Esta nueva cultura será el correlato de una configuración de conciencia avanzada en la que todo tipo de violencia provoque repugnancia. La instalación de tal estructuración de conciencia no-violenta en las sociedades será una conquista cultural profunda. Esto irá más allá de las ideas o de las emociones que débilmente se manifiestan en las sociedades actuales, para comenzar a formar parte del entramado psicosomático y psicosocial del ser humano.
Por otra parte el equilibrio y desarrollo individual y social pueden lograrse si las personas adquieren un coherente sentido de la vida. Por el contrario, toda existencia sin dirección o falseada en su sentido, genera sufrimiento personal y colectivo. El principio más importante que representa a esta cultura se enuncia así: «Trata a los demás como quieres que te traten». Existen también otros principios de acción válida que sirven de orientación en la conducta y que son desarrollados más adelante.
La actitud humanista, aspecto esencial de esta nueva cultura, fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia.
Esta nueva cultura se fundamenta en una nueva concepción del ser humano de la cual se derivan una escala de valores, una metodología de acción y un proyecto personal y social.