1.- El formato que hemos dado al mito de la creación se corresponde con la mitología menfita y está de acuerdo con la inscripción que hizo imprimir sobre piedra basalto el faraón Shabaka, hacia el 700 A.C. Esta, a su vez, es transcripción de un papiro considerablemente más antiguo. En el Viejo Imperio, Atum era el dios principal que a veces fue relacionada con Ra, el disco solar, pero ya en el Imperio Nuevo Ra ocupa el lugar central en desmedro de Atum y otros dioses. La fuente que nos ocupa muestra a Ptah como el creador de todo lo existente. En la mitología egipcia hay siempre dificultades para seguir el proceso de transformación de una entidad divina. Muy frecuentemente, un dios totalmente desconocido en una época comienza a surgir tímidamente en el escenario histórico de épocas posteriores. Luego, su figura toma cuerpo y a veces amenaza con absorber toda la vida religiosa o mítica de un largo período. El caso de Egipto es ejemplar en este punto, dado el largo tiempo en que se desarrolló su cultura. De acuerdo con la Aigyptiaka (mencionada por Flavio Josefo), la primera dinastía comienza hacia el 3.000 A.C. (época tinita). Hasta la dominación persa, griega y romana, Egipto sigue activo y, por tanto, en franca transformación. En efecto, aún en época de los Tolomeos, la mitología sigue desarrollando nuevas formas que en esa época influyen en el mundo helenístico como antes lo hiciera en los rudimentos de la cultura griega. Estamos pues hablando de 3.000 años de desarrollo continuado y es claro que en semejante período la aparición y transformación de mitos provoca desconcierto por exceso. De esta suerte, una divinidad puede tener características diferentes (y a veces opuestas) a sí misma cuando ha transcurrido un milenio o más tiempo.
2.- Lo que no ha nacido y lo que ya murió coexisten en el presente de Ptah.
3.- Una leyenda menciona específicamente a Biblos. Fenicia era una región del Asia Anterior en la costa occidental de Siria y que entre el Líbano y el Mediterráneo llegaba al Monte Carmelo por el sur. Sus ciudades principales eran: Biblos, Beirut, Sidón, Tiro y Acca. Durante la dominación romana se agregó el territorio de la Celesiria o Fenicia del Líbano, designando como Fenicia Marítima a la nación antigua. Hemos usado “Fenicia” en el relato, para resaltar la misma raíz de “Fénix”, ave fabulosa que moría en una hoguera y renacía de sus cenizas. De todas maneras, no ignoramos que “Fenicia” deriva del griego Phoenikia o sea, “país de las palmeras” y que los habitantes de ese lugar llamábanse a sí mismos “cananeos” y no “fenicios”.
4.- Alusión a la preparación de la momia, de acuerdo a lo comentado por Heródoto (Historias, II, LXXXVI y siguientes).
5.- Se ha pretendido hacer derivar la palabra “pirámide” de un término griego que significa “pastel de trigo”, porque egipcios y griegos daban esa forma a ciertos pasteles (derivados, tal vez, de otros que servían de práctica ceremonial teofágica). Hay quienes opinan que se trataba de simples alimentos adornados graciosamente. Pirámide, del griego pyramis, tiene la misma raíz que pira, pyrá, y que fuego, pyr. “Pira”, ha sido usado como «hoguera» en la que se quemaba el cuerpo de los muertos, o los cuerpos del sacrificio ritual. No conservamos en la antigua lengua egipcia el vocablo que exactamente se refiere a la pirámide en sentido geométrico. De todas maneras, el nombre griego de ese cuerpo y los estudios matemáticos iniciales en torno a él, bien pueden provenir de la enseñanza egipcia a estar por lo comentado en el Timeo de Platón en el que el autor menciona los primeros conocimientos científicos de su pueblo, considerándolos de origen egipcio. Estas consideraciones nos han permitido hacer un juego de palabras en el que la pirámide en cuestión termina identificada con el horno del alfarero. Por su parte, Heródoto (Ibid. II, C y CI) cuenta una historia con respecto al motivo de construcción de las pirámides que la acerca al tema osiríaco. Recordando, además, la antigüedad del mito propio de la cultura cerámica primitiva (en la que el nacimiento del hombre se debe al dios-alfarero), es que se ha podido componer aceptablemente el párrafo comentado aunque con la licencia del caso. Por su parte, las pirámides mesopotámicas (zigurats) también nos acercan a una concepción según la cual esas construcciones no eran solamente templos y lugares de observación astronómica sino “montañas sagradas” en las que era sepultado y luego rescatado Marduk. En cuanto a las pirámides escalonadas y cubiertas o semirevestidas de México y América Central (Xochicalco, Chichén Itzá, Cholula, Teotihuacán p.ej.), no tenemos elementos para afirmar que aparte de construcciones dedicadas al culto y a la observación astronómica se les diera función sepulcral. Y en lo que hace a su desarrollo histórico, las pirámides de Egipto evolucionan desde las mastabas que ya en la III dinastía estaban ligadas al culto al Sol en Heliópolis.
6.- De acuerdo a lo observable p.ej., en el Papyrus of Ani (Brit. Mus. N. 10,470, sheets 3 and 4).
7.- La corona blanca y alta del alto Nilo y la roja y chata del bajo Nilo, representaban la procedencia del faraón y su poder sobre esas regiones. Ambas coronas se combinaban, a veces, para formar la corona doble. En tiempos del Nuevo Imperio empezó a usarse la corona azul de guerra. A menudo se colocaba alrededor el ureus, la cobra sagrada, que representaba poder sobre las dos tierras; o bien, las plumas de avestruz que combinaban con la corona alta. En el caso de Osiris, la corona toma carácter sacerdotal a modo de tiara como ocurre con el tocado papal (pero en el que se observa la corona de tres pisos). En este caso, se hace derivar a la tiara pontificia de la mitra de los obispos, pero su estilo es más bien egipcíaco.
8.- El sacudidor y el cayado o báculo, frecuentemente aparecen cruzando el pecho de los faraones. En las representaciones de Osiris cumplen con una función sacerdotal, tal como ocurre con el cayado de los obispos cristianos.
9.- El Ka no era el espíritu sino el vehículo que visitaba al cuerpo momificado. Tenía algunas propiedades físicas y se lo representaba como “doble”. Así aparece en las distintas épocas de los Libros de los Muertos. Cuando se representaba el Ka del faraón solía pintarse o esculpirse dos figuras iguales tomadas de la mano.
10.- La cruz de brazos iguales era el símbolo de Anu, de los caldeo-babilónicos. La cruz Ankh o ánsata era una Tau con círculo y asa, símbolo del triunfo sobre la muerte y atributo propio de Sekhet. Esta cruz fue adoptada luego por los cristianos coptos.
11.- El Ba era el espíritu no sometido a las vicisitudes materiales. Solía representárselo como pájaro con rostro humano.
12.- Amenti era el infierno, el reino de los muertos.
13.- Khnum, representado a menudo con cuerpo humano y cabeza de carnero, era la divinidad principal de la tríada de Elefantina del alto Egipto. Esta divinidad hizo el cuerpo de los humanos con barro y les dio forma en su rueda de alfarero. Esta, al girar, tomaba el carácter de rueda de la fortuna que fijaba el destino de las personas desde el momento de su nacimiento. Beltz, citando a E. Naville, The temple of Deir el Bahri, II, tablas 47-52, pone en boca de Khnum estas palabras al crear a una reina importante: “Quiero obsequiarte con el cuerpo de una diosa. Serás perfecta como todos los dioses y recibirás de mi felicidad y salud y las coronas de ambos países y estarás en la cumbre de todos los seres vivientes al ser reina del Alto y del Bajo Egipto”. W. Beltz, Los Mitos Egipcios, Losada, págs. 97 y 98. Buenos Aires, 1986.
14.- Thoth, dios de Hermópolis. Se representaba con cuerpo humano y cabeza de ibis. Fue el creador de la cultura. También asumía el rol de conductor de las almas hacia el Amenti. La equivalencia con el Hermes griego dio lugar a la figura de Hermes – Thoth. Posteriormente, hacia el S.III D. C. los neoplatónicos y otras sectas gnósticas produjeron los Libros Herméticos (Poimandres, La Llave, Asclepios, La Tabla de Esmeralda, etc.), que atribuyeron a un legendario Hermes Trismegisto (el «tres veces grande») creador de la ciencia, las artes y las leyes.
15.- El sicomoro era una especie de higuera de madera muy perdurable que se utilizaba para la confección de sarcófagos. También se hace alusión aquí al árbol Djed, un tronco muerto del que salían brotes y que representaba la resurrección de Osiris.
16.- “Dama de Occidente”, nombre que en las invocaciones mortuorias tomaba la diosa madre Hator, emplazada en la región occidental de Libia donde estaba el reino de los muertos.
17.- Anubis, con cuerpo de hombre y cabeza de chacal, era el acusador en el juicio de los muertos. A veces se lo conocía como “El Embalsamador” o “El Guardián de las Tumbas”. Se atribuía a Anubis haber ayudado al embalsamamiento de Osiris. También aparecía como “El que está sobre su montaña”, es decir, a cargo de la pirámide funeraria.
18.- Los amuletos (ushabtis o “los que contestan”) eran figurillas de arcilla que se colocaban en las tumbas para que acompañaran al muerto al país de Amenti, donde adquirían tamaño y características humanas, reemplazando al difunto en los trabajos más esforzados.
19.- Horus con sus padres Osiris e Isis formaba parte de la trinidad de Abidos. Se lo representaba con cabeza de halcón y un disco solar sobre la frente. Se lo consideraba en su aspecto solar naciente.
20.- Era un dios local de Coptos, Panápolis y de ciertas regiones desérticas. Se lo representaba como a Príapo con el falo erecto. Era una divinidad regeneradora de la corte de Seth. Fue llamado “Toro de su madre”, hijo y esposo de una divinidad que presidía el Oriente. Puede haberse producido alguna permutación con Seth, ya que algunas leyendas lo presentan a éste como un toro negro asesinando a Osiris. Por otra parte, bien puede existir una estrecha relación entre este antiquísimo Min y el legendario Minos de Creta representado también como un toro.
21.- Apofis era una serpiente monstruosa que acechaba la barca del Sol. Con el tiempo quedó identificada con Seth en su aspecto demoníaco. En algún Libro de los muertos se hacen invocaciones para que la barca en la que va el difunto no sea presa de esa serpiente.
22.- La pérdida de la cabeza en los dioses no significa su muerte sino más bien un reemplazo de atributos. Muchas divinidades, a su vez, pueden ser identificadas fácilmente gracias a que llevan por cabeza el tótem del pueblo o lugar del cual parten.
23.- Nos ha parecido de importancia anotar la historia de Akenatón bajo un subtítulo que hace referencia al “antimito”. En verdad se trata de otro mito raíz: el del dios único que como sistema de pensamiento entra en fuerte colisión con panteones superpoblados. Si bien ya en Mesopotamia se vieron algunos planteamientos monoteístas es en Egipto y con Akenatón (de 1364 a 1347 A.C.) donde esa forma religiosa adquiere vigor. La reforma de Akenatón dura tanto como su reinado. Según Belz, las castas sacerdotales que concedieron al clero de Amon de Tebas una primacía honorífica se entendían a menudo como el tesoro y la salvaguardia de las tradiciones nacionales. Su exitosa resistencia a las reformas de Akenatón tuvo no sólo un carácter religioso sino también nacional. Después de que ellos hicieron anular las reformas de este soberano hereje, su influencia y fuerza se volvieron más fuertes que nunca. “Los templos se convirtieron en la mayor potencia económica del país. Los reyes de la vigésima dinastía eran marionetas en las manos de los sumos sacerdotes tebanos cuya función era, de antaño, hereditaria” (Tókarev). Opuestamente a lo que ocurrió con el cristianismo y el Islam que progresaron en alianza con las nuevas fuerzas políticas, la religión egipcia regresó hacia formas autóctonas. De haber progresado la reforma política y religiosa de Akenatón probablemente hubiera surgido una religión universal con bastante anterioridad a las hoy conocidas. De todas maneras, aunque se borraron oficialmente los rastros de la herejía su influencia trascendió el Egipto.
24.- Heliópolis.
25.- Las traducciones del Himno a Atón son numerosas. Por nuestra parte hemos apelado a distintas traslaciones modificando fragmentos y dándole al todo un mismo estilo.