Oportunamente, consideramos las diferencias entre transferencias y autotransferencias.

También vimos los principales indicadores de resistencia, que en principio eran válidos para los dos sistemas. Sin embargo, en el caso de la autotransferencia se podrían observar resistencias en los problemas de armado escénico, en el inadecuado encaje entre imágenes y climas, y en los defectos de conversión en la dirección propuesta por el interés inicial.

Estudiamos la fijación del interés y la adecuación del ámbito como condiciones básicas de la autotransferencia.

También pasamos revista a los temas principales (guía interno, límite, caminos, recintos, paisajes, personajes, la ciudad escondida, el centro de poder y Ella o El).

Consideramos a los argumentos referidos a los tres tiempos de conciencia, ubicando a los conflictos biográficos en los recintos bajos, a los actuales en el plano medio, y a las aspiraciones e ideales a alcanzar en los altos niveles.

Debemos agregar ahora, que también los conflictos internos que se producen en relación con el futuro (temor al desposeimiento, a la soledad, a la enfermedad, a la muerte) deben emplazarse en los altos niveles, estructurando los argumentos de acuerdo con el modo en que el operador imagine su conflicto.

Se han de organizar las escenas de manera que el o los argumentos puedan convertirse positivamente de acuerdo con el interés fijado. En tal sentido, no se habrá de penetrar en la ciudad escondida, si previamente no se ha transformado el argumento conflictivo; o bien, se accederá a recintos muy periféricos de dicha ciudad en los que se tenga oportunidad de operar las conversiones del caso.

Por otra parte, diferenciamos la entrada del desarrollo e, incidentalmente, hablamos de la salida como reencuentro con los pasos iniciales, pero con el clima final de experiencia positiva.

Por último, distinguimos diferentes tipos de desarrollo autotransferencial, correspondientes a las actividades que una persona desarrolle en el mundo, por el correlato de las representaciones que las acompañan. Citamos como tipos de autotransferencias empíricas los casos del sueño, el ensueño y las producciones artísticas y religiosas.

A todo el trabajo autotransferencial lo vimos como una profundización en la conversión de sentido respecto de una situación general en que vive el sujeto, y comprendimos a dicha profundización como posible gracias a la fijeza de temas y argumentos.

Está claro que si la dirección de los proceso catárticos y transferenciales se orienta hacia las resistencias que se encuentran, a fin de ir superándolas, en el caso de la autotransferencia la dirección está dada por el interés de la conversión a lograr y por el perfeccionamiento de temas y argumentos en el armado escénico.