Pasemos ahora a nuestro tema.

Ayer dijimos qué no era meditación. Meditación no era concentración. No era esa suerte de «meditación» como divagación. No era oración, no era ritualización. Si, en cambio, era tratar de atender a los hechos sin ensueño. Pero como debemos ser prácticos, tenemos que explicar algún pequeño truco para llevar eso adelante.

Meditación simple

Tal vez lo más simple sea pasar revista a los hechos cotidianos (terminado el día si les gusta), pero atendiendo especialmente a cómo he soñado durante el día. A cómo ha sido llevado uno por cosas que no tienen nada que ver con la propia razón, sino con contenidos irracionales de fantaseo, etc. Se medita también, en esa suerte de pasar revista, cuando se trata de indagar aquel problema que durante el día nos trajo sufrimiento. Investigando la raíz del sufrimiento, la raíz del dolor, e investigando los ensueños de la vida cotidiana, no obtenemos resultados fantásticos e inmediatos. Sí, en cambio, vamos amplificando nuestra conciencia de nosotros mismos, con el siguiente resultado: que al día siguiente o en los días posteriores, o más adelante, precisamente por saber que luego paso revista a mis ensueños cotidianos y por saber que luego estudio el origen de todo conflicto y de todo sufrimiento que se me presenta, comienzo a estar cada vez más alerta. De manera que es un truco éste, que actúa por rebote.

Si yo me digo: «desde ahora voy a pensar sin ensueño, desde ahora voy a pensar con total y absoluta conciencia de mí, desde ahora voy a interpretar los conflictos que se me presenten y el sufrimiento que tenga en cada momento…», va a suceder que, dentro de media hora, me he olvidado de mí mismo. He seguido a quienes proponen esos términos, comprobando que no son prácticos.

Los buenos monjes de antaño pasaban revista en sus ejercicios espirituales (ignacio de Loyola nos da un sistema de listas para pasar revista a nuestros hechos cotidianos: pecados, defectos, tentaciones. Una especie de catálogo donde se hace un cómputo para mejorarse día a día). Bien, a nosotros nos interesa también. En otro sentido, pero nos interesa pasar revista a los hechos cotidianos. No a todos los hechos cotidianos. Si ustedes quieren pasar revista a todo lo que han hecho en 16 horas, tardarán otras 16 aproximadamente. No, se trata de encontrar los puntos en donde el ensueño se ha hecho manifiesto y me ha desviado. Y los puntos del día donde se ha producido conflicto interno, ahondando en la raíz de ese conflicto.

Ese simple y humilde trabajo, sin ojitos en blanco ni grandes decorados, es el que nos permite ir amplificando la conciencia de día en día. Porque en los días siguientes, a medida que realizamos nuestras actividades cotidianas, ponemos en ellas mucha más atención porque las necesitamos como materia prima para nuestra revisión posterior… No sé si me explico… (AFIRMACIONES).

El mecanismo en sí es muy sencillo. Y es de tal utilidad (ahora, quizás no se advierta), que puede modificar nuestro campo de conciencia y puede producir transformaciones revolucionarias en uno. ¡Pero es tan desteñido cómo lo planteamos! ¿Quién va a pensar que se puede provocar una revolución de ese modo?

Ayer hicimos un esbozo de los distintos niveles de conciencia. Hablamos por allí, del nivel de conciencia de sí. Digamos ahora que, característicamente, se logra mediante un trabajo de conciencia donde el ensueño desaparece y donde se tiene cabal conocimiento de lo que se va viendo.

Bien, no es cosa extraordinaria pasar del estado de mentación ordinaria, o de vigilia ordinaria como estamos ahora, al estado de conciencia de sí. Prueben ustedes de hacerlo.

Estoy hablando, están escuchando. Yo los veo, ustedes me ven… Pero mientras sucede todo esto, ustedes y yo, estamos también en otras cosas. Un poco en la corbata. Un poco en el micrófono y sus hilos. O pensando en la hora y en lo que hemos dejado olvidado. Está muy bien. Además, es divertido. Pero todo eso es divagación.

Observen ustedes que ese es el estado de mentación ordinaria, de vigilia corriente, no es consciente del todo. Claro que no. Traten ahora (mientras me escuchan, y yo voy a tratar de hacerlo mientras hablo, tratemos todos entonces) de hacer lo que estamos haciendo, pero sin perder conciencia de nosotros mismos. Es decir: ustedes ven aquí al señor que se balancea y, mientras él habla, usted atiende a lo que habla, pero sin olvidarse de usted mismo. Ahora no está usted tan preocupado por la corbata, o si el conferencista saca un cigarrillo.

¿Se fijan? No estamos ya en esa cuestión. Sino que ahora estamos muy atentos a lo que se dice y además sabemos que estamos escuchando. ¿Me explico?

Si camino, se que estoy caminando. Y no, mientras camino pienso en mi abuelita.

Así es de fácil y sin mayores complicaciones.

Pues bien: eso y no otra cosa maravillosa y estruendosa, es la conciencia de sí. Es así de sencillo, pero sin embargo, no tan fácil de mantener.

¿Han hecho la prueba mientras hablamos estos últimos cinco minutos? ¿Vieron cuanto ensoñaron ustedes y yo? Se ensoñó mucho acá. No estuvieron durante todo el tiempo muy atentos a lo que pasaba y a nuestra conciencia propia. Como verán es así de sencillo, pero sin embargo, no tan fácil de mantener.

Así pues, la conciencia de sí puede ir lográndose, consolidando, con el transcurso del tiempo. Pero, les decía, no es tan práctico este sistema como aquél de la revisión. No es tan práctico porque acá nos hemos olvidado, en menos de 5 minutos, de continuar con su práctica.

La meditación en cambio ayuda, prepara el terreno para ese estado de «despierto», ese estado de vigilia (no sólo sobre las cosas, sino de vigilia sobre nosotros mismos), que nos hace más dúctiles, más flexibles, más inteligentes, con más amplitud de conciencia.

Hemos hablado de meditación simple.

Meditación trascendental

Ahora vamos a hablar de otra cosa que no es de tanta utilidad práctica para nosotros, que tiene muy poco que ver con nosotros. Es un sistema de tecnicismos, pero que a lo mejor sirve a algún estudioso que quiere comprender, experimentalmente y por él mismo, cómo son los mecanismos internos y a dónde se puede llegar. Esta exposición que hacemos ahora, es sobre meditación transcendental.

La meditación transcendental es un tipo de meditación pasiva, que permite alcanzar las raíces del pensar. Si, en definitiva, el pensar y el mundo sobre el que se piensa tienen la misma raíz, esta identificación entre lo interno y lo externo (no en el burlón sentido de ayer) esta identificación tiene que surgir en la meditación trascendental. De tal manera nos encontraremos con un tipo de realidad distinta a la realidad ilusoria que se nos presenta a la percepción. Una realidad en que la conciencia y las cosas se identifican, una realidad de visión sin tabiques en donde el mundo sea sin un afuera y sin un adentro.

La meditación transcendental se hace efectiva trascendiendo las percepciones, trascendiendo las imágenes, trascendiendo la memoria, el encadenamiento de la memoria, la tendencia de la estructura de la conciencia y así siguiendo. La meditación transcendental no trabaja con objetos, sino con actos de conciencia. Pongámonos de acuerdo: un micrófono, un objeto. Tengo la percepción del micrófono. Cierro los ojos: tengo el recuerdo o la representación del micrófono. Me fijo ahora que estoy pensando en esa imagen que tengo del micrófono. Observo que sin la imagen del micrófono no habría un acto que se refiere a él y sin el acto de conciencia no habría un objeto que se relaciona con él. Esa estructura que se me da en la conciencia entre acto y objeto (que ha sido conscientemente estudiada por ciertas corrientes de pensamiento contemporáneo), es la que nos va a interesar para nuestro trabajo.

De manera que, si bien puedo tomar de comienzo y como apoyo material, como dato físico al micrófono (este micrófono o un reloj o una sartén) éste me sirve simplemente de pretexto para que yo trabaje con mis actos mentales.

Todos habrán entendido que esto de la meditación transcendental no presta un servicio inmediato. A alguno le interesará bucear la cuestión por algo muy especial, pero hasta no surja la necesidad, hasta que esto no se experimente como algo importante que vale la pena, no se entenderá su sentido.

A nosotros nos va a importar hacer descripciones para ver experimentalmente, internamente; ver cómo se producen ciertos fenómenos de conciencia. No es el caso de decir, como dice mucha gente, por ejemplo: «Bueno, el problema del hombre es que se identifica, que se adhiere». En fin, a lo mejor es uno de los problemas. ¿Pero, de dónde surge esto de adherirse? Tenemos que verlo, experimentalmente y por dentro.

Decimos: «el mundo es ilusorio». ¿Pero, cómo es posible, cómo surge este fenómeno ilusorio? Necesito entenderlo a este mecanismo. Así como aquello hay muchos otros casos. En cada paso que vayamos dando, en cada paso de meditación trascendental, trataremos de encontrar los mecanismos que se ponen en juego.

Vamos a usar metódicamente doce pasos. Podrían ser más, no es porque el horóscopo tenga doce signos… (RISAS). O podrían ser menos.