Al caer el nivel de conciencia, se internalizan las imágenes en el espacio de representación. Simultáneamente se modifica el tiempo de conciencia.
En efecto, en vigilia se tiene noción de lo recordado (pasado), lo que se percibe o representa ahora (presente) y lo que se proyecta imaginariamente, de un modo dirigido o asociado (futuro).
En sueño profundo, las representaciones correspondientes a tiempos diferentes se entremezclan, y a veces se sintetizan en un solo objeto. De esto resulta que, en poco tiempo, el soñante puede asistir no solamente a una veloz secuencia de imágenes, sino que cada una de ellas puede estar compuesta de muchos elementos que, al concentrarse, dan noción de una gran variedad de experiencias. El sujeto, en pocos segundos, experimenta una escena onírica que le llevará muchos minutos para recordar o para relatar. También sucede que se contrae el tiempo que transcurre entre el comienzo y el fin del sueño, ya que muchas horas se experimentan como breves instantes.
Las imágenes se articulan en base a datos de memoria. Alguien puede recordar un paisaje o, también, puede imaginarlo componiéndolo con elementos de distintos lugares recordados. El segundo caso, de composición imaginaria, puede ser sintetizado de manera que en un solo objeto se contraen o se concentran las propiedades de distintos objetos.
Veamos los ejemplos. Recuerdo árboles próximos a un río y con un fondo de montaña. Luego, agrego a ese paisaje otros elementos: un caballo abreva en el río. En el árbol se enrosca una serpiente, mientras en las alturas revolotea un águila. En la montaña se eleva una columna de humo producida por un incendio.
Los elementos agregados al paisaje original, no forman parte de una misma escena recordada, sino de diferentes escenas. He concentrado, en el mismo paisaje percepciones efectuadas en momentos diferentes.
En el primer caso he recordado algo de un modo dirigido. En el segundo he agregado elementos asociativamente.
Puedo sintetizar aún más, aproximadamente así: «En la cumbre de la montaña hay un árbol. Desde él surge agua que, convertida en río, desciende. Un extraño animal alado, un dragón, merodea en torno del árbol lanzando fuego por la boca. Sus patas son fuertes como las de un caballo, su aspecto es de serpiente, sus alas son de águila”.
En el primer caso presentamos un paisaje recordado. En el segundo, un paisaje imaginario y, en el tercero, un paisaje alegórico.
Una alegoría es la concentración de asociaciones en un mismo objeto representado, a diferencia de los simples objetos asociados que se derivan unos de otros pero sin perder su identidad.
También existen representaciones que no resultan de recuerdos, o de asociaciones concentradas como las alegorías, sino que surgen del trabajo de las vías abstractivas de la conciencia. Tal es el caso de los símbolos.
En los símbolos se despoja a una imagen de elementos accesorios, manteniendo solamente sus características formales más generales.
Por ejemplo. De un terreno cultivado se eliminarán todos los detalles y resultará un simple rectángulo que se podrá medir con precisión. Así, los símbolos de la geometría son casos representativos del trabajo de las vías abstractivas.
Por último, existen representaciones también propias del trabajo de las vías abstractivas, que cumplen con funciones asignadas por convención. Es el caso de los números, los signos aritméticos, las notas musicales, las letras y los números de la química, los dibujos de señalización de tránsito, de alerta, o de lugares que cumplen con funciones específicas.
Tanto un objeto del mundo perceptual, o una alegoría o un símbolo, pueden cumplir con funciones sígnicas si la costumbre o la convención le asignan una utilidad definida. Ejemplo: dos tibias cruzadas y sobre ellas una calavera, significan «peligro».
Las alegorías también pueden tener aptitud sígnica. Ejemplo: un dragón significaba para la alquimia cierto tipo de ácido.
Por último, los símbolos pueden ser utilizados sígnicamente. Ejemplo: en un organigrama de empresa, la dirección puede estar representada por un rectángulo; las distintas gerencias por círculos; el personal masculino por triángulos; etcétera. En un mapa, las capitales políticas pueden estar representadas por estrellas, las vías marítimas por líneas continuas, las vías terrestres por líneas punteadas, etcétera..
A los efectos de nuestros trabajos, será de interés dominar algunos elementos de simbólica y alegórica, despreocupándonos de la sígnica.
[divider]Notas[/divider]
[pie]Para una comprensión más completa de los temas siguientes ver Morfología: simbólica, sígnica y alegórica. J. Caballero. Ed. ATE, Barcelona, 1981[/pie]