El presente texto fue presentado al publico asistente en dos conferencias desarrolladas durante varios días en Madrid y en México. Los gráficos están extraídos de los programas informáticos diseñados por el propio autor y mostrados en esas ocasiones mediante un ordenador portátil y con retroproyector. La explicación que acompaña a los gráficos es parte de la conferencia e inseparable de la misma, aunque a veces, debido a su carácter técnico, este escrita con otra tipografía.
Hemos visto interesante citar antes del texto de las conferencias el comienzo del Documento Humanista y el primer capitulo del mismo, en donde se hace referencia al capital mundial, a la relación capital-trabajo y al riesgo empresarial.
El Documento Humanista, inspirado en una de las «Cartas a mis amigos» de Mario Luis Rodríguez Cobos, es el manifiesto ideológico del Movimiento Humanista.
DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO HUMANISTA
(EXTRACTO)
Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de esta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan arras este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.
Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aun mas extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas. creen en la libertad y en el progreso social.
Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres: múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad: múltiple en el trabajo: multiple en la creatividad.
Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes. ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policiacos, ni bandas armadas que los sustituyan.
Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.
I. EL CAPITAL MUNDIAL
He aquí la gran verdad universal: el dinero es todo. El dinero es gobierno, es ley, es poder. Es, básicamente, subsistencia. Pero además es el Arte, es la Filosofía y es la religión. Nada se hace sin dinero: nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aún la soledad reposada depende del dinero.
Pero la relación con esa «verdad universal» es contradictoria. Las mayorías no quieren este estado de cosas. Estamos pues, ante la tiranía del dinero. Una tiranía que no es abstracta porque tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.
Hoy no se trata de Economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomodan su parcela a los dictados del capital financiero internacional.
Un capital especulador que se va concentrando mundialmente. De esta suerte, hasta el Estado nacional requiere para sobrevivir del crédito y el préstamo. Todos mendigan la inversión y dan garantías para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. Esta llegando el tiempo en que las mismas compañías, así como los campos y las ciudades, serán propiedad indiscutible de la banca. Esta llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado.
Parejamente, la vieja solidaridad se evapora. En definitiva, se trata de la desintegración del tejido social y del advenimiento de millones de seres humanos desconectados e indiferentes entre si a pesar de las penurias generales. El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y, así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.
Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo esta en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo esta impidiendo.
El gran capital ya ha agotado la etapa de Economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que el mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los mas oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. Y si es que este neoirracionalismo va a liderar regiones y colectividades, el margen de acción para las fuerzas progresistas queda día a día reducido. Por otra parte, millones de trabajadores ya han cobrado conciencia tanto de las irrealidades del centralismo estatista. cuanto de la falsedades de la democracia capitalista. Y así ocurre que los obreros se alzan contra sus copulas gremiales corruptas, del mismo modo que los pueblos cuestionan a los partidos y los gobiernos. Pero es necesario dar una orientación a estos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de la producción.
Para los humanistas existen como factores de la producción, el trabajo y el capital, y están de mas la especulación y la usura. En la actual situación los humanistas luchan porque la absurda relación que ha existido entre esos dos factores sea totalmente transformada. Hasta ahora se ha impuesto que la ganancia sea para el capital y el salario para el trabajador, justificando tal desequilibrio con el «riesgo» que asume la inversión…. como si todo trabajador no arriesgara su presente y su futuro en los vaivenes de la desocupación y la crisis. Pero, además, esta en juego la gestión y la decisión en el manejo de la empresa. La ganancia no destinada a la reinversión en la empresa, no dirigida a su expansión o diversificación, deriva hacia la especulación financiera. La ganancia que no crea nuevas fuentes de trabajo, deriva hacia la especulación financiera. Por consiguiente, la lucha de los trabajadores ha de dirigirse a obligar al capital a su máximo rendimiento productivo. Pero esto no podrá implementarse a menos que la gestión y dirección sean compartidas. De otro modo, como se podría evitar el despido masivo, el cierre y el vaciamiento empresarial? Porque el gran daño esta en la subinversión, la quiebra fraudulenta, el endeudamiento forzado y la fuga del capital, no en las ganancias que se puedan obtener como consecuencia del aumento en la productividad. Y si se insistiera en la confiscación de los medios de producción por parte de los trabajadores, siguiendo las enseñanzas del siglo XIX, se debería tener en cuenta también el reciente fracaso del socialismo real.
En cuanto a la objeción de que encuadrar al capital, así como esta encuadrado el trabajo, produce su fuga a puntos y áreas mas provechosas ha de aclararse que esto no ocurrirá por mucho tiempo mas ya que la irracionalidad del esquema actual lo lleva a su saturación y crisis mundial. Esa objeción, aparte del reconocimiento de una inmoralidad radical desconoce el proceso histórico de la transferencia del capital hacia la banca resultando de ello que el mismo empresario se va convirtiendo en empleado sin decisión dentro de una cadena en la que aparenta autonomía. Por otra parte, a medida que se agudice el proceso recesivo, el mismo empresariado comenzara a considerar estos puntos.
Los humanistas sienten la necesidad de actuar no solamente en el campo laboral sino también en el campo político para impedir que el Estado sea un instrumento del capital financiero mundial, para lograr que la relación entre los factores de la producción sea justa y para devolver a la sociedad su autonomía arrebatada.