la esencia expansiva, o la sustancia universalmente difusa del universo… Brahma es el neutro, siendo el ‘simple ser infinito’ (la única esencia real y eterna) que cuando pasa a la esencia manifestada se llama Brahma; cuando se desarrolla a sí misma en el mundo se le llama Vishnu y cuando de nuevo se disuelve en sí mismo en un ser único recibe el nombre de Shiva; todos los restantes e innumerables dioses y semidioses son también nuevas manifestaciones del neutro Brahman, que es eterno”. Indian Wisdom, pág. 12. Citado por Wilkins O. C. pág. 106.
23.- El título de éste parágrafo, “Las formas de la belleza y el horror”, sintetiza esa sensación contradictoria que muy a menudo presentan las divinidades en las que se advierte su doble faz benéfica y siniestra. El primer caso que se presenta es la transformación de Krishna frente al héroe Arjuna. El segundo es el de la radiante Parvati capaz de triturar a un monstruo, sorber su sangre y devorar los restos para volver al lado de su amado Shiva con la belleza y mansedumbre de siempre. Impresionado por ese estado contradictorio que le provoca su amante, Baudelaire terminará escribiendo su Himno a la Belleza que bien puede ser dedicado a esos dioses ambivalentes: “¿De un negro abismo vienes o de los astros bajas? El Destino, como un perro, te sigue fiel y ciego; vas sembrando al azar dichas y desventuras, gobiernas todo aunque sin responder de nada… ¡Oh Belleza, caminas entre muertos y de ellos te burlas! Entre tus joyas el Horror no es la menos preciada… ¿Qué importa que del cielo o del infierno vengas, ¡oh Belleza, monstruo enorme, ingenuo, espantoso! si tu mirada, tu sonrisa, tus pies, me abren la puerta del Infinito que amo y me es desconocido?”
24.- Arjuna, uno de los héroes de la epopeya Mahabharata.
25.- Adaptado de El Bhagavad Gita en la traducción de J. Roviralta Borrell. Canto XI. Diana, México, 1974. El Bhagavad Gita es un episodio del Mahabharata, redactado hacia el siglo III a. C.