PREGUNTA: «Ayer se refirió nuevamente al primer paso. ¿Podría decirme si hay algunas técnicas para poder aplicarlas al primer paso de la meditación trascendental o a la meditación simple?»
Si es a la meditación simple se trata de pasar revista a lo que ha sucedido, de ahondar las causas del conflicto que ha habido durante el día y de ver dónde están los ensueños desviando continuamente. Fácilmente puede poner esto en marcha cualquier ciudadano.
Si se trata del primer paso de meditación trascendental, le digo esto: en el aprender a ver no se trata nada más que de percibir un objeto con toda la atención posible, y descubrir (precisamente para que no repita lo que ha escuchado, sino para que lo comprenda) que cuando usted trata de ver algo con atención, no puede hacerlo durante mucho tiempo porque inmediatamente los ensueños pueblan su mente. El primer paso nos pone en contacto y nos descubre el mundo de los ensueños. Eso es todo lo que pasa con el primer paso. No sucede nada extraordinario en la conciencia de uno, uno va descubriendo cosas. Eso es todo.
Bien, vamos a ser bastante breves, porque se trata nada más que de dar un repaso sobre nuestro tema.
Tratemos de encuadrar, en primer término, a esto de la meditación trascendental dentro de un sistema mayor. La meditación trascendental no está en el aire, no está colgada. En lo que nosotros llamamos «doctrina», el caso de la meditación trascendental es un pequeño caso, un punto, que ahora estamos desarrollando y nos parece una cosa grande porque es nuestro tema de exposición. En el cuerpo de doctrina, tiene muy poca importancia esto de la meditación trascendental. Digamos que a nosotros nos preocupan, en el cuerpo de doctrina, ciertos problemas de leyes universales, ciertos problemas de método; nos preocupa la estructura del universo, los procesos históricos, la estructura del hombre.
Dentro de la estructura del hombre nos encontramos en nuestros estudios, con muchísimas cosas. Uno de los puntos de la estructura del hombre es el punto del ensueño que encuadramos en el gran tema de los niveles de conciencia. Dentro de los niveles de conciencia descubrimos éstos de sueño profundo, semi-sueño, vigilia, conciencia de sí y de una posible conciencia objetiva.
Bien, la meditación trascendental, entonces, sería un caso particular de investigación dentro de los niveles de conciencia.
En los libros que andan circulando por ahí, que se refieren a cuestiones de nuestra doctrina, van a ver que de meditación trascendental se habla en algún párrafo sólo al pasar.
Ese es el encuadramiento que quería transmitirles, para que no se magnifique a esto más de la cuenta.
Habíamos dicho en las otras tres charlas, más o menos esto:
En épocas críticas surge la conciencia emocionada colectiva, que convierte en fetiches a valores de todo tipo. Fetiches externos e internos. La fuga social y la ritualización se imponen. La superchería crece. Por tanto, muchos sistema de tipo orientalista, por ejemplo, distorsionan importantes posibilidades de desarrollo. Tal es el caso de la «meditación» fantasiosa y deformada.
La meditación en sentido correcto no es oración, no es concentración, no es meditación vulgar como simple divagación y no es tampoco ritualización. La meditación simple, es atender a los hechos sin ensueño. Es pasar revista a los hechos del día, comprendiendo cómo los ensueños se han presentado y cuáles son las raíces de los propios problemas y del sufrimiento. Pero, para comprender los ensueños, hemos debido previamente caracterizarlos. Hemos establecido diferencias entre ensueños y núcleo de ensueño. Esto nos llevó al problema de la investigación de los niveles y así hablamos del sueño, del semi-sueño, de la vigilia, de la conciencia de sí y de otra hipotética posibilidad de conciencia. La simple meditación habilita la conciencia de sí, mientras que la meditación trascendental nos permite investigar la posibilidad de otro nivel de conciencia. Este nivel, supuestamente objetivo, en el que la subjetividad y el mundo dejan de estar separados, para fusionarse en la misma estructura.
La meditación trascendental trabaja no con objetos, sino con actos de conciencia. Estos actos se refieren no a representaciones, sino a estructuras esenciales. Trascendiendo los sentidos, la memoria, el encadenamiento del pensar; la meditación trascendental nos pone en presencia de un mundo trascendental real, que es el mundo tanto de la mente como el de las cosas en su última raíz.