Han concluido mis actividades diarias. Me dirijo a casa del modo en que lo hago habitualmente.

Llego. Estoy solo en mi habitación. Me siento abatido. Vivo una situación difícil, que no puede continuar. Debo tomar una decisión pero no se exactamente cuál. (*)

Voy hasta un espejo y contemplo mi rostro cansado. Pienso en mí guía interno como si fuera una persona. Concentrándome en mi propia imagen, digo: «Oh guía, ¿qué consejo me das en esta situación?» Inmediatamente, trato de aclararme bien cuál es el problema que debo resolver. (*)

Observo que mi imagen comienza a esfumarse mientras el espejo se oscurece. Al poco tiempo, veo una luminaria que se desplaza en el fondo y que empiezan a aparecer las personas y situaciones ligadas a mi problema. (*)

De pronto, escucho una voz que me explica las dificultades. En el fondo del espejo, veo al guía señalando la dirección que debo tomar. (*)

El espejo se aclara y devuelve nuevamente la imagen de mi rostro. Me veo reconfortado y experimento en mí interior, el principio de solución del problema. (*)