1º – El guía interno.

Los creyentes de distintas confesiones suelen invocar en sus oraciones a grandes personalidades de sus credos, a santos, etc. Algunos lo hacen con imágenes auditivas, otros con imágenes visuales, etcétera.

Otras personas se encuentran a veces en una especie de diálogo interno con sus padres ya fallecidos, o con personas queridas o respetas. A esos «guías» le suelen pedir consejo en situaciones particularmente difíciles. A veces, simplemente les exponen problemas, como una forma de ordenar mejor ideas y sentimientos. Hay quienes reciben «respuestas» o «indicios» durante el diálogo con su guía. Otros, al dormir, mediante alegorías. No faltando quienes reciben los «mensajes» al despertar o en momentos inesperados.

También se suele invocar a guías-protectores en momentos de desorientación, soledad, o peligro.

Muchas de las formas empíricas de relación con guías internos tienen su origen en traducciones de verbalización propias del registro cenestésico de discurrir. Para ilustrar este hecho basta hacer el siguiente experimento: dígase mentalmente «voy a subir al techo», mientras pone atención a los movimientos que operan automáticamente en su aparato de fonación. Ahora «suba» al techo pero apoyándose en imágenes visuales. Está claro que en éste segundo caso, el movimiento corresponderá a sus globos oculares. Pero si realiza otras operaciones basándose en imágenes visuales y prestando atención al aparato de fonación, a veces obtendrá allí movimientos automáticos. Ese será el caso en que furtivamente se hayan deslizado imágenes auditivas o bien en que las visuales se hayan traducido.

Las verbalizaciones ocurren cotidianamente, registrándose como conversaciones internas, ritmos, canturreos, etc., que se efectúan al acompañar operaciones en el mundo externo. Desde luego que no estamos hablando acá de casos patológicos como los de verbigeración alucinatoria.

Volviendo al problema del guía interno, diremos que no tiene mayor importancia qué tipo de imagen se escoja para representarlo. En cualquier caso, tendrá que cumplir un verdadero encaje con climas de protección (fuerza, sabiduría, rectitud, etc.). Cualquier imagen (no sólo la visual), puede dar registro de su «presencia». Con ellos será suficiente, ya que el guía servirá para dar dirección a los movimientos mentales hacia otros temas que necesariamente deberán ser visualizados.

El guía debe ser único, estando asociado a un particular tipo de llamado o invocación. A su vez, las indicaciones del guía podrán registrarse por vía de cualquier sistema de imagen.

2º – El límite.

Es una alegorización del nivel de trabajo a partir del cual se efectúa la entrada al proceso autotransferencial. Puede ser representado como una puerta, un escalón, un umbral, una línea divisoria, etc. Las resistencias por racionalización u otras tensiones y bloqueos, se reflejarán en malas configuraciones del límite, en defensores que impiden el paso, etcétera.

Es importante que el límite sea siempre el mismo y se tenga de él gran viveza representativa de conjunto y en los detalles.

3º – Los caminos.

Las direcciones de ascenso, descenso y avance horizontal deben ser alegorizadas siempre del mismo modo, a fin de no sufrir desvíos por acción de las resistencias. Los tres caminos se abren al trasponer el límite. Ellos son las conectivas de dirección que llevan finalmente a los recintos de los distintos niveles.

4º – Los recintos.

Deben ser también siempre los mismos y corresponder, en su conformación y características, al nivel en que son emplazados. Es importante que los recintos estén definidos en sus tres dimensiones y que el operador pueda sentirse incluido en ellos.

5º – Los paisajes.

El paisaje del camino horizontal puede ser el de una playa, un oasis, un valle fértil, etcétera.

El paisaje del camino descendente puede ser el de un abismo, el de las profundidades submarinas, etcétera.

No es recomendable trabajar con paisajes selváticos ya que presentan numerosas resistencias por su misma conformación. Esos temas son utilizados en Autotransferencias en las cuales se desea, precisamente, hacer surgir resistencias para su particular estudio.

6º – Los personajes.

A diferencia de los temas anteriores, no debe tenerse de éstos un repertorio fijo (ya veremos más adelante unas pocas excepciones), ya que en los distintos argumentos habrá que emplazar a los que correspondan de acuerdo al interés prefijado.

7º – La ciudad escondida.

Es una buena alegorización del espacio más interno del operador.

La ciudad escondida se encuentra al término del camino ascendente. Encima de ella «no hay nada». Posee luz propia (o mejor, luz proyectada desde su interior que es el centro de poder), que no depende de luminarias artificiales o externas naturales (sol, luna, estrellas). Puede estar ubicada en la mitológica «cumbre del mundo» , o flotar más allá de los cuerpos celestes. En todo caso, y, primariamente, puede ser considerada como una traducción de los límites de la propia cabeza del operador, adentro de la que se registran numerosas sensaciones cenestésicas que, alegorizadas, ofrecen una gran complejidad constructiva.

La ciudad escondida también ha sido representada en ciertas tradiciones como «la corona», o como «el cofre» que guarda la perla, o la gran joya, etc. (Estas últimas, alegorizaciones del centro de poder).

Si, efectivamente, se visualiza la ciudad escondida y no alguna réplica intermedia, se observa que por encima de ella está la oscuridad total que corresponde a los límites superiores del espacio de representación.

En los recintos de la ciudad escondida se guardan las grandes aspiraciones, los ideales y las esperanzas como motores de la actividad humana en pos de la relajación total (paz, calma, felicidad, etc.).

Existe una contrapartida de la ciudad escondida y es la ciudad subterránea. Por debajo de ella «no hay nada». Esta ciudad puede estar ubicada en los abismos más profundos de la tierra o el agua. Posee también su propia iluminación. Más allá de ella está la oscuridad total, que corresponde a los límites inferiores del espacio de representación.

Existen numerosas réplicas intermedias en distintos niveles descendentes, pero ninguna de ellas tiene carácter de término en los desplazamientos.

En los recintos de la ciudad subterránea se guardan (y allí deben resolverse) las frustraciones y los conflictos biográficos. En su centro está el fuego purificador, pero básicamente, Ella (o El) que sintetizan en imagen, impulsos provenientes del sexo, fijaciones biográficas y compensaciones de situación.

El operador visualizará las ciudades al final de los caminos correspondientes, perfeccionando las imágenes en sucesivas prácticas y de acuerdo con improntas de su propia creatividad.

En cuanto al camino del medio, encontramos en su término a la ciudad de la vida corriente en la que el operador desarrolla sus actividades. En sus diferentes recintos, debe emplazar las escenas de situación actual que desee trabajar.

8º – El centro de poder.

Se encuentra en el recinto central de la ciudad escondida. Es la Luz, la Fuerza y el Sentido.

La representación de la Luz no coincide con la luz percibida y luego recordada. Es la Luz «más interna, pura y profunda», por cuanto tiene significancia sicológica y no está referida a lo fenoménico externo.

La Luz puede «comunicarse» con el operador, en un contacto nada convencional.

Realizado el contado con la Luz (no con luces intermedias), ocurre el fenómeno de la iluminación del espacio de representación. Ello da al operador la noción de haber trascendido los límites de la oscuridad total. Ese cambio en la economía de la conciencia se continúa por algún tiempo luego de la experiencia, de manera que aún la percepción externa se ve curiosamente afectada.

El centro de poder es una traducción del registro del «sí mismo», de lo más esencial del ser humano. Ese centro no es, por cierto, el «yo» sicológico (al cual consideramos pedagógicamente como una suerte de comando de los mecanismos de reversibilidad y que resulta de la sumatoria de impulsos perceptuales y de memoria). El centro de poder se encuentra habitualmente encubierto por las actividades mecánicas del yo sicológico.

Anteriormente, al estudiar la técnica de niveles, se dijo: «…existe cierta profundidad límite, más allá de la cual no es posible descender… allí todo queda oscurecido”. En las alturas, por encima del cielo iluminado, del sol, y de las estrellas, ocurre el mismo fenómeno: todo queda oscurecido. El oscurecimiento final, tanto en los ascensos como en los descensos, coincide con los límites del propio cuerpo. Por cierto que tales límites son difíciles de tocar, por cuanto se producen frecuentes rebotes, pero que sirven a la continuación de las escenas.

«En la técnica de niveles no debe confundirse la luz que depende de un determinado foco (luces subterráneas, fuegos volcánicos, ciudades iluminadas bajo las aguas, etc. Inversamente: el sol, la luna, las estrellas, las ciudades de la luz, los objetos cristalinos o radiantes, etc.), con la iluminación general del espacio, que es la que delata el nivel de la representación».

Como excepción a todo lo explicado hasta aquí debe considerarse, a modo de hipótesis, el caso posterior al de la oscuridad límite (en descensos o ascensos) en el que el espacio de representación queda «iluminado». Tal excepción no ha sido constatada en los procesos transferenciales, pero es un caso relatado por místicos de distintas épocas y regiones. También se ha tenido noticia de ese fenómeno por testimonios de personas colocadas al borde de la muerte, o que han «regresado» de la misma, luego de haber sido declarada la defunción clínica. Si tales afirmaciones no son simples patrañas, están delatando un hecho sicológico de interés que debería explorarse y, tal vez, la autotransferencia sea la herramienta adecuada para hacer progresar esa investigación.

9º – Ella o El.

Son importantes temas, ya que alegorizan a la «mujer ideal» o al «hombre ideal», según sexo opuesto del operador.

Esos temas se van definiendo al estudiar el recinto central de la ciudad subterránea.

El trabajo con el tema de Ella (o El), tiene importancia desde el punto de vista de las definiciones de la imagen complementaria del operador.

No es recomendable tratar de visualizar artificiosamente a tales personajes, sino más bien el recinto correspondiente, limitándose a esperar su presentación. Desde luego que las definiciones se irán produciendo a medida que se profundice el trabajo.

Observaciones.

En la presente lección se ha explicado brevemente la condición transferencial. También se han considerado los principales temas. En la lección próxima se tendrá en cuenta a los argumentos.

En autotransferencia podemos seguir los siguientes pasos de proceso, a saber: entrada, desarrollo, salida y elaboración postransferencial. A continuación daremos el ejercicio básico de entrada.