Destrucción del falso Principal Guacamayo a manos de Maestro Mago y Brujito.(5)
Todavía no había salido el sol sobre la superficie de la tierra y ya había uno llamado Principal Guacamayo, que se ufanaba de su poder y sus virtudes. Principal Guacamayo contaba la historia de aquellos que habían perecido a causa de los diluvios de agua y también de una sustancia oscura como resina que había caído de los cielos.(6)
Durante mucho tiempo los hombres tuvieron que caminar por lugares desconocidos huyendo del frío y buscando alimento.(7) Usaban el fuego pero cuando se les apagó, tuvieron que inventarlo frotando maderas. Al principio se encontraron con el mar y caminando sobre él en medio de un inmenso frío llegaron a otras tierras. El sol y la luna no se veían. Las tribus se habían separado tanto a lo largo del tiempo que cuando un grupo se encontraba con otro ya no se entendía. Era el tiempo en que se buscaba el sol que calienta y los bosques y los animales. No había casas y sólo las pieles de algunas fieras servían de abrigo. Pero cuando los pobladores primeros llegaron a las tierras llenas de selvas y ríos y volcanes, Principal Guacamayo quería hacer creer que él era el sol y la riqueza y que a él debían los hombres su obediencia.
Dos dioses, dos engendrados que se llamaban Maestro Mago y Brujito, descubrieron a Principal Guacamayo trepando a un árbol para comer sus frutas. Sin ser visto, Maestro Mago se fue acercando al árbol hasta que estuvo a una distancia prudencial. Apuntó su cerbatana hacia Principal Guacamayo y en el momento oportuno lo tiroteó plantándole un dardo en la mandíbula. El infeliz cayó al suelo gritando a voz en cuello. Maestro Mago corrió con la intención de ir a matarlo pero al llegar hasta él fue asido violentamente, fue sacudido, hasta que Principal Guacamayo arrancó uno de sus brazos huyendo con él. Llegado a su casa, el jefe Guacamayo puso el brazo sobre el fuego para que su dueño fuera a buscarlo. Por su parte, los dos engendrados partieron en busca de su abuelo Gran Cerdo del Alba y de su abuela Gran Tapir del Alba y con ellos tramaron un ardid. Convertidos en dos niños, los engendrados acompañaron a sus abuelos a casa de Principal Guacamayo. Viéndolos llegar, el jefe Guacamayo estaba tan extenuado por el dolor de su mandíbula que se dirigió a los extraños preguntando si podían curarlo. Estos respondieron que eran expertos en ese arte y pusieron manos a la obra asegurando el rostro ensangrentado del jefe Guacamayo. Mientras este gemía, los visitantes le amarraron fuertemente la cabeza, el cuello, los brazos y loa piernas. Entonces comenzaron a desollarlo. Completamente lo desollaron despojándolo de las piedras preciosas y de los metales refulgentes de los que tanto se ufanaba. Así murió Principal Guacamayo a manos de Maestro Mago y Brujito cuando estos fueron a recuperar el brazo que finalmente fue pegado perfectamente en el cuerpo de su dueño. Los dos engendrados obraron así para acabar con la maldad en el mundo habiendo ejecutado la Palabra de los Espíritus del Cielo. Luego, los engendrados se dirigieron prestos a cumplir el mandato que les habían encomendado las potencias del Cielo, las Palabras del Cielo que son: Maestro Gigante (Relámpago), Huella del Relámpago y Esplendor del Relámpago. Esas grandes fuerzas del cielo les habían ordenado destruír también a los dos descendientes de Principal Guacamayo: un hijo llamado Sabio Pez-Tierra y otro hijo llamado Gigante de la Tierra. Ellos asolaban la vida y fueron muertos por los engendrados. Así, muchas fueron sus obras pero les quedaba encerrar al mal en su territorio porque estaba diseminado por todas partes y mezclado en todas las cosas.