1.-      Para la elaboración del mito de Gilgamesh hemos tenido en cuenta las XII tablillas asirias que son recopilación de otras anteriores acadias, derivadas a su vez de las sumerias, como lo demuestran los más recientes descubrimientos. Nos hemos basado en el material original de R. Campbell Thompson, The Epic of Gilgamesh. Oxford University Press. 1930, y de G. Contenau. L’ Epopée de Gilgamesh. L’Artisan du livre. Paris, 1939. También apelamos a los trabajos de Speiser, Bauer. Kramer, Heidel, Langdom, Schott y Ungnad. Por úiltimo, hemos consultado El Cantar de Gilgamesh. G. Blanco. Ed. Galerna. Buenos Aires. 1978.

2.-      Se supone que el poema de Gilgamesh fue compuesto hacia fines del tercer milenio sobre la base de materiales mucho más antiguos. Coincidimos con esta hipótesis basándonos en el desarrollo de la cerámica. En efecto, hacia la época de la redacción ya se había inventado en Uruk el primer torno de alfarería del mundo (h. 3500 a. C.). El instrumento era una rueda cerámica de 90 centímetros de diámetro por 12 de espesor que se hacía girar con la mano izquierda mientras se trabajaba el cacharro con la derecha. Dado el peso del volante, éste seguía girando por varios minutos, lo que permitía perfeccionar la obra con las dos manos libres. Posteriormente, se inventa (también en Mesopotamia), el torno de pie. Sin embargo, en el poema, la diosa Aruru crea al hombre de barro sin más expediente que sus manos humedecidas. Este no es un detalle sin importancia ya que se puede deducir por la técnica descripta, un ambiente de época anterior al del uso de la torneta. Al comparar p.ej., la creación del hombre sumeria con la creación del hombre egipcia, resulta que en esta última el dios Khnum da forma al cuerpo de barro en la torneta de alfarero (instrumento aparecido en el Nilo recién en la época dinástica). En el poema sumerio se hace alusión a la creación del héroe Enkidu como “doble”, como copia de Gilgamesh, luego que “la diosa Aruru se concentró dentro de sí”. Es posible que esto se refiera a la técnica de fabricación de figuras humanas cerámicas en copias de molde (“dentro de sí”) sobre la base de un original previamente confeccionado. El hecho de que Enkidu nazca velludo (“El héroe nació con el cuerpo cubierto de un vello tan espeso como la cebada de los campos”), puede referirse a la presencia visible de antiplásticos (cortezas de cereales, paja, etc.) que se agregaban a la arcilla para evitar su cuarteo, del modo en que se hace en algunos lugares con el barro al preparar adobes. Lo comentado, corresponde a una etapa anterior a la de la cacharrería y la utilización de la rueda de alfarero. La historia, por tanto, sería previa a la época de al’Ubaid y muy anterior a la aparición del mito de Marduk en el que éste quiere crear al hombre sobre la base de su sangre y sus huesos aunque luego decide hacerlo con la sangre de su enemigo Qingu. En este caso, ya estamos en presencia de la técnica del engobe o del esmalte cerámico del que hay numerosas muestras en la Babilonia de la época. Es más, en el British Museum se conserva una tablilla en la que aparece una fórmula de esmalte, sobre la base de plomo y cobre, dada por el maestro babilonio Liballit posiblemente contemporáneo de la redacción del mito de Marduk. Se podría objetar que tanto en el Génesis hebreo como en el Popol Vuh Quiché no se hace alusión al torno aún cuando este existiera para la época de sus respectivas redacciones. En lo que hace al Génesis, Dios hace a Adán de barro y luego a Eva de su costilla (como en el caso del hombre de Marduk, sobre la base de sangre y hueso) y le da vida con su soplo. No hay alusión al torno, pero el “soplo” es sugestivo porque pertenece a una época anterior a la de utilización de dicho instrumento. La introducción de aire en el horno es anterior a la torneta y  es un procedimiento que luego se perfeccionó con el fuelle, permitiendo elevar altas temperaturas en la cocción que de otro modo no superaba los 800 grados, ya que todo dependía de las calorías de la leña de acuerdo a las resinas que contuviera según la región. También puede decirse que el invento del horno de tiro ascendente permitió, en ocasiones,  la elevación de temperaturas próximas a los 1000 grados, pero la inyección de aire resulta de una técnica posterior. Entre los Quiché el mito cuenta que el primer hombre fue hecho por los dioses de barro pero éste se deformaba con el tiempo (etapa pre cerámica de la arcilla endurecida); luego los dioses hicieron al hombre de madera pero tampoco resultó y fue destruido hasta que, por fin, se logró formar al ser humano de maíz. Con ello se denota que el mito queda enclavado en la etapa instrumental neolítica (piedra, hueso y madera), previa a la revolución cerámica. Por otra parte, en América no se conoció el torno ni la rueda así es que no hay alusión a ese instrumento. Es cierto que en las tres traducciones clásicas del Popol-Vuh (Arciniegas, Recinos y Chávez) hay descripciones de instrumentos y cacharros cerámicos que coexisten con el mito de la creación del hombre pero, al parecer, éste es anterior a la ambientación textual. En síntesis, en lo que hace a la creación del ser humano por un dios alfarero, el mito más antiguo es el sumerio. No obstante, podría objetarse alguna afirmación respecto a la antigüedad de ciertas cerámicas basándose en las temperaturas de cocción. Pero, afortunadamente, muchos problemas de ese tipo se han ido solucionando a partir de los trabajos de Wedgwood sobre los vasos etruscos. El pirómetro que diseñó este investigador (no obstante la imperfección de su escala), ya permitió determinar la cantidad de calor absorbido por una arcilla. Al conocer la composición de ésta y someter una réplica a cocción controlada se pudo observar su contracción de acuerdo a los parámetros establecidos en la escala. El criterio utilizado fue el de que a mayor calor, mayor contracción que, por lo demás, queda fija una vez enfriado el cuerpo. Otro método ha consistido en someter un trozo de la muestra a temperatura creciente hasta que se produce contracción. En ese momento se fija el punto en que fue dejado el calentamiento original. Pero ya, actualmente, la precisión del análisis pirométrico es tal que se puede llegar a determinaciones de décima de grado.

3.-      “Los fragmentos ‘Muerte de Gilgamesh’ y ‘El descenso al Infierno’ provienen de tablillas sumerias halladas en Nippur y han sido fechadas en la primera mitad del segundo milenio a.C. No articulan con la estructura actual del Poema, aunque el segundo se halle traducido literalmente en la Tablilla XII asiria, última de esta versión”. Cantar de Gilgamesh (Op.Cit. pág. 95). En la traducción de A. Schott, el texto que aparece refiriéndose al parlamento de Enkidu con Gilgamesh, es éste: “¡Mira, mi cuerpo que con ternura abrazabas, las sabandijas lo carcomen como ropa vieja. Sí, a mi cuerpo que alegremente tú tocabas, la podredumbre lo invade, llenándolo de polvo de la tierra!… ¿Has visto uno que murió quemado en el combate? -Bien lo he visto, estaba en la noche silenciosa, echado en su lecho y bebiendo agua pura. -¿Has visto uno que cayó en la batalla? -Bien lo he visto, los queridos padres le tenían la testa, y la esposa sobre él se inclinó. -¿Has visto uno cuyos restos a la estepa fueron arrojados? -¡Ay de mí! También a este le he visto yo: ¡no halla paz su sombra en la tierra! -¿Has visto uno de cuya alma nadie cuida? -Bien lo he visto: el resto de comida en la olla, y el mendrugo en la calle tiene que comer..”. El país de los sumerios. H. Schmökel. Ed. Eudeba. pág. 210. Buenos Aires, 1984.

4.-      La visión del Paraíso enjoyado suele estar relacionada con la sabiduría y, a veces, con la vida eterna. Esta última tiene sus guardianes que a menudo son serpientes. En un mito cretense citado por Apolodoro, las serpientes poseen la hierba de la inmortalidad. En el de Gilgamesh, la serpiente roba la planta de la vida que el héroe ya había conseguido. De estos temas se han dado diferentes interpretaciones que van desde el espiritualismo más inalcanzable al positivismo más grosero. Veamos algun ejemplo: “El paraíso celestial es gozado en un trance esquizofrénico inducido por el ascetismo, la perturbación glandular o el uso de drogas alucinógenas. No siempre es posible juzgar cuál de estas causas produjo las visiones místicas de, por ejemplo, Ezequiel, ‘Enoc’, Jacob Boehme, Thomas Traherne y William Blake.

Pero los jardines de deleite enjoyados se relacionan comúnmente en el mito con la comida de una ambrosía prohibida a los mortales; y esto indica una droga alucinógena reservada para un pequeño círculo de adeptos y que les causa sensaciones de gloria y de sabiduría divinas. La referencia de Gilgamesh al espino cerval tiene que ser un disfraz, no obstante, pues el espino cerval lo comían los antiguos místicos no como un iluminante, sino como un purgante preliminar… Todos los jardines de deleite son gobernados originalmente por diosas; cuando se pasó del matriarcado al patriarcado los usurparon dioses varones. El paraíso de Gilgamesh pertenecía a Siduri, diosa de la Sabiduría, quien había designado al dios Sol Samash su guardián; en versiones posteriores de la epopeya, Samash ha degradado a Siduri convirtiéndola en mera tabernera”. Los Mitos Hebreos. R. Graves y R. Patai. Alianza, pág. 73. Madrid 1988. En cuanto a la relación entre la inmortalidad, las serpientes y el acto de robar, Wilkins en su Mitología Hindú observa que cuando Garuda trajo algo de amrita (ambrosía) desde la Luna para los Nagas o deidades serpientes, como precio a pagar por liberar a su madre de la esclavitud, Indra intentó persuadirlo de que le diera a él la amrita evitando de ese modo que los Nagas llegaran a inmortales. Pero Garuda siguió con su proyecto e hizo entrega de la sustancia (en una vasija) a los secuestradores. Mientras los Nagas se estaban bañando, Indra la robó. Estos, creyendo que la ambrosía debía haberse derramado sobre la hierba Kusa (Poa Cynosuroides), la lamieron. Las afiladas púas de la hierba rasgaron sus lenguas; de ahí que las serpientes las tengan bifurcadas.

5.-        Del fragmento llamado “Muerte de Gilgamesh”.